Menú
José García Domínguez

Los padrinos de Podemos

El cadáver insepulto de Podemos, resulta evidente, está siendo apadrinado ahora por las terminales mediáticas del poder institucional independentista.

El cadáver insepulto de Podemos, resulta evidente, está siendo apadrinado ahora por las terminales mediáticas del poder institucional independentista.
El exvicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, en un mitin de Podemos en Madrid el 25 de mayo de 2023. | Europa Press

La izquierda antisistema que accedió a las instituciones tras el 15-M gusta de percibirse a sí misma como heredera cultural e ideológica del viejo comunismo español. Pero, en su praxis, ni Podemos —o lo que queda de Podemos—, ni los muchos partidos y partiditos locales que ahora se resguardan bajo el paraguas de Sumar han tenido demasiado que ver con el comunismo ortodoxo que alguna vez existió en el plano tangible de la realidad. Nada muy extraño si se repara en que la izquierda radical no posee entre nosotros un origen histórico marxista. Tal presunción, simplemente, no se compadece con los hechos.

Bien al contrario, la genuina tradición organizativa, sentimental y moral de la extrema izquierda ha sido siempre anarquista, no comunista. Y ese poso germinal, sin duda de modo inconsciente, marcó a Podemos desde su mismo nacimiento. De ahí que, por rutina, hayan estado mucho más cerca de Buenaventura Durruti y de la FAI que de Santiago Carrillo. Esa vocación cantonal, fraccionalista, caótica, iconoclasta, dinamitera e indisciplinada, la que los retrata, viene del mundo libertario decimonónico y del trotskismo, que era una especie de sucedáneo intelectualizado y más sofisticado de lo mismo. Por eso, tras docena y media de escisiones consecutivas, el destino natural de Podemos sería desaparecer, ahora, en cuanto concluya la actual legislatura. Pero ello no va a ocurrir.

Y no va a ocurrir porque en ciertos despachos importantes de la zona alta de Barcelona se ha tomado la decisión de que tal cosa no ocurra. Desde el Grupo Godó, que edita La Vanguardia, a Mediapro, la mayor productora audiovisual de España, pasando por el diario Ara —el de más difusión en catalán—, y siguiendo por la casi totalidad de las emisoras públicas y privadas de radio y televisión, la presencia de Pablo Iglesias resulta cotidiana y constante en el espacio comunicacional catalán; sospechosamente cotidiana y constante. El cadáver insepulto de Podemos, resulta evidente, está siendo apadrinado ahora por las terminales mediáticas del poder institucional independentista. Ni Irán, pues, ni Venezuela: Barcelona. Es su tonto útil y bajo ningún concepto desean renunciar a él.

Temas

En España

    0
    comentarios