El calentamiento global es el comodín con el que la izquierda disfraza sus torpezas y el pretexto utilizado para eludir responsabilidades cuando ocurren tragedias como la pasada gota fría. El propio presidente del Gobierno, gran defensor del alarmismo climático que tanto daño está haciendo a las sociedades occidentales, atribuyó las muertes por la DANA a los cambios del clima provocados, según la vulgata izquierdista, por la acción del hombre y el sistema de libre mercado. Pero esa propaganda nefasta, que se atreve a utilizar las vidas de más de doscientas personas para alimentar sus campañas apocalípticas, contradice los datos reales y las premisas más elementales de la Ciencia, que rechaza de plano la consigna de que la pasada gota fría ha sido producto del calentamiento del planeta.
Los científicos agrupados en la recientemente creada Asociación de Realistas Climáticos (ARC) han demostrado que los fenómenos de gota fría se han producido siempre, sin que se aprecie relación alguna entre su frecuencia y los cambios del clima. De hecho, en los últimos siete siglos se han producido nada menos que 26 inundaciones en esa zona del Levante, una media de una cada veinticinco años, con temperaturas completamente distintas a las actuales, lo que indica que estamos ante un fenómeno mucho más complejo de lo que la izquierda y los ecologistas pretenden despachar. En concreto, explican los científicos, la gran mayoría de las inundaciones "tuvo lugar durante la denominada Pequeña Edad de Hielo (s. XIV-XIX), cuando la temperatura era de hasta 2°C por debajo de la actual, el mar Mediterráneo estaba considerablemente más frio y la concentración de CO2 en la atmósfera era un 33% más baja".
Hasta el propio Panel Intergubernamental para el Cambio Climático, el organismo creado por la ONU para aterrorizar a la población mundial en beneficio de los gobiernos, reconoce en un informe reciente que "no existe evidencia suficiente para sostener que esté cambiando la frecuencia de las riadas y otros tipos de inundaciones". Y es que las muertes relacionadas con el clima han descendido más de un 90% en el último siglo, lo que contradice nuevamente la teoría izquierdista de que los fenómenos climáticos están matando cada vez a más gente en todo el planeta.
El Gobierno atribuye al cambio climático lo ocurrido en Valencia para ocultar su desidia a la hora de proteger la vida de los ciudadanos. A través del ministerio de Transición Ecológica se tendrían que haber realizado las necesarias labores de prevención, para que las riadas, que siempre van a producirse, no tengan como resultado la destrucción económica y la pérdida de vidas humanas que hemos visto en la provincia levantina. Teresa Ribera sabe mucho de esto último, dado el rechazo a las obras hidráulicas que ha caracterizado su gestión al frente de las competencias de medio ambiente.
Una de estas infraestructuras, la presa de Cheste y la posterior canalización de aguas desde la rambla del Poyo hacia el cauce del Turia, podría haber evitado las consecuencias catastróficas de la DANA o, al menos, paliado en gran medida sus efectos devastadores. Pues bien, como explicamos en Libertad Digital, Ribera proyectó como secretaria de Estado de Cambio Climático en el año 2011 esas obras que, sin embargo, no ha ejecutado durante los 6 años que lleva siendo ministra para la Transición Ecológica, en consonancia con la ideología ecologista que profesa y los mandatos provenientes de la Agenda 2030.
Pero aunque Sánchez mienta y Ribera guarde silencio tratando de huir a Europa, el ecologismo descerebrado y la incompetencia de la clase política es lo que mata a la gente; no el cambio climático, como asegura el presidente del Gobierno para zafarse de su responsabilidad en una tragedia que ya se ha cobrado 219 vidas humanas.

