
Si alguien lo ponía en duda, los acontecimientos inesperados ocurridos durante la DANA y después, han demostrado que lo que se da en llamar "el centro derecha", esto es, el PP y algunos satélites regionales, resulta fácilmente derrotable para la izquierda organizada. Si lo piensan con detenimiento, concluirán que han bastado unos pocos días para que la vanguardia de esta izquierda, ahora PSOE y Moncloa, hayan destruido con suma facilidad el "relato" de una cúpula que parece no tener ni idea de quién es su enemigo.
Digo enemigo, y no adversario, y lo digo con intención. Argumentaba Stuart Mill que en una democracia que se precie no debe considerar que la oposición de un adversario al propio proyecto político es fruto de la mala intención. Pero Mill hablaba de una democracia ideal que era el marco donde diferentes opciones competían respetuosamente por servir mejor y más eficazmente a los intereses generales.
Es admirable el candor de un teórico de la libertad, a la que defendía con pasión, que pareció no tener en cuenta que, desde el siglo XIX, la democracia como mecanismo de resolver tensiones y problemas hacía tiempo que había sido puesta en cuestión por una izquierda para la que las costumbres del fair play, el juego limpio y la atención a la verdad sin concesión alguna a la mentira o a las propagandas negras, grises o blancas ya habían sido desechadas.
De hecho, las democracias "liberales" que caracterizan por ahora el modelo euro-occidental de la vida política consideran que su moralidad es tan superior y sugestiva que no debían sentir miedo alguno porque los partidos de fines antidemocráticos y totalitarios fuesen legalizados y admitidos en su seno. Salvo Letonia, Lituania, Estonia, Ucrania y, en parte, Alemania, los partidos comunistas no están prohibidos a pesar de su condena política formal. Aunque ni Gran Bretaña ni Estados Unidos los prohibieron, su legislación fue sumamente hostil a su presencia pública.
Con todo, Mill, que no era tan tonto, animó a sus lectores a imitar a Cicerón, no por lo de hablar bien (única cualidad que hoy se exige a un político), sino por estudiar detenidamente al adversario. De hecho, dice que estudiaba las tesis y argumentos del oponente con mayor atención que la que prestaba a los propios. Desconocer al enemigo, no en general sino minuciosamente, es síntoma de una miopía fatal que conduce a la derrota.
Lo que hemos visto desde finales de octubre es cómo el "centro derecha" representado por el PP ha sido vapuleado tácticamente por la izquierda social-comunista que es capaz de usar todos los medios y todas las trapacerías y estafas jurídico-políticas. No es nuevo. Ya lo vimos cuando la OTAN, de entrada no, cuando la guerra de Irak, cuando el 11-M y ahora, muy evidentemente, con una DANA que ha dejado 218 muertos y una impresión internacional de inoperancia.
Parecía claro, desde el principio, leyes en mano, que el principal responsable de la mala gestión de la alarma y la protección de los ciudadanos era el gobierno de España, cuyo presidente bailaba en la India con Begoña mientras el agua asesinaba aquí, cuyo ministro del Interior no se hizo cargo de su responsabilidad, cuya ministra de Defensa no actuó y cuya ministra responsable del ramo y vicepresidenta tercera, estuvo diez días sin aparecer. Incluso hubo una esperpéntica espantá de un Sánchez ante la digna presencia de un Jefe del Estado.
El estado del ánimo nacional se reflejaba en las encuestas: subían el PP y Vox hasta un nivel muy superior a la mayoría absoluta(se ha llegado al máximo de 191 escaños). A las muchas mentiras y manipulaciones del gobierno, la tragedia de las riadas sufridas parecía que evidenciaba el fin del régimen sanchista y la expectativa de un nuevo gobierno capaz de enmendar tanta ignominia y desigualdad.
Pero entonces ocurrió lo inesperado: la habilidad táctica y amoral de una izquierda social-comunista desesperada —como en el 11-M—, se encontró con la comida secreta de Carlos Mazón y a partir de ese hecho esencial, impropio desde luego pero mucho menos grave que cualquiera de los protagonizados por los responsables del Gobierno, la izquierda está logrando destruir el "relato" veraz de los hechos e imponer el espectáculo mendaz de su infamia.
Se ha llegado tan lejos que la secretaria general del PSOE en Valencia, Diana Morant, ministra además del gobierno ausente, ha pedido la destitución inmediata de Carlos Mazón y la convocatoria de elecciones. ¿Han escuchado ustedes al PP pedir la dimisión inmediata de Pedro Sánchez y sus ministros señalados por haber incurrido en la mayor de las irresponsabilidades conocida en décadas y la convocatoria de elecciones? Pues eso.
La superioridad táctica de una izquierda sin escrúpulos en España es indiscutible y la mucha España que vota al PP advierte cada vez más que tiene un problema de comprensión de la realidad, hasta de la propia, y un desconocimiento minucioso del enemigo, sí, enemigo. Ya verán cómo en próximas encuestas el centro derecha bajará y la izquierda más dividida, pervertida e incapaz logrará estar a punto para las próximas elecciones. Es lo que hay y no se le ve remedio salvo que el terremoto americano, Trump-Milei, obre milagros.