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Pedro de Tena

Siete magníficas de la democracia española

Afortunadamente para la democracia española, hay hoy mujeres magníficas que defienden sus valores con dignidad y elocuencia.

Afortunadamente para la democracia española, hay hoy mujeres magníficas que defienden sus valores con dignidad y elocuencia.
La diputada del Partido Popular, Cayetana Álvarez de Toledo. | EFE

Escribió mi apreciado Rafael Sánchez Saus que "ni el mundo, ni la sociedad, ni el corazón del hombre son, ni han sido nunca, el escenario de maniqueísmo sexista que las femicomunistas diseñan como un recortable para niños". ¿Cuántas de ellas, para nada demócratas, genuflexas ante un macho alfa? Tampoco ha habido nunca tantas femisocialistas postradas ante un embustero sátrapa sin escrúpulos. Pero, afortunadamente para la democracia española, hay hoy mujeres magníficas que defienden sus valores con dignidad y elocuencia.

Hay muchas. Más de las que creemos, pero me limitaré a citar a siete —perdón a las demás—, que han logrado cierta notoriedad por sus méritos propios y por su valor en sí mismas. Primero, Cayetana Álvarez de Toledo, por su reciente discurso a favor de la Venezuela real y democrática y contra la tiranía golpista. Terminó así: "Esta es una batalla entre la civilización y la barbarie y la libraremos hasta la liberación definitiva de Venezuela".

Comenzó con esto: "Lo que es moralmente falso no puede ser políticamente verdadero… Lo moral es lo eficaz". Y añadió: "La verdad importa, sin verdad no hay democracia… ejemplo conmovedor de militancia democrática esas actas (electorales) son un símbolo de la batalla por la restauración de la verdad en la vida". Y más: "Venezuela es un frente en la defensa del orden liberal global. No es casualidad que Putin, China e Irán apoyen a Maduro".

Rosa Díez, exsocialista y fundadora de UPyD, en el Parlamento Europeo, dijo no haber pensado nunca que "tendría que tomar la palabra ante ustedes para pedir ayuda en defensa de las libertades de todos los españoles que están siendo conculcadas por el gobierno de Pedro Sánchez en coalición de intereses con comunistas, ideología como ustedes saben responsable de millones de crímenes de lesa humanidad".

Además, coaligado "con ultranacionalistas xenófobos que han dado un golpe contra la democracia desde Cataluña y con los herederos de ETA que en las últimas elecciones han llevado en sus candidaturas a más de 40 terroristas y culpan de sus crímenes a las víctimas", se ha propuesto una "transacción fraudulenta" con una ley de amnistía redactada "por el propio delincuente para borrar sus delitos".

Ya sé, ya sé, pero echo de menos a aquella sólida Macarena Olona cuando se preguntaba cuál era el problema de que hubieran espiado a Pedro Sánchez y algunos de sus ministros: "Poco, poco les han espiado porque representan una amenaza para el Estado español y el Estado está obligado a defenderse de las amenazas", y sumaba: "La violencia no tiene género, señorías". Lástima.

Isabel Díaz Ayuso, diana de tantos, sobre todo del PSanchismo, acaba de decir: "Hasta que Sánchez llegó al poder, la política era un ejercicio mucho más noble: se pactaba con los afines, se buscaba el bien común, se asumían las derrotas... Siempre se ha pensado que un líder tiene que ser justo y noble. Pero, ahora, a Sánchez y a las izquierdas les vale cualquier artimaña para mantenerse en el poder". Si lo sabrán ella y su familia.

Y ha ampliado: "Cuando la recaudación de una familia madrileña vaya a parar a la burguesía nacionalista catalana, ¿no les va a doler (a las izquierdas) ni un poco? O cuando inventan supuestos estados para llevarnos por la vía de los hechos a una República que nadie ha elegido, pero que hace trizas el Estado de derecho, la verdad y el dinero de los madrileños y del resto de españoles, ¿no les produce bochorno?".

María San Gil, vasca férrea, no se mordió la lengua en Santander hace unos meses: "El PP y Vox tienen una responsabilidad que trasciende a las siglas políticas. La responsabilidad es España y ya está… No estamos para estar como les digo: con divisiones." Desde el año 2004, culmina: "el Partido Socialista se ha metamorfoseado. Ya no es el partido socialista que llegamos a conocer en un momento y… Pedro Sánchez, bueno, pues necesita tener los votos de todos esos grupúsculos que le acompañan que da igual que sean nacionalistas que separatistas que independentistas que terroristas".

La valiente y trabajadora Maite Pagazaurtundúa, ya no eurodiputada de Ciudadanos, nada menos que en Rentería, retó: "Vosotros no sois antifascistas, sois matones abertzales. Yo no soy valiente. Nunca he sido valiente. Sólo he tenido un poquito de dignidad. He querido la libertad para todos, para vosotros también". Y culminaba: "Os tengo que contar (a los bilduetarras) que hay gente que no piensa como vosotros y que tenemos derecho a ser como somos porque eso es la libertad". Inmensa.

La catedrática Teresa Freixes no pudo ser más clara en El Confidencial: "Miles de empresas se han ido de Cataluña, de la misma forma que otras tantas, empresas e instituciones culturales, no desembarcan aquí porque el empobrecimiento mental y económico que ha supuesto todo este procés es tan evidente que, el que puede, se va de aquí o no llega porque se instala en otra parte. Empezando por la emblemática Caixa, que tiene su sede social en Valencia, hasta la cantidad de empresas de la franja de Aragón que se han trasladado allí porque les resulta más fácil operar. Es un empobrecimiento brutal que, delicadamente, se llama decadencia".

Mujeres extraordinarias ha habido muchas en España. Libros se han escrito. Pero hoy necesitamos visiblemente en la oposición contra un Gobierno enfangador a estas magníficas y a las que no caben en estas líneas. ¿Por qué no están continuamente en el primer plano? No quiero hacer comparaciones odiosas. ¿O tal vez debería?

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