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EDITORIAL

El Banco de España, al dictado de Sánchez

Sánchez pretende consolidar su poder al modo bolchevique/fascista: "todo en mi gobierno, nada fuera de mi gobierno, nada contra mi gobierno".

Se supone que el Banco de España es una entidad de derecho público con personalidad jurídica propia que por ley ha de actuar con plena autonomía respecto a la Administración General del Estado. Además, la Ley de Autonomía establece que el Banco de España es parte integrante del Sistema Europeo de Bancos Centrales (SEBC) y, como tal, está sometido a las disposiciones del Tratado de la Comunidad Europea y a los Estatutos del SEBC. Así, en el ejercicio de las funciones que se derivan de su condición de parte integrante del SEBC, el Banco de España se ajusta a las orientaciones e instrucciones del Banco Central Europeo sin que el Gobierno, ni ningún otro órgano nacional o comunitario pueda darle instrucciones y sin que este pueda recabarlas o aceptarlas.

Ahora bien. Esta independencia formal se ve en entredicho por el hecho de que el nombramiento de Gobernador de Banco de España es competencia del presidente del Gobierno, apariencia de independencia que, no obstante, se ha querido salvar tradicionalmente recabando el apoyo —si no expreso, al menos tácito— del principal partido de la oposición y no proponiendo para el cargo a personas que hubieran desempeñado cargos en el gobierno.

Ahora bien. Tal es la pulsión de Pedro Sánchez de poner a todas las instituciones del Estado y de la Sociedad a su dictado que ni siquiera se ha molestado en dar una apariencia de imparcialidad a su candidato a dirigir nuestro Banco Central, que no es otro que el actual ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, Jose Luis Escrivá, quien previamente había sido ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Nunca un presidente del Gobierno había nombrado hasta ahora a un gobernador del Banco de España, con el expreso rechazo del principal partido de la oposición, a alguien que, para colmo, es actualmente ministro.

Así, mientras parte de la derecha política y mediática se autoengaña con el espejismo de unas elecciones anticipadas para después del otoño, Sánchez pretende sobrevivir a las elecciones generales del 2027 consolidando su poder y su gobierno al modo bolchevique/fascista: "todo en mi gobierno, nada fuera de mi gobierno, nada contra mi gobierno". Y si eso pasa por nombrar a un ministro suyo como Gobernador del Banco de España, pues se hace como se hizo nombrando a una exministra suya como Fiscal General del Estado (Dolores Delgado) o a un exministro suyo vocal del Tribunal Constitucional (Juan Carlos Campo).

Tiempo habrá para analizar también el nombramiento de la magistrada izquierdista Isabel Perelló como nueva presidenta del CGPJ y del Supremo, por mucho que este nombramiento sea consecuencia de un acuerdo previo entre PSOE y PP para la renovación del Órgano de gobierno de los Jueces y por mucho que el perfil de esta magistrada haya abierto, en realidad, una guerra en el seno de la propia izquierda judicial.

Lo que no se puede negar es la evidente determinación de Pedro Sánchez de mantenerse como sea en el poder y la no menos evidente necesidad de acercamiento y de acuerdos entre PP y Vox, sin los cuales será imposible impedirlo, ni ahora ni en 2027.

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