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¿También menos Europa?

¿Qué espera usted de China, aparte de congraciarse con la extrema izquierda, con la que forma Gobierno?

¿Qué espera usted de China, aparte de congraciarse con la extrema izquierda, con la que forma Gobierno?
Pedro Sánchez y Xi Jinping en Pekin en septiembre de 2024 | Europa Press

Hasta lo más sencillo, en una persona notable, puede ser objeto de recuerdo y cita. Parece ser que, en el curso de una comida del filósofo Eugenio D’Ors (1881-1954), y ante el derrame, sobre su chaqueta, de parte de una botella de champagne, al tratar el sumiller de descorcharla de forma novedosa, éste exclamó contrariado: "Joven, los experimentos hágalos usted con gaseosa".

Es un sabio consejo, en favor de la moderación, de la prudencia a la hora de presumir de iniciativas, también de novedades, cuando éstas no han sido comprobadas en el mundo real, mediante el oportuno ensayo de prueba y error, antes de esperar unos resultados sorprendentes.

Un principio, de significado casi idéntico al anterior se habría producido, más de medio siglo antes, por el que sería décimo sexto presidente de los Estados Unidos de América, Abraham Lincoln, quien manifestaría que: "No es bueno cambiar de caballos, cuando se está vadeando un río".

Nuestro presidente de Gobierno, puede que no conozca, o si conoce está disconforme con lo aconsejado, y se nos presenta como dispuesto a renunciar a Europa, a cambio de iniciar una intensa relación con la República Popular China.

Ante esta situación, que parece evidente por lo que viene diciendo, el español de a pie no puede evitar formularle una pregunta, porque de todos modos serán los españoles los afectados por sus pasiones y odios: ¿qué espera usted de China, aparte de congraciarse con la extrema izquierda, con la que forma Gobierno?

No sé si tiene respuesta firme sobre ello. Lo que sí se ha publicitado, por parte de la Unión Europea, es la incomodidad general que se vive en Bruselas por la posición del presidente español. Aquella complacencia sin restricciones, que le permitieron no cumplir con los compromisos a su debido tiempo, se ha convertido en lejanía y en juicios sobre las actitudes de España, hasta ahora silenciados.

Mantener una posición adversa, sobre un tema tan acuciante como la defensa de Europa, posición que comparte únicamente con la presidenta del Gobierno italiano, ha llevado a algún analista a mostrar cómo una vez más, en política, los extremos se tocan.

Probablemente no sea casual que las dos únicas excepciones al plan de rearme de Europa, en el seno de la U.E. sean España –gobernada por un partido de izquierdas (P.S.O.E.), maniatado por los de extrema izquierda– e Italia –gobernada por un partido de extrema derecha (Fratelli d’Italia), miembro de la coalición de centroderecha–.

¿Ha dejado el presidente Sánchez de ser aquel personaje apuesto, simpático, sumiso a los acuerdos de la Unión, para convertirse en un miembro problemático, indefinido a la hora se asumir compromisos, y, consecuentemente, se ha convertido España en un país con el que no hay que contar en Europa para ningún proyecto conjunto?

Por lo dicho, parece que le molesta hasta el término rearme. Un término, al parecer inasumible, salvo si las armas se accionan por países comunistas –Federación Rusa, República Popular China, y sus satélites, cualquiera que sea su denominación–.

¿Qué hace España ahí, cuando tales relaciones no están probadas?

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