
El último principio constitucional, del que venía haciendo gala la izquierda, tanto más cuanto más radical, era el de la igualdad entre todos los españoles. Una igualdad que obligaría a introducir elementos correctores en una economía de mercado libre –lo de libre, cada vez más dudoso–, basada en la competencia y el esfuerzo, en la creatividad y en la iniciativa personal.
Elementos correctores que irán desde la regulación, no sólo para el qué hacer, sino para el cómo hacerlo, hasta una reforma fiscal progresista, aún a riesgo de provocar resultados contradictorios, con los propios principios gobernantes.
¿Dónde están los múltiples partidos de izquierda, incluyendo al PSOE, que haciendo ostentación de puño en alto y de pactos con los más radicales, parecen haber olvidado su objetivo de igualdad, único principio moral de actuación política que parecía quedarles?
Muy en el recuerdo, para algunos, para otros ni eso, parece haber quedado, hasta en los partidos más radicales de izquierda, aquella exhortación final de: "¡Proletarios de todos los países, uníos!", [K. Marx y F. Engels "El Manifiesto del Partido Comunista" 1847]. Llamada de unidad, que hoy se sustituye por división.
Como muestra, las palabras del presidente de la Generalidad de Cataluña, el Muy Honorable Sr. Illa, en las I Jornadas de Directivos de dicha Generalidad, anunciando las líneas maestras de su Gobierno, enfatizadas, por si hubiera dudas, por el modelo de financiación singular, para que Cataluña sobresalga de entre los iguales –los del montón, los del Régimen General–, con una serie de privilegios, que asegurarán su objetivo de superioridad.
Su auditorio, dócil y todos de fidelidad asegurada, por su pertenencia al cuerpo de directivos de 368 organismos públicos, de diferentes tipos –qué más da el rango– que se sostienen por el presupuesto de la Comunidad Autónoma y del Estado.
¡Cómo no va a estar endeudada la Generalidad! Es más, no hay economía capaz de sostener semejante estructura pública. ¿Pero esto, no se le ha ocurrido a nadie, tampoco al presidente Illa?
Han tenido y tendrán deuda, por mucho que se mejore su financiación, incluso si aumentaran sus impuestos, que no ocurrirá, porque para eso pactaron el cupo fiscal. Y digo yo ¿nadie ha pensado que los recursos son escasos y, por ello, hay que comprometerse en términos de eficiencia? ¿Saben los catalanes cuánto cuesta mantener esa estructura?
Y pregunto, a la izquierda y también a la derecha: dado que la renta por cabeza de Cataluña en 2023 fue de 35.325 euros ¿es aceptable que su deuda –por mala administración, por despilfarro, por objetivos caprichosos y populistas– recaiga sobre las economías de los españoles que apenas alcanzan los 24.000 euros?
No hay ideología de derechas ni de izquierdas que pueda proponer tal condonación/reparto de deuda, empobreciendo más a los menos favorecidos, y seguir viviendo como si nada pasara. Menos aún, aduciendo un pacto de gobierno, entre quienes no son dueños de la Nación, pues sólo los españoles son los acreedores de esa deuda.
Esperemos que, al menos, el PSOE evite las prédicas acerca de su compromiso con los más necesitados: son sólo injurias populistas.