El primer secretario del PSC, Salvador Illa, pretende obtener el apoyo de ERC para ser investido presidente de la Generalidad, pero ni participa en las negociaciones ni es tenido en cuenta para nada. De ahí que su propio grupo parlamentario sea el que encabeza una proposición de ley en el Parlament para favorecer a Carles Puigdemont y que el prófugo pueda delegar su voto o votar de manera telemática, como prefiera, hasta que la amnistía tenga plenos efectos en su caso.
El mismo grupo parlamentario del mismo partido que recurrió en la pasada legislatura autonómica el voto telemático del prófugo Lluís Puig ante el Tribunal Constitucional (que el pasado 5 de junio dio la razón al PSC al notificar que el voto del huido Puig era nulo) decide ahora hacer todo lo contrario en una iniciativa conjunta con los independentistas y los "Comuns", la facción regional de Sumar. La portavoz del PSC encabeza el escrito (en tanto que el suyo es el grupo con más representantes en la cámara) junto a las portavoces de Junts, ERC, los "Comuns" y la CUP. El texto es de una obscenidad mayúscula, a la altura del redactado de la ley de amnistía. Puigdemont es el centro de una proposición elaborada para que pueda votar como quiera. La iniciativa también incluye que la CUP tenga grupo propio aunque no le corresponda por número de diputados. Si queda alguien que se considera constitucionalista en el PSC el trágala de este viernes es épico.
Ese PSC que en 2017 pasaba por ser un partido contrario a la asonada separatista es hoy uña y carne con el separatismo y está dispuesto a hacer lo que sea con tal de mantener contentos a sus socios. Pero ese "lo que sea" tiene que ver con Pedro Sánchez, no con Salvador Illa. La iniciativa presentada este viernes en el registro del 'Parlament' es una concesión a Puigdemont que obliga a poner en cuarentena la posibilidad de que Illa logre los apoyos necesarios para ser investido presidente de la Generalidad. Y demuestra además que los socialistas están abiertos a cualquier cosa en las negociaciones que mantienen con Puigdemont bajo la supervisión de un mediador salvadoreño.
La proposición es de una grosería lacerante, una alfombra roja para el golpista Puigdemont, un especie de homenaje previo a su regreso y una humillación en toda regla para el verdadero constitucionalismo. El PSC nunca fue constitucionalista y ahora ni siquiera es independentista. Presumían de que ellos podían decidir en el PSOE pero que el PSOE no podía decidir en el PSC y en estos momentos están en manos de Sánchez, que a su vez está en manos de Puigdemont.
La posición es insostenible. No es que el Parlament sea un ejemplo de buenos hábitos políticos. Es todo lo contrario y estos enjuagues evidencian hasta qué punto la cámara autonómica catalana está lejos de los estándares democráticos más livianos. Como los socialistas y sus socios.

