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Voxemos: con Putin en la oposición, mejor que con el PP en el Gobierno

La ruptura unilateral de Vox con el PP está cuajada de mentiras, en el típico estilo comunista adoptado por Sánchez y por todo partido totalitario.

La ruptura unilateral de Vox con el PP está cuajada de mentiras, en el típico estilo comunista adoptado por Sánchez y por todo partido totalitario.
El líder de Vox, Santiago Abascal, junto al primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, en una imagen de archivo. | Europa Press

En una semana, sin consultar a las bases, al Consejo Nacional, ni siquiera a los vicepresidentes y consejeros afectados, Abascal y los de "muy arriba, que saben mucho", según dijo por Zoom el secretario General Garriga a los camaradas, siguiendo "una estrategia a largo plazo que lleva mucho tiempo fraguándose", han dejado a Meloni por Orban, o sea, Putin y ha dejado los gobiernos con el PP que Vox compartía o apoyaba en cinco comunidades autónomas. En un año, Abascal ha pasado de buscar las máximas cuotas de poder posibles en esas autonomías, más los ciento treinta municipios que gobierna con el PP, a pasar a la oposición… contra el PP. De las doce comunidades autónomas que la derecha ganó a la Izquierda, Vox ha dejado al PP en minoría frente a la Izquierda en cinco. De ser el tercer grupo en el Parlamento Europeo, el de Meloni ha pasado al cuarto, tras la defección de Vox y la incorporación de Le Pen, en favor del partido de Putin en la UE.

Meloni y Feijóo, dos enemigos de Putin

Antes de esta operación de indiscutible signo soviético, la peor enemiga de Putin en la UE era Meloni. Decidida partidaria de apoyar a Ucrania frente a la invasión rusa, la presidenta italiana era también una enemiga frontal de la Agenda 2030, ruina programada del campo y la economía de los países europeos y contraria a la política pro-aborto que, en Francia, asume Le Pen y en España era anatema para Vox. Lo peligroso para Putin era que Meloni podía arrastrar a varios países de la Unión Europea a apoyar sin fisuras a Ucrania, si Trump gana las elecciones de noviembre en los USA y hay una crisis dentro de la OTAN sobre la entrada de Ucrania como país miembro.

La estrategia de Putin es devolver Europa a las zonas de influencia que se repartían el comunismo y las democracias occidentales antes de la caída del Muro y de la implosión de la URSS. Y eso pasa por negar que los países que ayer estaban bajo el yugo de Moscú puedan unirse hoy a Occidente. "Patriotas por Europa" se llama el partido de Putin, pero lo que los une es la condena a los patriotas ucranianos que defienden sus fronteras de Moscú. O sea, que las fronteras son sagradas si no molestan a Putin. En ese caso, la paz se asegura derribándolas. Ese género de patriotismo es ahora el de Vox. ¿Y qué tiene en común Feijóo con Meloni? Que son enemigos de Putin. Y si el PP llegase al Gobierno, España sería un aliado de Zelenski, mientras que Sánchez depende de socios putinianos: los comunistas y Puigdemont.

Abascal sacrifica su proyecto nacional a sus pactos internacionales

La ruptura unilateral de Vox con el PP está también cuajada de mentiras, en el típico estilo comunista adoptado por Sánchez y por todo partido o secta de signo totalitario. La primera trola es decir que el PP es el que ha roto con Vox y luego decir que Vox no ha tenido más remedio que romper con el PP. ¿En qué quedamos? La segunda es que la razón de la ruptura es el pacto de PP y PSOE sobre los menas, cuando no ha firmado la Ley de Extranjería que pedía el PSOE y el PP hace lo que viene haciendo desde 2022, también en los gobiernos autonómicos con Vox: asumir parte de los que no caben en Canarias. En este caso, 370 menas, de 6.000 hacinados. Patriotismo sobre todo y España contra la invasión de ilegales, salvo en Canarias, claro está. Coherencia y principios, sobre todo principios, ahora llamados entremeses.

La tercera trola es que Vox había avisado de que si hacían causa común con el PSOE sobre los menas, romperían el pacto. Falso. Con el que hacía causa común el PP era precisamente con Vox. En el último año, en la comunidad más afectada, la de Valencia, donde la ruptura de la derecha es más grave, ha entrado un número impreciso de menas, como en todas. ¿Qué ha cambiado? Lo único que ha cambiado es Vox, que abandona la unión contra Sánchez para defender, dicen, "principios frente a sillones". ¿Habían abandonado antes por los sillones, los principios? ¿Qué principios les llevaban hace un año a pelearse por el número de cargos, en función de la responsabilidad que los ciudadanos les habían dado con su voto, y qué principios les llevan ahora a hacer lo contrario? ¿Los de Groucho Marx? Palabrería y demagogia aparte, lo cierto es que Vox formaba parte de la alternativa de Gobierno a Sánchez y se ha borrado de esa alternativa.

Putin, como Lenin, contra la socialdemocracia. ¿También Abascal?

