Jamás la celebración del congreso de un partido político —incluido el propio PSOE— ha sido inmediatamente precedida por tal sucesión de escándalos como los que se están produciendo en los días previos al 41º Congreso de los socialistas que dará comienzo este mismo viernes. Así, a las explosivas declaraciones de Víctor de Aldama, que ha señalado la corrupción de los más altos cargos del partido y del gobierno, le ha sucedido el informe de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil que detecta una "participación preeminente del fiscal general del Estado", Álvaro Garcia Ortiz, en la delictiva filtración denunciada por la pareja de Ayuso; gravísima noticia que, a su vez, ha precedido a la de que los correos electrónicos que la propia Begoña Gómez ha aportado al juez Peinado la incriminan por recurrir a una asesora de Moncloa para las gestiones de su Cátedra en la Universidad Complutense de Madrid.
A este último respecto cabe señalar que, si bien en el sumario ya figuraban otros correos electrónicos que incriminaban a Begoña Gómez por estos mismos hechos, la novedad radica en que estas nuevas pruebas han sido aportadas por la propia esposa de Pedro Sánchez. Y es que, con la vana pretensión de demostrar con dichos email que Gómez sólo firmó "el pliego de prescripciones técnicas" del software que se desarrolló para su máster en la Complutense porque "así se lo indicó expresamente" la Universidad, lo que ha dejado de manifiesto el abogado de la esposa de Sánchez es que un cargo público, como es la asesora de Presidencia de Gobierno, Cristina Álvarez, figuraba entre los destinatarios de los mensajes enviados a la mujer del presidente para un negocio o actividad profesional privada.
Para colmo, en el escandaloso asunto de la cacería política contra Ayuso, el secretario general del PSOE de Madrid, Juan Lobato, lejos de amilanarse, ha desafiado este martes a la dirección de su partido al denunciar "la reacción/linchamiento" que ha sufrido "por parte de algunos dirigentes de mi partido" al tiempo que manifestado que "si lo que me dijo desde Moncloa era falso, sería grave.
Si tenemos en cuesta la citación como testigo del dirigente de los socialistas madrileños, que depositó ante notario unos mensajes intercambiados con un cargo de La Moncloa en los que se abordaba el correo filtrado del novio de Ayuso, que declarará ante el Supremo el mismo viernes que arranca el Congreso de su partido.
Aun así, que nadie se llame a engaño: aunque tamaña sucesión de escándalos pondría en riesgo la celebración de un congreso o la reelección de un líder político si no se tratara del PSOE y de Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno ha conseguido que su "Manual de Resistencia" y su "prietas las filas" sea el único código deontológico de todo su partido. Y es que si la reacción de la cúpula del PSOE ante las dudas de Lobato respecto a la licitud de lo que se le filtraba desde Moncloa, es ciertamente propia de una organización mafiosa, tal y como ha denunciado VOX y el alcalde de Madrid José Luis Martinez-Almeida, no lo será menos la celebración del Congreso que este fin de semana consagrará, a la búlgara o la siciliana, a Pedro Sánchez al frente del partido.

