El cónclave socialista celebrado este pasado fin de semana en La Coruña resultó tan ayuno de ideas como cabía esperar de una organización cuyo único objetivo, a estas alturas, se limita a fomentar el culto al líder. Buena prueba de la ausencia de debate es la escasa duración del encuentro y la absoluta ausencia de voces críticas en un partido cuyos pactos contra natura han provocado una cruenta colisión con su electorado.
En realidad, el encuentro de los más de mil delegados socialistas estaba pensado para apoyar al candidato del PSOE a las próximas elecciones gallegas, una cita electoral que, a pesar de los intentos demagógicos de aprovechar el accidente ecológico de los pellets, se presenta para los socialistas envuelta en los peores presagios. Mucho tendrá que cambiar la situación José Ramón Besteiro para invertir una tendencia que, según todas las encuestas, consolida al Partido Popular como la fuerza hegemónica en la comunidad de Galicia y mantiene al PSOE en el tercer lugar del parlamento gallego, por detrás de los nacionalistas del BNG.
Sánchez compareció en la tribuna para dirigirse a los 1.200 delegados de su partido en una convención presuntamente ideológica y no tuvo ni una sola palabra para la ley de amnistía, precisamente la cuestión más problemática que atenaza al PSOE y cuyas consecuencias electorales se aventuran catastróficas. El único reparo a su ejecutoria al frente del Gobierno lo cifró en el fracaso vergonzoso de los alumnos españoles, que el Informe Pisa retrata con expresiva crudeza año tras año, fruto de la debacle educativa inspirada por la Logse y aplicada a sangre y fuego durante décadas a través las reformas socialistas posteriores, todas en la misma dirección equivocada.
Sánchez dice ahora que pondrá en marcha "un importante plan de refuerzo" en matemáticas y comprensión lectora", las dos áreas de conocimiento donde los alumnos españoles fracasan con mayor estrépito. Pero de nada vale aportar 500 millones de euros para paliar un desastre que tiene su origen en un concepto equivocado del proceso educativo, basado en el igualitarismo a ultranza al margen del esfuerzo y los méritos individuales, que es el que inspira nuestro modelo de enseñanza pública. Bienvenido sea, no obstante, este reconocimiento del fracaso de la educación pública, aunque se haga a regañadientes y como si fuera únicamente una cuestión presupuestaria.
Ese fue todo el contenido "ideológico" de la convención programática del PSOE, cuyos delegados, como era de esperar, aplaudieron a rabiar a Sánchez para mostrarle su adhesión inquebrantable. El documento político aprobado no es más que un extracto del programa electoral con el que Sánchez concurrió a las pasadas elecciones, dejando fuera del debate los pactos que se firmaron a continuación y las concesiones realizadas a sus socios de investidura para mantener el poder. La "batalla de ideas" anunciada por Sánchez al celebrar este cónclave ha consistido únicamente en defender la idea de que el PSOE ha de aplaudir lo que él dictamine, aunque sea lo contrario de lo que todos ellos defendían con anterioridad.

