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La segunda guerra de Ucrania

Deberíamos resultar conscientes de que la adhesión de Ucrania a la UE únicamente semeja factible suprimiendo las subvenciones al campo español, francés y alemán.

Deberíamos resultar conscientes de que la adhesión de Ucrania a la UE únicamente semeja factible suprimiendo las subvenciones al campo español, francés y alemán.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y el presidente de Ucrania, Volodomir Zelenski, en rueda de prensa tras visita sorpresa | Europa Press

En el ámbito estrictamente militar, la guerra se ha acabado. Y haría falta estar muy ciego para no ver quién la ha ganado y quiénes la hemos perdido. Pero en los planos político y económico, tan difíciles siempre de segregar, a lo que ahora mismo asistimos es a las primeras escaramuzas de una nueva contienda tan intercontinental como la primera, pero a la que los rusos asistirán solo como observadores ajenos y distantes. Porque reconstruir lo que quede de Ucrania tras el armisticio va a resultar carísimo. Y alguien lo tendrá que pagar. A ese respecto, no da precisamente la sensación de que los norteamericanos alberguen la intención de hacerlo. En consecuencia, lo más probable será que el grueso del importe de la factura recaiga en los contribuyentes de la Unión Europea.

Para hacernos una idea aproximada de la dimensión colosal del quebranto financiero que se nos viene encima, repárese en que, incluso mucho antes de que empezase la guerra, Ucrania ya era la nación más pobre de Europa, a una enorme distancia de Bulgaria, la segunda. Al punto de que, todavía en tiempo de paz y con las infraestructuras del país sin haber sido destruidas, el PIB per cápita de la paupérrima Bulgaria era tres veces superior al de los ucranianos. Tan mísero resultaba ser el nivel de vida de la población antes de que irrumpiera el fuego de los tanques en el escenario que ocho millones de ucranianos ya habían emigrado al extranjero por razones económicas.

Así las cosas, proliferan hoy las voces que reclaman que el país se integre, y cuanto antes, en la Unión Europea. Bien, quizá sea lo que procede hacer. Pero deberíamos resultar conscientes de que eso, la adhesión de Ucrania, el mayor territorio agrícola de Occidente, únicamente semeja factible suprimiendo las subvenciones al campo español, francés y alemán. Así de simple. Si entra Ucrania, los campesinos españoles se quedan sin el dinero de la PAC (cualquiera que sepa sumar y restar entendería la frase). La segunda guerra de Ucrania, pues, está a punto de empezar en los despachos.

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