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Museo Nacional del Crimen

Para redondear la enésima semana de la infamia socialista, propongo que el próximo Consejo de Ministros se celebre en Alcalá-Meco.

Para redondear la enésima semana de la infamia socialista, propongo que el próximo Consejo de Ministros se celebre en Alcalá-Meco.
Europa Press

La obra más célebre del añorado satírico americano P. J. O’Rourke se llama Parliament of Whores (Parlamento de putas) e inexplicablemente se refería al de los Estados Unidos de hace 20 años y no al de España de hoy. Ahora que está de moda cambiarle el nombre a todo, es hora de que alguien reflexione sobre "Congreso de los Diputados", porque en absoluto define la actividad que se produce en su interior ahora que está en la última fase de reformas para convertirse en el Museo Nacional del Crimen, nombre mucho más apropiado por su naturaleza, y en particular por la naturaleza salvaje de muchos de sus integrantes, que ahora también son integristas.

Por el Congreso han pasado asiduos a todo tipo de sustancias prohibidas, clientes habituales de saunas y puticlubs, ladrones del menudeo del presupuesto, libadoresde los néctares prohibidos de las cloacas del Estado, y latifundistas del trinque, con conexiones nacionales, internacionales, y próximamente lunares, tan pronto como Elon Musk decida abrir un banco oscuro en la luna. Bono será el primer cliente.

Por el edificio de la Carrera de San Jerónimo (ruega por nosotros) han pasado pequeños mentirosos, de los de "vete y no peques más", quebradores artesanales de la verdad capaces de vender a su madre por una mala causa, y enormes profesionales del arte de la figuración que habrían hecho carrera en Hollywood. Han pasado vociferantes groseros de barra de bar y carajillo, tipos sin estudios los hay por doquier, y mafiosos de los que simulan disparos con la manita, o se acarician la nuez con el dedo índice estirado, o lanzan amenazas de esas que en las películas de crímenes se traducen en que recibes en casa la cabeza de un caballo.

Por el Congreso han pasado muñidores de crímenes de Estado que quedan de maravilla en los documentales treinta años después –cuando los protagonistas están demasiado gagás como para que nadie intente meterlos en la cárcel—, expertos en cal viva, reclutadores de confidentes cuya actividad delictiva se les va de las manos, gente que se entera por la prensa de que enciende la chimenea con dólares, y matones que lanzan amenanzas que a veces terminan en guerras civiles.

Han pasado enemigos de la nación, de las instituciones, del Rey, y hasta enemigos del propio Congreso, y es práctica habitual, por la zona butifarresca de la bancada, prometer hasta meter cuando se trata de fijarse un plazo límite para largarse; buena pregunta: ¿por qué nadie quiere irse de allí por su propio pie?

Han pasado encubridores de abusos sexuales a menores, perpretadores de los mismos, proxenetas de casas de acogida, y defensores ejercientes de toda clase de sexualidad libre, aunque tal libertad invada la del sexualizado a manos del sexualizador. Allí hemos visto a cómplices de violadores con crímenes horrendos a sus espaldas, a los que pusieron en la calle riéndose al tiempo de las víctimas, que dijeron que lo hacían para proteger a las mujeres.

Por el Congreso han pasado fervorosos entusiastas de los más violentos dictadores, adoradores nocturnos de la ruina keynesiana, melancólicos huérfanos de la Unión Soviética, socios de honor de Club de Fans del Che Guevara y otros destacados asesinos, asaltantes de capillas y nostálgicos de cualquier genocidio cristiano.

Por entre los tres huevos de los dos leones han entrado al templo del crimen verdaderos expertos en asaltar empresas privadas para quedárselas, generosos derrochadores del dinero ajeno, y tipos que, siendo descubiertos en pleno robo, exhiben brillantes y sonrientes rostros de titanio.

Por allí han pasado, primero, encubridores de los terroristas de ETA, después, cómplices de ETA especialistas en recoger las nueces del árbol, y finalmente han entrado al hemiciclo hasta el fondo, hasta el punto de haber sido homenajeados, los propios herederos de la repugnante banda terrorista, de la mano de Sánchez, mandamás a la altura de la adoración criminal generalizada de la institución.

La lista de gentes de mal vivir no cabría en un artículo: corruptos con mil formas de corrupción, malversadores a tutiplén, fugados de la justicia, golpistas, secesionistas, payasos asesinos, y analfabetos que, en nombre de la igualdad, exigen ser los directores de la escuela.

Allí los hay que han glosado las maravillas de Al Andalus, que han difundido los mismos mensajes que en forma de amenaza esgrimen los yihadistas del Estado Islámico, y una inmensa multitud multicolor y multisigla de impulsores de la islamización de España. Por el Congreso de España han pasado odiadores del español, del idioma y del ciudadano, ingenieros expertos en enterrar dinero público en la idealización de perdidos dialectos y diminutas lenguas, enemigos declaradores de nuestros aliados extranjeros, y diputados que se encaman con todos los que odian a España, desde los bolivarianos y los lopezcobradores hasta los ayatolás de sábana en la cabeza y maletín bajo las faldas.

Ahora el PSOE se ha reunido con los mejores expertos en relaciones criminales, al considerar que toda esta gentuza no era suficiente para desprestigiar para siempre la institución. Y de la tormenta de ideas, entre traer al líder de Al Qaeda Saif al-Adel, al pistolero no arrepentido Txapote, o a Mohamed Houli Chemlal, yihadista de la célula marroquí que atentó en Las Ramblas en 2017 (16 muertos, entre ellos dos niños, y 130 heridos), han elegido, por supuesto, al terrorista del Estado Islámico encarcelado por los atentados de Barcelona, que ha aprovechado la ocasión de tan generosa invitación para reírse de todos y acusar al CNI y a España de ser los culpables del atentado.Y eso que iba con esposas. Si no igual se pone directamente a mear en la mesa de la comisión.

En fin, para redondear la enésima semana de la infamia socialista, propongo que el próximo Consejo de Ministros se celebre en Alcalá-Meco, que el Tito Berni se encargue del piscolabis del receso, Zapatero sea el invitado especial, Koldo acuda de portero, y que termine toda la Ejecutiva Federal haciendo el corro de la patata alrededor de Pedro Sánchez en homenaje a aquellos felices años 90.

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