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Javier Somalo

Bolaños colaterales

Las mentiras del verdugo de Montesquieu cada vez tienen la mecha más corta y últimamente le explotan en la mano.

Las mentiras del verdugo de Montesquieu cada vez tienen la mecha más corta y últimamente le explotan en la mano.
El ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, a su salida de una sesión plenaria. | Europa Press

Cada vez hay más personas e instituciones que se topan de frente con eso que en España nunca iba a suceder. ¿Tarde? Aunque no haya lugar para la dicha, hay que aprovechar cada resquicio de valentía e impedir que se consolide el golpe.

La chulería tiene un límite; la paciencia y el sentido común, también. Parece que los jueces siguen firmes en la defensa de la Ley, que muy tímidamente se van animando más grandes empresas y que los diputados del Grupo Popular Europeo se habrían levantado del sillón, cosa que hasta podría ser mérito de Esteban González Pons.

Las mentiras de Félix Bolaños, verdugo de Montesquieu, cada vez tienen la mecha más corta. Últimamente, le explotan en la mano y el día no acaba sin desmentido. Es lo que ha sucedido con la "cero preocupación" —ya ni construyen frases completas— de la Comisión Europea con la amnistía, lo del famoso "asunto interno" español. Resulta que Didier Reynders no dijo cosa parecida y así lo ha aclarado su portavoz: "El análisis sigue en marcha, por tanto en ese sentido el comisario no ha dicho por ahora que la ley de amnistía no plantea preocupaciones". Veremos si el matiz se convierte de una vez en "reprimenda", término diplomático de moda por culpa también de España, esta vez respecto a Israel.

Otro sopapo que ha dejado sonado a Bolaños y a sus aledaños lo ha protagonizado el CGPJ al considerar "inidóneo" —más bien nocivo— a Álvaro García Ortiz para el cargo de fiscal general del Estado. El suspenso sucede por primera vez en la democracia y aunque no es un dictamen vinculante sí da una escandalosa muestra de la repulsa que el separaterrocomunismo del PSOE está sembrando entre la casta judicial, sabedora de que todo autogolpe requiere leyes especiales reñidas con el Estado de Derecho.

Queda bien claro que el "inidóneo", además de la obscena maniobra a favor de Dolores Delgado, es un lauferista en toda regla, que no se arredra ante la inobservancia como sistema y que si está en la fiscalía general es por algo: "¿Y quién nombra al fiscal general? Pues eso". Sánchez dixit.

Magdalena Valerio, exministra de Trabajo, tampoco reúne las condiciones para presidir el Consejo de Estado, una institución que debería cobrar fuerza vinculante si es preceptiva como órgano consultor. Con todo, el nombramiento se tumba por decisión del Tribunal Supremo que elogia a la exministra en todo menos en una cosa. Le falla el "reconocido prestigio". Como a tantos, vive Dios. Es de suponer que el golpismo establecerá un nuevo estándar de prestigio a la luz de los servicios prestados.

Alguien que no tiene problemas para acreditar una exitosa trayectoria es el expresidente del Tribunal Constitucional (2013-2017) Francisco Pérez de los Cobos. Esta misma semana, en un acto organizado con buen tino por el PP en el Congreso, el magistrado consideró la amnistía como "un desafío al orden constitucional". No lo dice cualquiera. Algo grave pasa en España cuando un presidente del Constitucional como Cándido Conde-Pumpido avala una Ley —es prácticamente su autor— mientras su antecesor la considera la peor amenaza para la democracia.

Había guardado silencio hasta ahora pero la prudencia no puede contribuir a ocultar la gravedad del momento:

"Tengo la obligación como ciudadano —dijo Pérez de los Cobos— de pronunciarme sobre una situación que considero enormemente preocupante y que también me interpela en relación con el ejercicio de las funciones de interpretación y defensa de la Constitución que he desempeñado".

Nada de lo citado anteriormente ha hecho rectificar o matizar término alguno a Félix Bolaños. Ni un paso atrás: Lo del CGPJ no vale para nada porque no es vinculante y lo que tiene que hacer es renovar a sus vocales. Lo de Valerio es cosa de una asociación privada (Hay Derecho) que no debería "cuestionar decisiones que son competencia exclusiva del Gobierno de España". Y lo de Europa, como sabe que el carácter de los eurodurmientes es pausado, todavía le resulta manejable. Con Pérez de los Cobos, de momento, no se ha atrevido. Sin embargo, tanta colisión podría convertir a Bolaños en el primer daño colateral de la amnistía golpista de Sánchez. Podría pasar de serlo todo a tener, como diría él, "cero poder". En la R de su agenda tendrá el contacto de Redondo, Iván. No es vinculante, pero le puede orientar.

Lo peor y lo mejor del Congreso de los Diputados

Una característica de este periodo revolucionario es que las peores acciones tienen consecuencias de forma casi inmediata. Ante una cacicada aparece sin mucho tardar una respuesta contundente. Está sucediendo sobre todo en el ámbito judicial, pero también apunta maneras el Congreso de los Diputados. Es la hora de lo peor y de lo mejor en un desequilibrio que, por lógica, favorece todavía al Gobierno.

Lo peor fue, hasta la arcada, Francina Armengol, la presidenta del Congreso de los Diputados, una de las autoridades del Estado. Sin vergüenza alguna, violó toda norma básica de la democracia al abrir solemnemente la legislatura con un discurso de parte. Más bien una arenga electoral. Lo hizo en presencia de los Reyes de España y la Princesa de Asturias. Nunca antes había sucedido o había sido de forma tan grosera. Aplaudió el Letrado mayor de las Cortes como para enfatizar la afrenta pero a estas alturas ya no hay necesidad de disimulo. Hizo muy bien la oposición al negar su aplauso. Esas son las imágenes que se entienden dentro y fuera de nuestras maltrechas fronteras.

También es daño para Bolaños la buena reacción del PP: le esperan en el Congreso de los Diputados, sin demasiadas ganas de perder el tiempo, Miguel Tellado junto a una compañía de artillería pesada parlamentaria en la que destacan Cayetana Álvarez de Toledo y Sergio Sayas.

En el Gobierno, los socios de Otegui, dicen que con Tellado se acabaron las buenas formas. Son la "derecha grotesca" que apuesta, añaden, por la "ponzoña y la crispación". El BNG le llama "mamporrero del PP" y añade sutilmente que se pasa "de Gamarra a macarra". Patxi López, un mediocre que vive enojado para disimular su escasez, resume a Tellado como "un insulto con patas". No está mal el recibimiento de los que están en contra del enconamiento. No tardarán en decir que el racismo es odiar a los malditos negros.

Su reglamento privado dicta que la derecha no puede insultar y que debe estar dispuesta a que se borren sus intervenciones si no se ajustaran a las normas del más elemental decoro golpista. El parlamento va a cobrar mucha importancia en semanas venideras: hay que denunciar de forma contundente y documentada todos los pasos del golpe y contar con ecos extraparlamentarios que contribuyan a que esas denuncias se extiendan y entiendan en todo el mundo. Y, desde la tribuna y el escaño, hay que convencer a más personas y empresas a salir del acomplejamiento. Lo bueno de las consecuencias es que reúnen a muchos y se pierde el miedo.

En cuanto a las críticas y los ataques velados o explícitos, sinceramente, yo tendría "cero preocupación".

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