No rotundo de los andaluces a María Jesús Montero
Con la Ministra de Hacienda de Sánchez liderando las listas del PSOE-A, Juanma Moreno tiene garantizada la mayoría absoluta.
El aterrizaje de la ministra de Hacienda al frente del PSOE andaluz para presentarse a las elecciones de la Junta de Andalucía no ha tenido efectos perceptibles en el electorado, que sigue rechazando mayoritariamente el proyecto socialista.
Es llamativo que toda una vicepresidenta primera del Gobierno de España no sea capaz de dinamizar el voto en su región de origen, pero la impronta del sanchismo es tan tóxica que ni siquiera los cargos de alta representación institucional gozan de ventaja alguna para conseguir el favor de los votantes. Así lo acredita la última encuesta conocida en Andalucía que, en consonancia con los más recientes análisis demoscópicos, confirma que María Jesús Montero mantendría al PSOE veinte puntos por debajo del Partido Popular e incluso perdería un escaño respecto a los obtenidos por el fracasado Juan Espadas.
Montero no es, por lo demás, una recién llegada a la política andaluza. Su desempeño como consejera de Hacienda en la Junta socialista consistió, fundamentalmente, en tratar de ocultar la tremenda corrupción política de su partido negándose a reclamar los casi 700 millones de euros robados por sus compañeros en el escándalo de los ERE. Solo por eso debería evitar presentarse ante los andaluces para reclamar su confianza, pues su imagen política estará siempre unida al mayor escándalo de corrupción de la historia de España.
La vicepresidenta parece haberse especializado en gestionar la corrupción interna, un desempeño en el que ha destacado desde el Ministerio de Hacienda. Al frente de dicha cartera, Montero ha sido señalada por hacer la vista gorda tanto en el escándalo del hermano de Pedro Sánchez, como en el caso de los hidrocarburos y las mascarillas, todos ellos en vía judicial. Los contactos de su Jefe de Gabinete con la trama liderada por Koldo y Aldama -de la que presuntamente habría recibido diversos pagos-, su implicación directa en el polémico rescate de Air Europa o sus curiosas declaraciones, anticipando la filtración de la fiscalía contra el novio de Isabel Díaz Ayuso, la convierten en una especie de fontanera de la corrupción sanchista, tal y como antes hizo con la del PSOE andaluz.
Sánchez se deshizo en elogios hacia su vicepresidenta cuando decidió enviarla a Andalucía, a pesar de que el nombre de María Jesús Montero es sinónimo de batacazo electoral. Pero las prioridades de Pedro Sánchez nada tienen que ver con la necesidad de regenerar el PSOE andaluz, cuya estela de corrupción seguirá persiguiendo a esas siglas durante años, especialmente si ponen al frente de ellas a personajes quemados ante la opinión pública como la inefable Montero.
Con la Ministra de Hacienda de Sánchez liderando las listas del PSOE-A, Juanma Moreno tiene garantizada una mayoría absoluta que, como ocurre en todas las regiones que abandonan el socialismo, no va a dejar de crecer elección tras elección.
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