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Cataluña, esa Sicilia sin luparas

No puede responder a la casualidad que la víspera de la aprobación de la amnistía en Madrid caiga el Gobierno de Cataluña.

No puede responder a la casualidad que la víspera de la aprobación de la amnistía en Madrid caiga el Gobierno de Cataluña.
El presidente de la Generalidad de Cataluña, Pere Aragonés. | Europa Press

En el País Petit, una nación milenaria fundada en tiempos del emperador Carlomagno, pasan siempre cosas raras Y es que resulta difícil encontrar otros precedentes entre las naciones milenarias de que un partido vincule su apoyo a al presupuesto gubernamental a que se conceda la licencia a un casino dotado con 300 mesas de ruleta y blackjack, amén de 1.200 máquinas tragaperras; tan difícil resulta que el único caso documentado en los anales del parlamentarismo moderno es el del PSC de Salvador Illa, que acaba de votar —en vano— a favor de las cuentas de Aragonès tras haber obtenido el compromiso firme del Gobierno de la Generalitat para instalar las ruletas y las tragaperras en Tarragona.

Pero en el País Petit no sólo los socialistas hacen cosas raras. Sin ir más lejos, un diputado autonómico de Vox sufrió un despiste justo a la hora en que estaba prevista la votación de los Presupuestos. Así, se ausentó del hemiciclo por error, lo que pudo haber provocado que el proyecto de mil millones de euros del casino continuase vivo, ya que sin su decisivo voto en contra el Gobierno se habría impuesto sobre la oposición; solo lo evitó que la presidenta de la Cámara, una diputada de Puigdemont, se percató de su ausencia y, sin dar explicaciones, ordenó aplazar unas horas la votación.

Y después están los de Colau, que también hacen cosas raritas. Porque son ellos los que le han tumbado las cuentas a Aragonès con la excusa de que el casino consumiría mucha agua, aunque yo creo que consumiría mucho más whisky. En cualquier caso, el casino habría consumido la misma cantidad de agua hace justo doce meses, cuando se votaron los Presupuestos del año pasado, que también contemplaban su aprobación. Y entonces los de Colau votaron a favor. Más conductas extrañas, sí. Hay quien barrunta que se trató de un chantaje para que la admitiesen como número dos de Collboni en Barcelona. Sea como fuere, no puede responder a la casualidad que la víspera de la aprobación de la amnistía en Madrid caiga el Gobierno de Cataluña. Somos Sicilia sin luparas.

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