
El próximo domingo, los españoles tendrán la oportunidad de ejercer un voto de castigo a Sánchez en unas elecciones que, aunque sean para elegir a los 61 eurodiputados españoles en Bruselas, el resultado será interpretado en clave nacional.
Después de las elecciones gallegas, vascas y catalanas celebradas a lo largo de los primeros cinco meses del presente año, está será la primera oportunidad, después de las elecciones generales del 23-J del pasado año, de votar en todo el territorio nacional con una circunscripción única.
La urgencia de desalojar al jefe del sanchismo de la Moncloa es una prioridad política para evitar que siga infringiendo el grave daño que ha causado a la convivencia entre españoles, a la igualdad entre los mismos, en definitiva, a la democracia que emanó de la Constitución de 1978.
El último y grave ataque de Sánchez a esos valores de libertad, igualdad, respeto a la Justicia, fue la aprobación la pasada semana de la Ley de Amnistía que se aprobó en el Congreso, con un evidente rechazo social, y sólo porque el jefe del sanchismo necesitaba los siete votos de Puigdemont para su investidura. Votos por impunidad.
Pero no es el único frente que tiene abierto Sánchez. Los casos de presunta corrupción que afectan a su partido —el mal llamado caso Koldo— o a su esposa, Begoña Gómez, son otro motivo para que todos aquellos ciudadanos que han votado al PSOE en las últimas elecciones generales, se lo pensaran muy mucho repetir ese voto el próximo domingo.
En que país con unos estándares democráticos normales, si la mujer del presidente es investigada por un Juez por presuntos delitos de tráfico de influencias, ¿eso no influye en la carrera política de su marido? ¿En que país, si la mujer del presidente es capaz de registra a su nombre un software que pidió que elaboraran tres empresas —Telefónica, Indra y Google—, cuando tenía que haberlo registrado a nombre de la Universidad Complutense donde se impartía su master, como así se lo advirtió un Vicerrector de dicha Universidad, su esposo no tendría que haber dimitido ya?
Pero en lugar de eso, el marido de Begoña Gómez se limita a decir que "no hay caso" o que todo es "fango, fango, fango" acusando al PP, a VOX, a los" pseudo medios", como él los llama, de ser los responsables de crear y remover ese fango. Argumento que es repetido como unos auténticos papagayos por ministros como Montero, Bolaños o Puente, o por ese portavoz "templado" que es Patxi López.
Por todos estos motivos, y por muchos más acumulados a lo largo de estos seis años que lleva en la Moncloa, el jefe del sanchismo se merece llevarse el próximo domingo una severa derrota en las urnas. Sólo si el PP logra una contundente victoria —digo el PP, porque aunque a VOX todas las encuestas le dan un buen resultado, en ninguna de ellas sale como el más votado— al jefe del sanchismo le podrán entrar algunas dudas sobre su futuro político a corto plazo. Acumularía de esa forma dos derrotas consecutivas en elecciones nacionales —la del 23-J del pasado año y la de este domingo— con lo que sería factible que se planteara un adelanto electoral.
Algunos piensan que el daño que ha hecho Sánchez en sus años de gobierno a la democracia es ya irreparable. Puede que sea verdad. En el caso de la ley de amnistía hay que confiar mucho en que los jueces en España y el Tribunal de Justicia Europeo sean un muro de contención. Pero también los ciudadanos pueden y deben parar esta deriva suicida del jefe del sanchismo. ¿Cómo? Castigándole el domingo en las urnas.
