
La "tecnocasta" no es el club de fans de Mecano, así como las bulerías no son antologías de bulos ni el fango es argentino. Hay un señor que le acuña términos al presidente del Gobierno y no es precisamente Ramón Gómez de la Serna. Pero qué importan los términos. Aquí lo grave es el golpe, que avanza sin resistencia.
Resulta que el que remueve, defenestra, recoloca y rediseña a las grandes tecnológicas españolas en sábado, sin avisar a los consejeros y con aires bolivarianos ahora va de artesano contra la tecnocasta. Pedro el orfebre ¡El hermano del músico que dice haber buscado su trabajo por Google! Justo cuando los jueces "abusivos" empiezan a librar comisiones rogatorias, las tecnológicas se vuelven casta y a los jueces se les colocará sin opositar. Justo cuando a Telefónica le pueden hacer preguntas indiscretas sobre no sé qué terminales y llamadas llega la hora del "relevo" en la presidencia de la principal empresa española. Parecería retorcido y paranoico si no fuera porque hace tiempo que todo lo que es imaginable… pasa.
Hay otra casta —sustantivo de linaje, no adjetivo de abstinencia— que se dedica a buscar fondos públicos desde la atalaya más pública posible, el Gobierno. Una casta que vive de la recomendación remunerada, de la mención de pago y de estampar la firma cerca de algún escudo oficial que la realce y encarezca. Es la casta de la pasta, que para contracción sanchista podría quedar en la Pastacasta, órbita excéntrica de la koldosfera con origen en la Trinidad —el Uno, la Esposa y el Hermano— que implica el robo ecuménico socialista absuelto antes de pecar, indultado antes del juicio, por si acaso no llegara a tiempo de borrar el delito, culpar al denunciante, procesarlo y llevarlo a prisión con sentidos golpes de pecho.
Hay una parte que va a ser verdad: no tendremos nada y serán felices ellos porque nos lo habrán robado todo sin necesidad de llegar a 2030. Queda la esperanza de seguir el rastro de miguitas —en este cuento son billetes— dejado en el trajín transoceánico de República Dominicana y Venezuela, ejes de la Pastacasta española cuya banquera se llama Delcy Rodríguez. Los petropedros de PDVSA van por los 250 millones de dólares, cantidad que explica mucho mejor la implicación de varios ministerios, los aterrizajes ilegales en Barajas y la supervisión —no precisamente de nubes— del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, "mi príncipe".
Pero por mucho que roben nada es más grave que lo otro, el golpe. Y la oposición, que ya debería ser resistencia, se empeña en gobernar en la ficción de un sueño mecido por las encuestas. Pedro Sánchez tiene el camino libre y avanza. Es verdad que lo hace tan atropelladamente que a veces tropieza, pero ni eso aprovecha la oposición. La calle política española está alarmantemente vacía de discrepantes.
Fracasos legislativos y "dolor social"
El presidente que no consigue ganar elecciones se mantiene en el poder gracias a unas hipotecas que ya le quedan grandes. No llegará la cosa al desahucio porque sus prestamistas son miserables pero, de vez en cuando, le remiten los apremios. El último, en el Congreso de los Diputados al perder otra votación.
El invento fue una ley ómnibus, que en manos socialistas no es sino un engaño. Se trata de dar de comer a los niños hambrientos, ejecutar a los políticos discrepantes, limpiar las calles, robar un banco… ¡Cómo se oponen a lo de los niños y las calles! Burdo pero real. Ahora el Gobierno culpa al PP —a Junts, nunca— de que suba el precio del transporte público, bajen las pensiones o llueva poco, o mucho. El PSOE siempre ha sabido encabezar las protestas independientemente de quién esté en el poder. Ahora al no conseguir gobernar como gobierno, lo hará como oposición. El problema es que les funciona.
El acuñador del fango y el bulo ha bautizado el fenómeno derivado del fracaso legislativo como "dolor social", que ni eso deja el socialismo para el individuo. En un vídeo propagandístico el PSOE ya ataca al PP, y sólo al PP, recordando que por su culpa pasarán cosas terribles y, por ejemplo, no llegarán los fondos ¡a Valencia y La Palma! Sorprende la capacidad que exhibe este PSOE para hacer el mal y vivir de él. Empieza a cundir una sed de venganza insaciable, situación ideal para la izquierda que huye del orden y crece en el caos. Pero por básico que resulte sigue funcionando el esquema de provocar y luego denunciar la reacción. La izquierda es experta y la derecha no aprende.
Esperemos que el PP no meta esta vez su primorosa patita en ese herrumbroso cepo porque sería letal y Sánchez ya dejó bien claro que no necesita al Poder Legislativo para seguir en la Moncloa. Ni a los jueces, ni a la prensa…
Los golpistas no votan
Para sacar adelante alguna votación que simule estabilidad parlamentaria el PSOE sigue visitando a Tejero en su escondite público de Waterloo. Ahora se llama Carles Puigdemont y su cabeza era una de las promesas electorales de Pedro Sánchez.
5 de noviembre de 2019. Debate electoral televisado.
"A ustedes, señor Casado, se les fugó Puigdemont y yo me comprometo, hoy y aquí, a traerlo de vuelta a España y que rinda cuentas ante la Justicia".
Al día siguiente insistió en Twitter, que todavía era Twitter:
"Nadie está por encima de la ley. Puigdemont es un prófugo de la Justicia. Trabajaremos para que el sistema judicial español, con todas sus garantías, pueda juzgarlo con imparcialidad. La Fiscalía cuenta con el respaldo del Gobierno en la defensa de la Ley y del interés general".
Nadie está por encima de la ley. Puigdemont es un prófugo de la Justicia. Trabajaremos para que el sistema judicial español, con todas sus garantías, pueda juzgarlo con imparcialidad. La Fiscalía cuenta con el respaldo del Gobierno en la defensa de la Ley y del interés general.
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) November 6, 2019
Y todo eso sería posible porque "¿de quién depende La Fiscalía? Pues ya está". Qué mal anda la promesa… ¡pues anda que la Fiscalía!
Pero en septiembre de 2021, con el coleo de la pandemia y los estados de alarma, seguía manteniendo que el fugado tenía que rendir cuentas:
"Hay que recordar que cuando Carles Puigdemont huyó de la Justicia había otro Gobierno y este Gobierno siempre ha mantenido la misma posición: en primer lugar, respeto a todos los procedimientos judiciales que se abran en España (…) y en segundo lugar, decir que lo que es evidente es que Carles Puigdemont lo que tiene que hacer es comparecer y someterse ante la Justicia".
Borró el delito, indultó, amnistió y se rindió al prófugo al que iba a someter. Pero el caso es que los viajes de Santos Cerdán y José Luis Rodríguez Zapatero a la guarida del golpista empiezan a no servir de mucho. Peligra el chiringuito y habrá mucho más "dolor social" que repartir.
La casta de la pasta se cae si no hay un despacho en la Moncloa y ya se sabe que el punto flaco de toda organización es su financiación, la que empieza a asomar. Los jueces y la prensa son, pues, los estandartes que han de guiarnos a la salida de este dédalo infernal. Por eso quiere acabar con ambos sin miramientos.
Aquí estamos más que acostumbrados, los jueces algo menos y la oposición no se lo cree del todo todavía. A ver si ayuda un poco la otra casta, la empresarial, antes de que seamos un simple pólipo de los emergentes que mencionó Trump.