
A moro muerto, gran lanzada, con perdón por la islamofobia, pero es que es imposible no acordarse del refranero tras el aleccionador espectáculo de la dimisión de Mr. Núcleo Irradiador. Hordas de periodistas, militantes y políticos afilando las hachas y hasta las sierras mecánicas para arrearle con todas sus fuerzas al árbol caído del niño prodigio de la Nueva Política. Pero entre tanta astilla voladora y serrín derramado, ¿qué demonios es lo que ha hecho Errejón para tener que salir de la política sujetándose los pantalones y por la puerta del servicio?
Unas horas antes de que el Milhouse de Aravaca perpetrara su carta de despedida, la periodista Cristina Fallarás publicó una captura de pantalla en su cuenta de Instagram. En ella una mujer anónima acusaba a "un político muy conocido" residente en Madrid de ser un maltratador psicológico, y explicaba en qué consistía el maltrato: "ser extremadamente simpático inicialmente para engancharte"; "te muestra afecto e incluso te hace proposiciones de relación y a las dos horas te echa de casa"; "te castiga con silencio o indiferencia". En ningún momento se menciona al ya ex portavoz de Sumar en el Congreso, pero las redes son lo que son y los tuiteros somos una manada de hienas sedientas de sangre y memes, así que en lo que se tarda en pegarle una patada a un anciano todo el mundo daba por hecho de quién se trataba.
Esto es todo lo que había contra el Pequeño Trotsky en el momento de su dimisión. Un comentario anónimo donde no se mencionan nombres y que en el peor de los casos describe a un cretino con ínfulas, no a un delincuente. Sobre Begoña Gómez hay unas seiscientas toneladas más de estiércol y su marido la sigue llevando a los mítines. Pero esta no era la primera vez que alguien lanzaba una acusación de acoso o abuso contra el niño pera. En junio del año pasado otra anónima afirmó en equis-antes-conocido-como-Tuíter que Errejón le había metido mano en un concierto, y que para añadir insulto al oprobio, una diputada de Más Madrid (Loreto Arenillas, por entonces jefa de gabinete de Errejón) contactó con ella para "mediar" y "buscar una solución", pero evitando "el escarnio público". Aquella denuncia tenía mucha más enjundia que la publicada esta semana. No sólo aportaba un marco temporal y geográfico concreto (un concierto en Castellón) y unos hechos claros y específicos que además sí son delito, sino que se extendía a más miembros de la coalición gubernamental. Sin embargo, nadie la investigó, ni dentro ni fuera de Sumar o Más Madrid. Ningún periódico se hizo eco de aquello, que se quedó dentro de los muros de Tuíter para consumo interno del Team Facha. Curiosamente esta semana, con el adulto inconcluso ya dimitido, la misma prensa gubernamental que ignoró olímpicamente aquella historia de repente se ha acordado de ella y la menciona como antecedente directo de los hechos luctuosos que al final han dado con los huesos de Errejón fuera de la política. Sin embargo, no se menciona el supuesto papel de la diputada, que sigue siéndolo, en aquel asunto aparentemente turbio. A los propios sólo se les critica cuando caen, ni un segundo antes.
¿Es realmente Errejón una bestia parda sexual que va empotrando a cuanta hembra en edad de merecer se encuentra en el camino sin preguntar ni dar los buenos días ni preparar café ni hacer la cama a la mañana siguiente? No sería el primer caso, ni el número 50.000, de prominente feminista que les muestra a chicas jóvenes lo maduras que son para su edad. La actriz y presentadora Elisa Mouliaá presentó una denuncia en comisaría a las pocas horas de explotar el Errejongate, detallando actitudes del Owen Jones de Hacendado que, estas sí, parecen delictivas de ser ciertas. La justicia dirá, y ya veremos si salen más cosas. Errejón no reconoce ningún hecho concreto en la carta que asestó al público indefenso, más allá de haber llegado "al límite de la contradicción entre la persona y el personaje", pero eso, vamos a ser sinceros, es lo normal en su espacio político. Ahí tenemos a Ábalos en el Milady Palace de Puerto Banús y a Iglesias en Villa Tinaja. La dirección de Sumar ha filtrado que Errejón habría reconocido los hechos, pero no especifica cuáles hechos. Sé que hablar de piolets y de purgas cuando un comunista cae en desgracia es un recurso muy fácil, pero es que la confesión voluntaria de "hechos moralmente reprobables" y "actitudes machistas", así en general, tiene todo el aire de un proceso moscovita de los años 30. "Hice cosas malas contra el pueblo y contra el partido, camarada. Cosa horribles e inespecíficas que no voy a mencionar".
Las preguntas son: ¿por qué Errejón y por qué ahora? Cuando Pablo Iglesias dimitió de sus cargos en marzo de 2021 dijo que lo hacía "para frenar a la ultraderecha en la Comunidad de Madrid". Nadie con dos dedos de frente se puede creer esa fantasmada, un comunista ególatra dimitiendo de la vicepresidencia del gobierno para quedar quinto en unas elecciones regionales. Es evidente que había otras razones detrás, aunque no sepamos cuáles (yo tengo dos teorías: Altas Traiciones o Bajas Pasiones). El caso del adolescente cuarentón me recuerda vagamente a aquello. Puede que al Dorian Gray chavista se lo hayan cargado sólo porque el rastro de sus metidas de pata y de lo que no es la pata fuera ya imposible de barrer bajo la alfombra. Pero si es el caso, muchos periodistas, compañeros de partido, asesores, tertulianos y opinólogos deberían explicar por qué durante años no han dicho una sola palabra, pese a que, a juzgar por lo que el propio gremio lleva diciendo desde el jueves, los excesos amatorios del eterno teenager eran un secreto a voces dentro de la organización. ¿Por qué lo han tapado? ¿Tanto poder acumulaba un mediopolvo intelectual y físico como Errejón como para que aparentemente se dedicara a dejar cadáveres sexuales a su paso como Gengis Kan camino del Danubio sin que nadie dijera una sola palabra? ¿Por qué, en el nombre de los testículos del Minotauro, Yolanda Díaz le hizo portavoz de Sumar en el Congreso en enero de este mismo año? ¿Y qué hay del supuesto papel de la fixer sumatoria, la diputada Arenillas? Si con Errejón callaron todos, todas y todes hasta la décima de segundo exacta en la que dejó de tener poder, ¿qué casos nos está ocultando la omertá progresista ahora mismo? ¿Volveremos a escuchar de aquella moza que contaba a quien quisiera escucharla que Juan Carlos Monedero era un sobón con sus alumnas y que Pablo Iglesias le propuso ir al baño a "refrescarse"? Quién sabe.