
La llamada a Moncloa de dirigentes de todos los partidos, excepto Vox, que acaba de sustanciarse resulta demostrativa de cómo aborda el presidente del Gobierno los asuntos de Estado. Pocas cosas habrá que sean más asunto de Estado que la defensa, pretexto nominal, so capa de un aumento del gasto, para convocar la ronda. Pero lo que se encontraron los invitados a tratar el grave asunto no fue ni un plan más o menos meditado ni un modesto borrador. Ni siquiera les recibió con un esquema en una servilleta, que a veces es el principio de algo importante. Lo que les puso delante fue un folio en blanco, igual que el maldito folio que provoca el bloqueo del escritor. La diferencia es que a Sánchez no le bloquea. Al revés, está más cómodo con el folio en blanco. Fueron a hablar de un asunto de Estado y salieron sin saber nada del estado del asunto.
El presidente no transmitió nada que no supiera de antemano cualquiera de los convocados, y cualquier lector de la prensa. Sólo a uno, el del PNV, le pareció bien que no tuviera Sánchez ninguna idea de lo que hay que hacer ni de cómo hacerlo. La razón de que se contentara con el folio en blanco es que hay que esperar, dijo, a ver qué dice Europa. Entonces, a qué vas. Pues vas a participar en una pequeña farsa para revestir la nada de una aparatosa y cómica formalidad. Nada con sifón o con café, si les dieron café. Dice Feijóo que esto se podía haber resuelto con una conversación de pasillo y es verdad. O mismo por Whatsapp, para luego borrarlo. A fin de sondear a los partidos sobre su posición cara a un eventual aumento del gasto no hubiera hecho falta nada más. Pero con la ronda de consultas sobre nada todos han tenido su photo opportunity. El inquilino de Moncloa, el que más. Y ha aprovechado para subir a bordo a Bildu con todos los honores.
Un único detalle de interés puso en circulación Sánchez en las sesiones de treinta minutos por cabeza. Y qué detalle. Vamos a hacer trampas en las estadísticas, sí, señor. El gasto en defensa de España reconocido por la OTAN es del 1,28 por ciento del PIB, bien lejos del 2 por ciento comprometido hace años. Pero ha dejado caer que el porcentaje de gasto que tenemos es mayor y llega al famoso umbral, si se le suman, atención sumandos, los gastos de otros ministerios en asuntos que puedan relacionarse con seguridad. Remotamente. Así puedes hacer pasar por gasto en defensa, pongamos, el gasto en antivirus para los ordenadores ministeriales o los móviles de altos cargos, que hay que blindarlos contra Pegasus y contra los jueces. Lleva Sánchez unas cuantas declaraciones con la ciberseguridad como palabra fetiche. Se ve venir que no vamos a comprar misiles ni a hacer fragatas. Vamos a gastar en protección frente a ataques informáticos y, cómo no, frente a la oscura y artera "desinformación".
Un primer problema que tienen los socialistas con el aumento del gasto en defensa es su venta política a los socios noalaguerra y a un electorado reacio. Para sustituir a los primeros cuenta con meter al PP en el fregado. Para ablandar al votante, tiene la ciberseguridad y el gasto militar contra el cambio climático. El segundo problema es quién paga esto. Si lo paga Europa, ¡albricias! En tan ventajoso caso, el folio en blanco se cubrirá con un plan a la medida de las necesidades de defensa del Gobierno, que no serán las del Estado.
