
La escena que todo el mundo recuerda de Notting Hill es aquella en la que un amigo hortera de Hugh Grant, el tipo con quien comparte piso, se planta en la calle en calzoncillos y comienza a posar haciendo el ganso ante los centenares de fotógrafos de prensa y los cámaras de televisión de todo el Reino Unido que están apostados frente a la entrada de la casa por ver si aparece Julia Roberts. Luego, al día siguiente, la estampa entre ridícula y aberrante del payaso en bolas ocupa todas las portadas de los diarios británicos de tirada nacional. Y como en un hotel de Madrid acaba de ocurrir algo muy parecido, lo traigo a colación de entrada para garantizar al lector que aquí, al menos en esta modesta columna donde sólo yo decido quien sale en la foto, no se va a topar con la petarda esa teledirigida por Ferraz.
Hablemos, pues, de la Conferencia de Presidentes ; o sea, de la caña. Porque a esa Conferencia de Presidentes se va a hacer lo mismo que la petarda en la rueda de prensa del hotel: a dar caña. Aunque en lo del hotel, aparte de la caña, también hubo algún conato de repartir leña. Y es que, aquí, la política se ha rebajado a eso que llaman comunicación. Y a su vez, eso que llaman comunicación se ha rebajado a dar caña. De ahí que los cargos institucionales se pasen el día no resolviendo los asuntos de su incumbencia en la soledad del despacho oficial, sino dando caña ante alguna alcachofa de la prensa.
Así, los diecisiete visires autonómicos se nos plantarán el sábado en Barcelona para hacer nada, sólo para competir entre ellos por ver cual coloca la declaración más cañera en los periódicos. Siempre ocurre igual. Y ya que en el PP todavía no tienen ninguna idea para vender en su congreso, les ofrezco una gratis. Propóngase cerrar ese Senado que no sirve para nada y, en su lugar, establecer una conferencia estable y permanente de las Comunidades Autónomas. Lo de Alemania, vaya.
