Isabel Díaz Ayuso daba comienzo al curso político en la Comunidad de Madrid con severas críticas a Pedro Sánchez, como no podía ser de otra manera después de la huida hacia delante que han supuesto los últimos meses del presidente del Gobierno, con el pacto para la independencia fiscal de Cataluña y la escalada de insultos y denuncias a los jueces que investigan la corrupción que lo rodea.
La presidenta de la Comunidad de Madrid ha demostrado prácticamente desde el primer día ser uno de los políticos que mejor entiende la forma de proceder de Sánchez, su falta total de escrúpulos y el riesgo que corre la democracia en manos de un arribista inmoral como el líder del Ejecutivo.
Ayuso también ha entendido que defender a los ciudadanos que la han votado, los madrileños, pasa por defender a España y su sistema de libertades, cosa que no todo el mundo en la oposición parece comprender. Y si alguno cree que en su pequeña taifa territorial o institucional sobrevivirá a la quiebra del sistema está muy equivocado.
En este sentido, la popular también ha aprovechado su intervención de este jueves para lanzar una advertencia a sus propios compañeros de partido y reclamar que no caigan en las trampas que con toda seguridad les tenderá Pedro Sánchez para poder justificar la financiación catalana.
Es cierto que hasta el momento los de Feijóo han mostrado un frente unido y sin fisuras en este asunto, pero no lo es menos que este frente no está dando la sensación de estar todo lo presto a la batalla que la extrema complejidad que la situación actual requiere. El PP ha mostrado en este sentido actitudes y sensaciones contradictorias y se diría que ha acusado la forzada baja de su líder durante unas semanas.
Así, por ejemplo, contradicciones como las que se han dado sobre si hay que llamar o no a Begoña Gómez a la comisión de investigación en el Senado —¡y por supuesto que hay que llamarla, para qué se ha creado la comisión si no!– lanzan un mensaje de debilidad y transmiten la sensación de que hay, al menos, una parte importante del partido que no logra entender en qué términos se juega la partida política en la España actual, que por desgracia no es una competición entre caballeros, sino una pelea a cara de perro con un grupo de arribistas sin escrúpulos dispuestos a todo.
La oposición, y esto también incluye a un Vox que ya no puede estar más desnortado, tiene que ser consciente de que en España no estamos decidiendo si las políticas públicas deben ser un poco más o un poco menos keynesianas, ni si se aplica la disparatada Agenda 2030 con un poco más o un poco menos de rigor, aquí nos estamos jugando la democracia y ante eso no puede haber momentos de descanso ni de duda.
De hecho, este mismo verano estamos viendo el ejemplo de lo que ocurre en Venezuela y cómo, por desgracia para el bravo pueblo venezolano, una vez perdida la libertad recuperarla cuesta, si acaso se consigue, muchísimo esfuerzo y no poca sangre.