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Por eso tuvimos a Fernando Simón

El correctivo a la directora general es indicativo de que hoy en la política no hay nada más peligroso que hablar en serio, es decir, con seriedad.

El correctivo a la directora general es indicativo de que hoy en la política no hay nada más peligroso que hablar en serio, es decir, con seriedad.
Fernando Simón, en rueda de prensa. | EFE / Mariscal

En el quinto aniversario del instante en que el Covid-19 no era para preocuparse, porque nos iban a tocar sólo dos o tres casos, se ha podido ver en vivo y en directo cómo cambian las tornas. Unos cuantos de los que entonces decían en los medios, igual que el Gobierno, que aquel virus nuevo no iba a ser para tanto y que había que estar tranquilos, se lanzaban contra la directora general de Salud Pública de Castilla y León por decir que la pandemia no había sido de gran gravedad comparada con otras, como la gripe de 1918. Con las palabras de Sonia Tamames, difundidas sin el aparato que las acompañaba, jibarizadas en titular y bien martilleadas, se compuso un instrumento tan cortante que se le pudo cortar la cabeza en tiempo récord.

La exdirectora Tamames es, probablemente, el único cargo político que ha tenido que dimitir a causa de la pandemia… cinco años después de su estallido. Lo cual da idea de cómo hemos pasado página de aquello. De un lado, sin pedir cuentas de la gestión ni durante ni después a un Gobierno central que hizo creer que no pasaría nada y retrasó la adopción de medidas. Del otro, pidiendo ahora cuentas y cabeza por una declaración que se considera ofensiva, en especial, para los sentimientos. Diríamos, a la vista de esto, que los hechos importan menos que las palabras, pero no todas las palabras importan igual. Hoy, cuando la pandemia ha dejado de serlo, se castiga una opinión que se funda en una valoración global y comparativa de lo ocurrido. Ayer, cuando la pandemia se cobraba miles de víctimas, no se castigaron las valoraciones que menospreciaban su impacto y condujeron a decisiones irresponsables, como permitir una manifestación multitudinaria del 8-M en Madrid que contribuyó a extender el virus.

El correctivo a la directora general es indicativo de que hoy en la política no hay nada más peligroso que hablar en serio, es decir, con seriedad. La opinión de que el Covid-19, por el tipo de evolución y de efectos que ha tenido, resultó de una gravedad menor que otros episodios epidémicos históricos puede ser discutible. Pero no se ha considerado discutible, sino inadmisible. No se ha respondido con una valoración distinta, sino con el rechazo moral. El único accesible, por otro lado, a cualquiera, como de un modo implícito reconocía el presidente de Castilla y León en conversación con Arcadi Espada. La directora dimitió, le dijo Mañueco, "porque ella misma comprendió que no estaba en un foro académico para decir lo que dijo". Eso, en cambio, lo comprendía bien Fernando Simón, a quien nunca se le ocurrió subir el nivel. No se puede subir el nivel, igual que en la enseñanza no se puede subir la exigencia. Y hay que guardarse mucho de ofender sentimientos. Las únicas ofensas que pueden pasar desapercibidas son las ofensas a la inteligencia.

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