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Javier Somalo

Bego Fundraiser, heroína enmascarillada

El PSOE siempre ha tenido vocación de holding y la corrupción fluye de unas tramas a otras saludando a sus miembros. Desde Filesa hasta hoy.

El PSOE siempre ha tenido vocación de holding y la corrupción fluye de unas tramas a otras saludando a sus miembros. Desde Filesa hasta hoy.
Begoña Gómez. | Europa Press

Quizá si David Broncano llega a entrevistar en TVE a la directora de cátedra sin carrera, reconocida emprendedora captadora de fondos públicos y, según todos los indicios, también esposa del presidente del Gobierno de España, lo haga pensando en su obsesión y se interese más por los hábitos íntimos que por los crematísticos. Seguramente a Pablo Motos, que de pronto es un problema de Estado, no le consientan interesarse ni en un sentido ni en otro.

Pero la pregunta, hágala quien la haga, es tan necesaria como grave: ¿Cuántas veces lo hace Begoña?, ¿cuántas veces ha estampado su firma para favorecer un negocio particular con fondos públicos? Bego, "la conseguidora", —traducción de "bego.fundraiser", que es la raíz de su correo electrónico— baja la escalinata del Falcon sin mirar, acostumbrada y grácil, así en Kenia como en Senegal, que lo mismo da, e imparte clases de cómo captar fondos, tan cerca como los tiene.

Begoña Gómez, Bego Fundraiser, es el término de una ecuación que da como resultado contratos millonarios de dinero público a favor de conocidos. Sin su presencia, sin Bego, no habrían ganado los preceptivos concursos. A Bego no hace falta buscarle un hermano. Ni un novio. Está casada con el presidente de todos los españoles, vive en el Palacio de La Moncloa y viaja en Falcon. Y capta fondos. Y firma avalando a los amigos que consiguen esos fondos y que financian luego los humos en forma de cursos que salen de los "centers" de Bego. Esto sí que es economía circular. ¡Y un negocio redondo!

Esta es la ecuación sencilla, pero se puede llegar a la compleja si añadimos el rescate de Air Europa, el caso Koldo con mascarillas, el caso Koldo con maletas de Delcy, el caso Koldo con el caso Tito Berni y hasta el caso Rubiales sin necesidad de piquito. El PSOE siempre ha tenido vocación de holding y la corrupción fluye de unas tramas a otras saludando a sus miembros. Desde Filesa hasta hoy. Antes, desde el oro de Moscú…

Patxi Pocoyó López volvió a enfadarse como única manera de esconder su escasez innata, pero esta vez cruzó la línea al acusar a los periodistas de "inventarse noticias" y usar "datos falsos" contra La Conseguidora, contra Bego Fundraiser, la última heroína enmascarillada, digna de un Marvel del lado marxista. Tras la impostada indignación el lendakarito —gracias al PP, por cierto— lanzó su famosa, elaborada y polivalente proclama: "¡Ya está bien!". Pues eso, Patxi.

De Catar al Valle y los millones para Broncano

Pedro Sánchez es ya una caricatura de sí mismo pero mantiene intacta la capacidad de hacer daño a toda una nación. Ahora parece que entre Franco y Broncano está la clave para la supervivencia propagandística a la espera de desastres en País Vasco, Cataluña y Europa. Además de en casa, claro.

La Operación Broncano consiste en más de 40 milloncejos de dinero de Carmen Calvo para que la gente vea menos a Pablo Motos. Y como es sin publicidad lo pagamos directamente los accionistas de TVE, todos nosotros, veamos o no la Espantosa. Se queja muy bien de ello nuestro colaborador experto en energía Manuel Fernández Ordóñez.

Lo más probable es que si Begoña pudiera estamparía un begoñazo recomendatorio para Broncano como buena captadora de talentos y fondos que es. En Movistar, el cómico se llevaba cuatro kilos menos al año, y eso pesa. Al Gobierno no le interesa tanto el discurso político como quitar, con pólvora del rey, audiencia a Motos porque tiene al mejor Ábalos como colaborador, porque se queja de vez en cuando del Gobierno o al menos no lo venera y encima va después de Vicente Vallés. Nos salía más barato Jorge Javier Vázquez, que pedía el voto por Sánchez en directo y sin vergüenza pero no le pagábamos tan directamente.

Mientras fichábamos o no a Broncano, Pedro Sánchez se fue de gira allí donde se esconde a las mujeres, se amputa a los ladrones (¡cuidado!) y se corrompe el fútbol y volvió directo a Cuelgamuros para posar en un osario. Ataviado con bata blanca y revisando papeles, como Kim Jong-un en un laboratorio de armas químicas, parecía estar descubriendo una matanza perpetrada por estos del PP que asesinaron a Lorca y provocaron la guerra civil. ¡Pues no! Como nos revela Nuria Richart, tantas prisas por el circo traicionaron al Jefe y resulta que posó con restos mortales de soldados del bando franquista y "víctimas de los fusilamientos que se hacían en la tapia del cementerio de la Almudena", como explica Pablo Linares, presidente de la Asociación en Defensa del Valle de los Caídos. Pero ahí sigue el garzonismo, tan eterno y molesto como fallido y sectario.

Mientras Bego capta, su marido clasifica cráneos y fémures mártires para desviar la atención. No está mal eso de ver restos humanos recién llegado de Catar, cuna de los derechos civiles según Xavi Hernández, paraíso de la igualdad ante la ley sin distinción de sexo o confesión. Si algo escasea es la vergüenza.

El coleccionista de huesos pretende arrancar una especie de campaña internacional contra el PP y Vox por las leyes de concordia que sustituirán a las de memoria democrática en comunidades gobernadas por la derecha como Valencia y Castilla y León. Ni unas ni otras son necesarias porque todos los españoles votaron y apoyaron masivamente la Constitución, pero a veces los mayores despropósitos requieren de otros menores para desaparecer: de la Ley a la Ley, pura concordia si es para traer libertad. Con todo, resulta dramático y significativo que el forense ful que nos gobierna arranque también la campaña electoral del País Vasco fotografiándose entre muertos.

Arnaldo Otegui, el etarra, puede ganar las elecciones allí donde ETA más ha asesinado. Puigdemont espera ya con sus mugalaris para cruzar a España y protagonizar el siguiente acto del esperpento nacional. Sin ellos, el marido de Bego no es nadie, pero la proximidad de los escándalos le están alejando de la política. Ya no hay tiempo para amnistías, referéndum ni repúblicas.

Todas las excentricidades que protagoniza el figurín con bata tienen la única finalidad de esconder el Begogate, su dolorosísimo talón de Aquiles. Porque aunque Pocoyó diga que no hay pruebas contra Bego, lo cierto es que se amontonan. Firmar es lo que tiene.

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