
Alberto Núñez Feijóo vive instalado en un uy, en un casi por el que se termina escabullendo, hábil y vilmente, el marido de una mujer imputada por tráfico de influencias, corrupción en los negocios, intrusismo laboral y apropiación indebida que, en las inmediaciones lejanas –disculpen el oxímoron, pero ya saben del vasto y obsceno dispositivo policial desplegado– de los juzgados de Plaza de Castilla, era aclamada este mismo miércoles a los gritos de "sí, sí, sí, Begoña ya está aquí" y "Begoña a prisión". Al líder de la oposición no le entra en la sesera la idea de que, por ahora –mañana ya se verá–, Ábalos, Koldo o Santos Cerdán no son más que carne de gambito, meros peones sacrificables; que la clave, el jaque que puede decidir la partida, pasa por la reina, o sea, por la "presidenta del Gobierno", según Patxi López. En la sesión de control, el alfa genovés movió ficha –mencionó la declaración de la esposísima–, mas no concluyó la jugada –no dijo explícitamente que quien declaraba era la esposísima ni hurgó en la herida–. También recurrió a la tijera sin punta de la pobreza infantil. Al menos, no invocó al sacrosanto Diecónomis.
Días después de que varios medios publicaran que Moncloa acusaba a los jueces de no completar la Transición, Feijóo le preguntaba a Sánchez si "piensa que los jueces no han completado la Transición". En fin. Le reprochó que se hiciera "la víctima frente a los jueces", cantó el estribillo inane de que "estamos en un Estado de derecho a pesar de usted" y, cuando parecía que se disponía a interpretar La valquiria, se quedó en El otoño de Vivaldi: "Hay otra declaración por cuatro delitos en los juzgados de la Plaza de Castilla donde, probablemente, tampoco se contestará a nada". ¿Quién es la declarante? ¿Cuáles son esos delitos? Que adivine el respetable. Luego, intentó hacer una gracieta con el documental que sólo quiso comprar El País, se trastabilló, y adiós gracia.
Feijóo se adornó ofreciendo, con retranca, una panorámica de los escándalos de corrupción que afectan al Gobierno: "Ábalos, Koldo, Santos Cerdán, Aldama, Yésica, las otras 'señoritas' y el fiscal general del Estado, el borrado de los ERE, Delcy, su hermano, su mujer y su asesora de Moncloa. Este es su balance de 2024: doce meses, doce causas. Y pensar que, hace años, pensábamos que usted sólo tenía el problema de su tesis doctoral". Cuánto hubiera mejorado el presidente del PP si hubiera comenzado por aquí y, acto seguido, hubiera incidido en la noticia con la que abría Libertad Digital. Sánchez, por su parte, le respondió como aburrido y ausente: que si la foto con Marcial Dorado, que si hay una "amplísima mayoría" de jueces que son la leche, que si el bulo, etcétera. De similar modo se ventiló a la diputada de Coalición Canaria, Cristina Valido, quien pronunció una frase ininteligible, un desafío a las matemáticas: "La botella medio vacía es más del 50%". A ver si a ustedes les sale la cuenta.
Cuca Gamarra sí que atacó a la viseprecidenta en donde más duele: "¿No le parece demasiada casualidad que Aldama, Koldo y su jefe de gabinete coincidan en el mismo bar de Madrid? ¡Con la de bares que hay! ¡Casi 30.000!". María Jesús Montero, previsible y escocida: "Pongo la mano en el fuego por mi director de gabinete. ¡Son bulos, son mentiras, falso, lo que dijo el señor Aldama y lo que dicen ustedes!". Belén Hoyo, a lo Feijóo: bien en la forma, incompleta en el fondo, preguntó inflamada de ímpetu por Venezuela y no fue capaz de acordarse de Delcy y de sus maletas. Tellado, trasunto galaico de José María García, retransmitió un "minuto e imputado" ante Félix Bolaños. Sin más. El ministro trinitario le deseó "felices fiestas" a Ester Muñoz. Réplica de la diputada popular, la mejor parlamentaria de la oposición este miércoles: "Feliz Navidad, que parece que les da un poco de alergia. El Ramadán bien que lo felicitan". "Si el señor Aldama es un delincuente confeso, según ustedes, ustedes eran los facilitadores del delincuente confeso", añadió. Como si la lógica todavía importara. Hasta el año que viene.
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