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El Comité Funeral del PSOE debería serlo de Sánchez

Del entierro de la guerra, el PSOE ha pasado a la exaltación de las checas.

Del entierro de la guerra, el PSOE ha pasado a la exaltación de las checas.
Pedro Sánchez, durante el desfile del Día de la Fiesta Nacional. | EFE/Chema Moya

El 20-N es la fecha de tres muertes, las José Antonio, Durruti y Franco, las tres de gran simbolismo político. La de Durruti, líder de la CNT-FAI, fue por un accidente de su escolta en el frente de Madrid; y la de José Antonio, fundador de Falange Española y encarcelado ilegalmente por el Gobierno del Frente Popular desde antes de la guerra y fusilado por otro gobierno del Frente Popular por participar en un alzamiento en el que nunca pudo estar. El mismo día de 1975, murió en la cama Franco, gran superviviente de una guerra civil que Durruti y José Antonio vieron venir, pero apenas vivieron. La Constitución de 1978 enterró el cadáver de aquella guerra fratricida, un milagro para los que se asustan de la polarización política de hoy. ¡Y tanto! Del entierro de la guerra, el PSOE ha pasado a la exaltación de las checas.

No sé si el Congreso Federal del PSOE, el 29 y 30 de noviembre celebrará la clausura el 1 de diciembre prohibiendo la Fundación Francisco Franco. Desde luego, será la forma perfecta de sepultar el Congreso de Suresnes, del que se cumplen cincuenta años justos. Aquel Congreso, un año antes de la muerte del dictador, escenificó el conflicto del PSOE "del interior" y el del exilio, e iba a ser el de la elección como secretario general de Nicolás Redondo, pero acabó siendo el de la entronización de Felipe y Guerra, que según denunció Pablo Castellano, cortó el hilo del micrófono para acallar a los que intentaron obstaculizar su asalto al Poder. Sólo Redondo Urbieta pudo hacerlo, pero reconoció que Felipe tenía dotes para el liderazgo del partido de las que él carecía. Lamentable, pero cierto.

Y así fue cómo el partido que provocó la Guerra Civil y desapareció en la dictadura, se reinventó y lo reinventaron, para evitar una hegemonía comunista, a la italiana, en el postfranquismo. En la reinvención colaboraron desde el SECED de Franco, escoltando discretamente a Felipe a Suresnes —lo cuenta San Martín en sus Memorias—, a los sindicatos AFL-CIO, norteamericanos y anticomunistas, cuyos fondos reenviaba a Felipe la socialdemocracia alemana, de Brandt, de Pfingsten, de Flick y… de Flock.

El PSOE, en manos del comunismo, como en 1936

Cincuenta años después de Suresnes, el PSOE de Sánchez tiene como socio de Gobierno a todos los comunistas de dentro, de la ETA al PCE, y está aliado a todos los comunistas de fuera, de Putin a Maduro. Zapatero liquidó el PSOE atlantista de Felipe y reivindicó a Largo Caballero, el PSOE de las checas enfeudado a Stalin, y Sánchez, falto de votos, se ha unido al hampa comunista para seguir en el Poder y robar a cuatro manos, junto a su Delcy.

De casta le viene al galgo. El PSOE salió de la primera línea de la política española perpetrando el mayor robo de nuestra historia, desde el oro del Banco de España, entregado a su mentor Stalin, hasta las cajas de seguridad de los montes de piedad, donde guardaban sus ahorros los más pobres. El mayor ladrón de nuestra historia es el presidente Negrín y el segundo, su ministro Prieto, que robó a Negrín el tesoro del Vita, parte de lo que Negrín había robado a miles de españoles durante la guerra civil.

En la reinvención del PSOE, elegido para ser la alternativa de poder en el régimen democrático que debía implantarse tras la muerte de Franco, hubo una campaña, la de los "Cien años de honradez", diseñada por Pilar Miró, que le pintó canas a Felipe para que no se pareciera tanto a el Puma. Debajo se pintaron muchas apostillas, sobre todo, estas dos: "Y cuarenta de vacaciones", por su desaparición en la dictadura, y esta, profética: "Y ni un minuto más". Efectivamente, desde la primera legislatura de González y, sobre todo, de la segunda a la cuarta, los escándalos de corrupción llegaron a no ser casi noticia. Robaron tanto y con frenesí, pero todavía estuvieron a punto de ganarle a Aznar en 1996, porque ya existía la indiferencia de sus votantes ante la corrupción de los suyos, que llega hasta hoy, con Sánchez.

Todo viene del felipismo, pero muy empeorado

La corrupción actual es hija de la anterior, pero peor. En el felipismo, si se les descubría, les echaban; ahora, ellos intentan echar al que los denuncia. La Ley de Regeneración Democrática no se urdió para tapar lo que había salido de Begoña, sino para tapar lo que iba a salir sobre Sánchez y todos sus ministros, amén de las instituciones del Estado que han corrompido. La más señalada, la Guardia Civil, cuyo honor han salvado los investigadores de la UCO inculpando al director General. Y, de paso, vengando a Pérez de los Cobos y Sánchez Corbín, víctimas de los infames Marlaska y Sánchez. Felipe y Zapatero fabulaban o huían de sus responsabilidades delictivas. Sánchez, primero, miente como un bellaco y luego presume de sus delitos.

Viendo la reacción del Gobierno, absolutamente pasmado al publicar los pseudomedios las revelaciones de la UCO que identifican a Sánchez como el jefe de una banda transatlántica junto a Delcy Rodríguez, está claro que el sanchismo no tiene capacidad de reacción, por lo que, en otros tiempos, el PSOE habría convertido el Congreso Federal de Noviembre en el funeral de despedida de Sánchez y la elección de un nuevo liderazgo para las inmediatas elecciones generales. Quedan dos meses y nadie sabe qué pasará, pero lo previsible en Sevilla, mal sitio para regenerar el PSOE, Sánchez sea aclamado como líder moral, plurinacional e internacional. Salvo accidente o huida a la francesa del caníbal, sus devoradas víctimas, como adelantó Bolaños, morirán como los seguidores del Reverendo Jones en la Guyana, junto a su Profeta y, tal vez, esperando a los extraterrestres.

La foto movida de una película de terror

Es difícil hacer, en esta película de carreras y frenazos, la foto de la crisis en que estamos y lo que cabe esperar del Gobierno, es decir, del amo, el marido de Begoña, profundamente enamorado también de Delcy. Rubén Fernández, el gran cronista en LD de las diarias fechorías y ruindades del Gobierno, que no le ha concedido la palabra en casi dos años, me dio una pista al hablar en su último texto del próximo Congreso Funeral del PSOE.

Lo malo no es que el partido llegue muerto a finales de noviembre, es que todo apesta los enterradores son cadáveres, y los votantes, almas en pena, capaces de votar lo que sea, pero ya sin capacidad de botar ni a su verdugo.

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