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Pablo Planas

"España tomará sus propias decisiones"

Sánchez aspira a ser un líder internacional, pero no en el lado de las democracias liberales de Occidente, sino entre Irán y Venezuela.

Sánchez aspira a ser un líder internacional, pero no en el lado de las democracias liberales de Occidente, sino entre Irán y Venezuela.
Sánchez recibe al presidente de la Generalitat de Catalunya. | Flickr/CC/La Moncloa - Gobierno de España

La afrenta a Israel es una factura de Pedro Sánchez que pagaremos todos los españoles, aunque según las encuestas gran parte de la población comparta las percepciones antijudías del líder socialista. Su actuación ante Netanyahu y sus palabras en el punto de intercambio de secuestrados israelíes por presos palestinos reflejan la determinación profundamente autoritaria del personaje. Sánchez aspira a ser un líder internacional, pero no en el lado de las democracias liberales de Occidente, sino entre Irán y Venezuela. De ahí las delirante intervención ante el primer ministro israelí, la equiparación entre víctimas y terroristas y el arrebato antieuropeo en el paso de Rafah, donde afirmó que si la Unión Europea no reconocía un Estado palestino, "España tomará sus propias decisiones", un auténtico epitafio del papel internacional de España.

Que Sánchez ostente la presidencia de turno de la Unión Europea es, además, un agravante. Es harto dudoso que el presidente del Gobierno consensuara con sus pares europeos los arrebatos contra los judíos y el Estado de Israel, pero viajó a ese país no como un presidente español sino como el presidente de la UE. Es obvio que Sánchez desprecia la más leve noción de la diplomacia y odia el protocolo, como se puede comprobar cada vez que comparece en actos de la Corona. Y también pasa de Europa y sus reglas. Aún más cuando en Bruselas y Estrasburgo se llevan las manos a la cabeza ante los ataques indisimulados e indiscriminados al Poder Judicial y advierten al Gobierno de las consecuencias de saltarse las normas comunitarias con una ley de amnistía a gusto de los delincuentes que serán amnistiados.

Al decir que "España tomará sus propias decisiones" en un asunto de tanto relieve como el conflicto por antonomasia se puede inferir que Sánchez no está dispuesto a tolerar ninguna recomendación europea respecto a la amnistía y el atropello a la separación de poderes. En el plan del líder del PSOE también debe constar una especie de Brexit a la española, sea por su propia voluntad o porque la UE no tenga más remedio que expedientar a España por el incumplimiento masivo de las reglas democráticas elementales. No figuraba en el guión público del PSOE el matiz antieuropeo de Sánchez, aunque podía intuirse por sus notas populistas y porque se parece a un partido socialdemócrata lo mismo que un ayatolá a un librepensador.

La última salida de Sánchez deja un panorama más desolador aún que sus aventuras marroquíes, el espionaje de su teléfono móvil, el cambio de la posición histórica de España respecto al Sahara, la foto de la bandera boca abajo con Mohamed VI, aquellas vacaciones en Marrakech... Además de suscitar las más sinceras felicitaciones por parte de Hamás, Sánchez aprovechó el telón de fondo del conflicto palestino para ponderar las virtudes de la verificación internacional en las negociaciones con Junts. Sí, con el partido de Puigdemont. Ni que decir tienen que en Waterloo daban saltos de alegría al constatar la asimilación de aquello con Cataluña.

Pero ese es un tema menor en comparación con las consecuencias que puede tener haberle declarado la guerra prácticamente a Israel. Por ejemplo, en materia de colaboración internacional antiterrorista. El daño reputacional de España es incalculable y exponencial el incremento del riesgo. Cuando alguien dice en nombre de España que "España tomará sus propias decisiones" está rompiendo de facto todas las redes de seguridad de las naciones democráticas y las sociedades libres a uno y otro lado del Atlántico en las que estaba presente. Una catástrofe histórica.

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