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Pedro de Tena

El congreso purgante de la militancia socialista (que queda)

Este cuento de un PSOE democrático, que aún tiene creyentes, se habrá acabado en noviembre dando paso por fin al Partido Sanchista Obedecedor y Ex-Español.

Este cuento de un PSOE democrático, que aún tiene creyentes, se habrá acabado en noviembre dando paso por fin al Partido Sanchista Obedecedor y Ex-Español.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Cordon Press

Para los católicos, hay tres iglesias o estados de la iglesia o formas de ser la iglesia: la iglesia triunfante, la iglesia purgante y la iglesia militante. Como los socialistas españoles son más papistas que el Papa y han hecho filigranas por casarse con la Iglesia (lo que supone una dote considerablemente valiosa), que no por ella, o heredarla sin boda previa, cuando Pedro Sánchez ha convocado el Congreso de noviembre de este año, los más despiertos ya habrán pensado en tales conceptos.

En la liturgia católica y en sus catecismos, la Iglesia completa es la suma compleja y heterogénea de la Iglesia militante, los creyentes aquí en la tierra; la Iglesia purgante, los creyentes cuyas almas sufren y esperan en el purgatorio y la Iglesia triunfante, los creyentes que gozan ya bienaventurados. Pero todas ellas rinden pleitesía al único Dios en las interacciones enigmáticas del Cuerpo Místico.

Como los socialistas hace mucho que dejaron de creer en el Dios de los Católicos para creer sólo en su organización jerárquica unipersonal (lo del bien, la bondad y la belleza del comunismo final son meramente tonterías de un Marx judío, chocho y senil que no se dio cuenta como otros de que la lucha es permanente, aunque se gane la última guerra), aquí sólo quedan dos estados posibles de socialismo: el militante y el purgante.

La cuestión estriba en saber si el próximo mes de noviembre uno se va a encontrar, tras las sesiones de Sevilla, ciudad de inquisiciones y penitencias, en el grupo de militantes que serán sometidos a la purga por haber flaqueado en la fe en el poder triunfante del Único o haberse atrevido a abjurar de o a murmurar de él, o seguirán en el grupo cuartelario de afiliados-asalariados-colocados al que no se le cierran las puertas del cielo si bien no tienen ninguna posibilidad de ascensión al Olimpo sanchista, donde sólo puede quedar y va a quedar uno, a menos que ocurra un milagro, algo improbable en el PSOE.

Dicen que lo del Purgatorio lo inventó el concilio de Trento, porque algo hay que decir para hacer más negro lo que se ve negro. Pero, en realidad, era una tradición muy anterior como lo demuestra el hecho de que el Dante ya lo tuviera en cuenta en su Divina Comedia como una realidad espiritual intermedia sufriente aunque llena de esperanza. O sea que sí, que la Iglesia inventó el purgatorio, pero lo de las purgas socialistas y comunistas es harina de otro costal. En ellas, la esperanza es lo primero que se pierde porque no hay ni paz ni piedad ni perdón.

En el próximo mes de noviembre, el espectáculo sevillano no tendrá que ver con las viejas purgas del Moscú de 1937 y sus rituales —delaciones, acusaciones, torturas, confesiones y ejecuciones—, que eran terribles, dramáticas, crueles y definitivas para las víctimas. Ahora las cosas son más cutres, más mezquinas, más catetas aunque igual de impías.

Todo se reducirá a impedir que los malvados disidentes —traidores, vendidos, herejes—, asistan al cónclave. Si no pueden evitarlo, como en el caso de Castilla la Mancha, Aragón, Madrid y algunas otras federaciones y/o personalidades, se trabajará en firme para que sus cabecillas y figurones no vayan o queden en una exigua minoría, mínimo de 10-90.

Una vez terminada la purga, se pasará al ámbito regional y local donde, ahí sí, los cuchillos serán muy largos, fuera casi siempre de foco y la sangre correrá caliente pero silenciosa. Y al PSOE de Suresnes, del que ya apenas queda nada, no lo reconocerá ni la madre que lo parió. La razón, que pocos entienden bien, es que la organización del PSOE es su único capital y la única razón desde los tiempos de Pablo Iglesias Posse y que ya, desde entonces, para preservarla y acrecentarla era lícito llegar al atentado personal.

La decisión ya está tomada. Sánchez, cuya relación con la Historia parece que le preocupa y mucho, aprendió de su primera defenestración lo suficiente. Por ello ha decidido no querer ser sometido a una segunda que podría llevarle, no sólo a las cloacas del desprestigio moral y político donde ya se encuentra, sino incluso a procesos judiciales que podrían mutar sus sueños visionarios en pesadillas deshonrosas y exilios vergonzantes.

No, no. No es que lo sepa porque sea un sabio. Lo sé porque un tipo que para mantenerse en el gobierno ha sido capaz de destrozar la nación y aliarse con los diablos más canallas, ¿cómo no va a atreverse con un partido que ya ha devorado en buena medida para convertirlo en carne de cañón al servicio de sí mismo como Único? Aquellos que lo dejaron entrar, lo echaron y permitieron su vuelta (por memez de libro), vayan haciendo las maletas para el Purgatorio camino del Infierno.

Este cuento de un PSOE democrático, que aún tiene creyentes, se habrá acabado en noviembre dando paso por fin al Partido Sanchista Obedecedor y Ex-Español.

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