La llegada de la señora del presidente del Gobierno a los juzgados de la plaza de Castilla de Madrid ha vuelto a provocar una alteración tan desmesurada de los protocolos y prácticas habituales que ha quedado aún más claro que la primera vez que la Justicia no es igual para todos, que doña Begoña Gómez recibe un trato de favor tan inaudito como incomprensible y que el fin último de semejante despliegue de poderío no es otro que el de subrayar ante el juez instructor que su investigada no es una ciudadana cualquiera, sino la mujer de Pedro Sánchez.
Ese trato de favor es responsabilidad de la magistrada decana de Madrid, María Jesús del Barco, quien se ha postrado ante todas las exigencias de Moncloa. Así, la señora de Sánchez ha vuelto a entrar en la Audiencia por el garaje, en todo momento ha estado rodeada por personal de seguridad y lejos, muy lejos, de cualquiera que pudiera incomodar tan solo con su presencia a tan distinguido personaje. Es el caso de los periodistas, emplazados en una isleta en medio de la Castellana, con autocares pasando a pocos centímetros de los informadores, poniendo en riesgo su integridad y bajo una solanera abrasadora. Parecía tratarse de un escarmiento sugerido por el Gobierno por haber informado de las singulares actividades económicas de la señora Gómez, investigada de momento por corrupción en los negocios y tráfico de influencias.
La presencia de doña Begoña en la Audiencia de Madrid será recordada durante mucho tiempo por el despliegue de personal a su servicio, el esmero de la juez decana para hacer del trance una cómoda y agradable experiencia para la señora y su equipo. Todo facilidades para una investigada que lejos de colaborar con la Justicia se ha cerrado en banda a declarar aconsejada por el letrado Camacho, un exministro socialista convencido de que en España hay dos clases de ciudadanos, los socialistas y sus familiares y amigos y luego, el resto.
"Como es lógico, Begoña defenderá su honorabilidad y colaborará con la Justicia en todo lo que se la requiera para esclarecer unos hechos tan escandalosos en apariencia, como inexistentes", escribió Pedro Sánchez en la primera carta que dirigió a la ciudadanía antes de su retiro de cinco días. La señora Gómez está en su derecho de no declarar, pero eso contrasta con el guión trazado por su marido, el presidente. Ni ha defendido su honorabilidad ni ha respondido a las preguntas, lo que sugiere que su estrategia no contempla precisamente aclarar esos hechos "tan escandalosos en apariencia" a los que se refería Sánchez.
De las tortuosas relaciones de los socialistas con la Justicia no cabe inferir tampoco que Begoña Gómez vaya a colaborar en nada con la investigación que se sigue sobre sus impresionantes negocios y fructíferas mediaciones y recomendaciones. Lo que espera la investigada es una alfombra roja como la desplegada este viernes por la juez decana para acabar, en el peor de los escenarios, haciendo un "paseíllo" triunfal en el Tribunal Constitucional de Conde-Pumpido, especializado en borrar delitos socialistas y de afines.