De nuevo el argumentario de Vox es el comunista, acuñado por Lenin. La batalla en el POSDR contra los mencheviques la hizo el líder bolchevique para volar todos los puentes con la socialdemocracia. En Memoria del Comunismo cuento cómo su alianza con Plejánov, traductor de El Capital y padre del marxismo en Rusia, se rompe porque éste no lo toma en serio, una herida narcisista pero también ideológica. Lenin estaba en contra de toda alianza con los reformistas y buscaba tomar el poder en solitario si se daba una situación excepcional, que se dio: la Primera Guerra Mundial. Pero en Qué hacer, título copiado de la obra nihilista de Chernichevski, Dos tácticas de la socialdemocracia y El Estado y la revolución, deja claro que el proyecto es totalitario y que el partido debe seguir esa línea: pactar con los que favorezcan el plan, pero sin perder nunca de vista su fin.

La democracia para Lenin, como para el fascismo o el nazismo, era sólo una estación de paso, un accidente en el trayecto. Alcanzado el poder, Lenin y Mussolini por sendos golpes de Estado, y Hitler, por las urnas, se imponía liquidarla. Es que, en toda dictadura, sobra siempre la oposición. ¿Y Vox? ¿Ha abandonado la llegada al poder para reforzar y mantener la democracia o para destruirla una vez en él? Hasta ahora, todo le llevaba a lo primero, no sólo respetando, más que nadie, el sistema electoral, sino planteando el futuro como un proyecto de recuperación de las libertades que el socialismo, el comunismo y el separatismo, han conculcado. De ahí su apoyo a los que luchan contra el comunismo en Iberoamérica. Pero la ruptura con la oposición democrática en España y su alianza con Moscú es una burla al famoso Pacto de Madrid contra el comunismo. ¿Junto a Putin?

Todo lo que definía a Vox como partido para defender España se lo carga Abascal a la altura de las Canarias. Todo lo que ha dicho Vox contra el comunismo queda anulado al entrar en la internacional europea de Putin. Y con esos socios y rompiendo con la derecha clásica, de la que proviene, ¿cabe sostener que Vox plantea su futuro dentro de la democracia española? Si así fuera, no abandonaría las instituciones representativas, desde las que se configura la alternativa al gobierno de Sánchez. Ni renunciaría a tratar de imponer sus ideas, o una parte de ellas, para sustituir las actuales. Vox ha pasado a la clandestinidad. Como cualquier partido antidemocrático. Y eso no lo ha sido Vox en toda su historia. Ahora cabe sospechar que sí.

Un partido dirigido desde fuera del partido

Otra peculiaridad de Vox, sin la que no se explica su brusco viraje actual, (precedido por su aparatosa e inexplicada ruptura con el grupo Libertad Digital, tras fracasar en su intento de control editorial) es que la dirección del partido está dentro pero fuera del partido. Kiko Méndez Monasterio y, sobre todo, la familia Ariza, Julio y Gabriel, son, con Abascal, el verdadero núcleo de poder en Vox, que no es de Vox. Y que ha ido anulando las ideas de su fundación, como la defensa de la monarquía constitucional y la prioridad pactar contra la Izquierda, porque "diluyen la naturaleza de Vox".

¿Pero acaso no definen los órganos de representación la naturaleza de Vox? No. Abascal ha externalizado el área ideológica, entregándola a lo que los liberales expulsados de Vox llaman "la zona de confort de Santi", o sea, El Toro TV. Ariza defiende la línea oficial de Vox, sea la que sea, y recibe millones de euros a través de Tizona, donde a Gabriel Ariza le ha sucedido Méndez Monasterio como administrador único, ¡y no tenían nada que ver! Ese grupo en el que las quiebras tropiezan con los impagos fiscales es el baluarte de la defensa de los valores de Vox, aprendidos en unos cursos de formación, que, previo pago, imparte a los dirigentes de Vox sólo gente de fiar, de Marion Marechal a teóricos fichados de La Liga como Javier Tebas.

Entre los liberales que se despidieron o fueron despedidos de Vox suelen dar dos claves para explicar el viraje de Abascal: la primera es la fundación Disenso de la que es presidente vitalicio, que gastó once millones de euros, para combatir el comunismo a través de La Gaceta de la Iberosfera, en la que Tertsch y Girauta explicarán pronto cómo reforzar esa lucha con Putin. Y la segunda clave, aireada por Alvise, sería el crédito de nueve millones, de un banco sin nombre de un país sin identificar. ¿Hungría? ¿Rusia? Se entenderá la sospecha sobre su origen, tras abandonar a Meloni por Moscú.

Así, con estertores de secta, desaparece un partido al que muchos votamos para reconducir en un sentido liberal y nacional a la derecha, a un PP que Rajoy y Casado rindieron a la izquierda. Como Podemos, a Voxemos sólo le queda El Toro, el becerro de oro de Ariza, y la tropa de voluntarios o bots que escrachan con insultos al estilo de El Yunque lo que se publica u opina sobre la putinización de estos patriotas loritos, enemigos de los canarios. El cadáver de Vox prefiere estar con Putin en la oposición a estar en el gobierno con el PP. Nunca tanto se hundió por tan poco. La Grande Armée de Napoleón desapareció en el barro y la nieve de las rutas a Moscú. Pero Abascal no es Napoleón ni Putin lo condecorará como Stalin a Ramón Mercader, antes de mandarlo, polonio mediante, a la tumba donde yace junto a Kim Philby, modelo de todos los traidores a su patria y a Occidente, o sea, a la Libertad.

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