
Hace algunos meses, le pregunté al político disfrazado de historiador, Fernando Martínez, almeriense y secretario de Estado para la Memoria Democrática, por qué todas las acciones de la institución que él dirige siempre se orientan a homenajear a las víctimas de la Guerra Civil y el Franquismo en el bando de la izquierda, obviando y agraviando a las víctimas del bando de la derecha.
Fernando Martínez, que años antes fue mi profesor de doctorado en Historia en la Universidad de Almería, me respondió que de la memoria de los de la derecha ya se había encargado el franquismo durante décadas. Es decir, que lo que ahora hace el gobierno social-comunista es exactamente lo mismo que antes hizo el franquismo, es decir, practicar el sectarismo y barrer únicamente la puerta de su casa.
Ahora, en lo que estamos es en el teatrillo éste de la conmemoración y celebración de los 50 años de la muerte de Franco, este parque temático del franquismo, como lo ha bautizado mi amigo Antonio Felipe Rubio, que vuelve a practicar el estudio segmentado de la historia, colocando el foco en aquello que favorece los postulados de la izquierda, como por otro lado han hecho siempre los historiadores de tal tendencia ideológica, y olvidar y humillar a las víctimas, muchas de ellas con historias terribles que ahora el gobierno de Pedro I El Falso quiere enterrar en el olvido.
Yo, en cambio, quiero presentarle, querido lector, a algunos personajes que quizás no conozca. Por ejemplo, me gustaría hablarles de Fructuoso Pérez Márquez y Juan José Vivas Pérez, director y propietario respectivamente del diario La Independencia en Almería, que en los primeros días de la Guerra Civil fueron detenidos, asaltando tanto sus domicilios como las dependencias de su periódico, y que fueron fusilados en la Playa de La Garrofa en la noche del 14 al 15 de agosto de 1936, junto a otras 24 personas por su condición de empresarios, religiosos, burgueses, nobles o simplemente por sostener ideas liberales o conservadoras. La UGT, esa organización a la que ahora nuestro actual período democrático ha blanqueado y normalizado y que estuvo detrás de sus detenciones y fusilamientos, se incautó de la maquinaria de impresión, para sacar adelante el panfleto ¡Adelante!
En Almería, según datos que ha estudiado el propio Martínez López y que ahora calla porque no resultan beneficiosos para sus intereses políticos, la izquierda represalió, o sea, se cargó a 465 personas, de los cuales 105 eran religiosos, produciéndose asaltos y quema de edificios religiosos tanto antes como después del estallido bélico, de lo cual son ejemplos destacados las iglesias de San Roque, San Sebastián y Santo Domingo, así como conventos y otros lugares religiosos.
Uno de los fusilados fue el obispo Diego Ventaja Milán, que fue confinado junto a otros religiosos y presos políticos en el Convento de las Adoratrices, en el barrio de El Quemadero, desde donde fueron traslados al mercante Astoy Mendi, un buque-prisión en el que sus marineros les practicaron todo tipo de vejaciones y torturas hasta que, el 31 de agosto, el presidente del llamado Comité de Presos, Juan Del Águila, lo incluyó en la saca de 17 presos que fueron trasladados al Barranco del Chisme, donde fueron fusilados y quemados dos veces, la segunda de ellas con el combustible del autobús de línea que los milicianos detuvieron por la fuerza, cuando se dirigía al municipio de Berja.
Al frente de este tipo de decisiones sin ningún tipo de garantía judicial estaba el denominado Comité Central Antifascista, cuya primera estructura estaba conformada por los militantes del PSOE Cayetano Martínez Artés, Ramón García Ramírez de Arellano y Benito Vizcaíno Vita; los dirigentes de la UGT Pedro Pérez Castillo y Manuel Alférez Samper; los del PCE José Torres García y Juan García Maturana; y los dirigentes anarquistas de la CNT, FAI y Juventudes Libertarias, Juan del Águila Aguilera y Juan Fernández Villegas, así como Ángel Aguilera Gómez, de las Juventudes Socialistas Unificadas.
Seguramente en los listados que acabo de enumerar, tanto de las víctimas como de los verdugos, criminales y asesinos descarnados y sin ningún tipo de humanidad, esté la verdadera razón por la que el PSOE y sus socios comunistas quieren sepultar históricamente la mitad de la trágica historia de la Guerra Civil: porque las víctimas de ese 50% pertenecían al estatus al que ellos ahora quieren criminalizar; mientras que los verdugos eran, ni más ni menos, que sus antiguos compañeros de partido.
