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El juego sucio de Armengol pone el parlamento al servicio del sanchismo

Armengol es la responsable del bloqueo fraudulento que la Mesa del Congreso aplica a todas las iniciativas legislativas del resto de partidos.

La presidenta del Congreso de los Diputados se ha distinguido desde el nombramiento por su permanente actitud genuflexa al servicio de los intereses de Pedro Sánchez, el responsable de que la expresidenta balear ande ahora ocupando tan alta magistratura.

PP y Vox han denunciado en innumerables ocasiones el trato injusto que la presidenta del Congreso les dispensa en beneficio de los socios del sanchismo, a los que privilegia injustamente con el fin de mantener a flote una legislatura enormemente complicada para los intereses de Sánchez. Pero este agravio comparativo cotidiano que la oposición se ve obligada a sufrir a manos de Armengol y sus colaboradores no es lo más grave en términos de higiene democrática. Además de utilizar ese juego sucio durante los debates, Armengol es la responsable del bloqueo fraudulento que la Mesa del Congreso aplica a todas las iniciativas legislativas del resto de partidos, con el fin de evitarle al Gobierno nuevas derrotas tan sonadas como las recientes votaciones sobre la validación de los decretazos del Ejecutivo.

La táctica no es por burda menos efectiva. Se trata de prorrogar artificialmente el periodo de enmiendas de las leyes enviadas por el Senado, de mayoría popular, utilizando abusivamente la mayoría de izquierdas de la Mesa del Congreso de los Diputados. Esta práctica fraudulenta, auspiciada por Francina Armengol, se ha utilizado en más de 40 ocasiones, lo que socava de manera intolerable el funcionamiento normal de las instituciones parlamentarias, cuya actividad no puede depender de los intereses puntuales de un Gobierno en precario.

Armengol ha llegado al extremo de tumbar las enmiendas aprobadas por el Senado sin ser siquiera debatidas por el Pleno, un caso palmario de juego sucio a despecho del reglamento de la cámara y del criterio de los letrados de las Cortes. Los afanes censores de la presidenta del Congreso han provocado la paralización irregular de dos decenas de leyes, algunas de las cuales cuentan con el respaldo necesario para salir adelante gracias al apoyo de Vox y Junts. El abuso de poder es tan flagrante que incluso los proyectos del propio Partido Socialista se bloquean cuando el Gobierno percibe que no van a contar con el apoyo de sus socios, pero es que Sánchez quiere evitar a toda costa la imagen de un Gobierno sin apoyos y para eso no duda en utilizar arteramente a sus peones en el parlamento, con Francina Armengol ejerciendo el papel de lacaya dispuesta a todo para contentar a su jefe.

No es aceptable que la introducción de nuevas rebajas del IVA, las ayudas a personas con discapacidad, la reforma del Código Penal o importantes mejoras en las condiciones de la Policía, entre una larga lista de propuestas de la oposición, sigan bloqueadas más de un año después de haber recibido el visto bueno de la Cámara Alta. Este filibusterismo parlamentario, ejercido desde la presidenta la más alta institución legislativa, es una deslealtad que degrada a la democracia y confirma la falta de escrúpulos de Sánchez, dispuesto a gobernar de espaldas al parlamento utilizando los trucos más sucios, tal y como anunció recientemente con el desparpajo habitual del personaje.

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