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Agapito Maestre

El Tribunal Supremo, un signo de esperanza democrática

He ahí un signo para decir: España tiene solución. Hay personas que creen en su destino: impartir Justicia.

He ahí un signo para decir: España tiene solución. Hay personas que creen en su destino: impartir Justicia.
Fachada del Tribunal Supremo. | EFE

La desconexión entre la sociedad española y el sistema de partidos políticos empieza a ser alarmante. Sobran ejemplos para justificar mi afirmación. Miremos al gobierno. El Ejecutivo de Sánchez está fuera de sí. Es el reflejo de un sistema político bloqueado y, por lo tanto, inservible para servir a la ciudadanía. El divorcio es casi total entre el mundo de la administración de justicia y el poder Ejecutivo cuyo presidente, Pedro Sánchez, es incapaz de autolimitarse a la hora de acosar a jueces y fiscales y, naturalmente, para descalificar las resoluciones judiciales del Tribunal Supremo.

El Presidente del Gobierno, lejos de colaborar con la Justicia, la persigue. Sus ministros solo tienen una consigna: atacar al juez que instruye la investigación contra la esposa de Sánchez por varios presuntos delitos. Mientras que hace unos años resultaba extraño que un miembro del Gobierno criticase públicamente a las instituciones que impartían Justicia, hoy se ha hecho cotidiana esta forma de actuar. Se ha convertido lo excepcional en normal, lo extraño en cotidiano y lo perverso en razonable. Vivimos, sí, encanallados, porque un Jefe del Gobierno, junto a todos los partidos que lo mantienen en el poder, pretenden mantenerse en el poder sin otra legitimación que el engaño y la mentira contra el Poder Judicial, por no hablar de las medidas cada vez más fuertemente intervencionistas que están empobreciendo a un ritmo trágico las economías domésticas de los españoles.

Sin embargo, en este contexto de encanallamiento generalizado en el funcionamiento de las instituciones del Estado de derecho, hay algunos ámbitos de la Justicia que resisten con dignidad e inteligencia frente a los intentos del Poder Ejecutivo por devorarla. Se diría que la Justicia aguanta, y dicta, por ejemplo, resoluciones contra la inconstitucionalidad de la ley de Amnistía que serán dignas de estudiarse en las mejores universidades del mundo. He ahí un signo de esperanza democrática. La resolución del Tribunal Supremo ratificando la decisión de no amnistiar el delito de malversación a los líderes separatistas condenados por el procés, entre ellos el exvicepresidente Oriol Junqueras, es digna de estudiarse con atención. Es toda una lección de jurisprudencia y de filosofía del derecho. La Sala de lo Penal ha rechazado los recursos de súplica del propio Junqueras y los exconsejeros Raul Romeva, Jordi Turull y Dolors Bassa contra la decisión del Alto Tribunal que consideró que la malversación estaba excluida de la Ley de Amnistía.

El Gobierno estaba criticando, o mejor dicho cuestionando al Alto Tribunal al decir que estaba "incumpliendo la voluntad del legislador" al no amnistiar a los delincuentes separatistas. Frente a esa acusación, el auto del Supremo ha respondido de modo impecable: "Solicitar de esta Sala que interpretemos la ley de Amnistía sin otra referencia que la que proporciona la voluntad del legislador es pedir que abdiquemos de nuestra función como jueces. No basta con la voluntad política para amnistiar un hecho. Es necesario que el texto legal que traduce ese ideario defina su ámbito objetivo con la precisión reforzada que es exigible a una norma que tan radicales efectos va a producir en principios estructurales del proceso penal". Más todavía: "La imagen del juez como boca muda que debe limitar su función a proclamar consecuencias jurídicas que fluyan de la literalidad de la norma representa una imagen trasnochada que los recurrentes presentan ahora como el ideal democrático de una Justicia respetuosa con el poder legislativo". He ahí toda una lección sobre la autonomía del Derecho y, sobre todo, de resistencia a un Ejecutivo que pretende situarse por encima de cualquier instancia legal. He ahí un signo para decir: España tiene solución. Hay personas que creen en su destino: impartir Justicia.

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