
El espectáculo del gheiso Sánchez, pintado como para Le bal des compagnons de Maurice Béjart o un pase de Querelle en Sauna Adán, tiene alborotada, indignadísima a la Oposición, que pide a Feijóo, a falta de garrote vil, la presentación de una moción de censura para echar a Sánchez. Se supone que, si no es para echar a Sánchez, la moción de censura sobra. Pues no. Hay quien machadianamente embiste cuando se digna usar de la cabeza. Y dicen muy serios que así se enterará la opinión pública de quien es realmente Sánchez y qué es en verdad el PSOE. ¿Creen que no se sabe? En rigor, la moción apelaría a la robusta moralidad de la izquierda, que al enterarse como el Geisho de las mordidas de Cerdán, y era su mandíbula, reaccionaría como Margarito Gauthier: lloriquearía, pero votaría no al PP.
La naturaleza de la moción de censura constructiva
En realidad, la moción de censura constructiva, que así se llama, es una investidura alternativa, en la que un candidato a la Moncloa con al menos 50 escaños presenta en las Cortes su programa para sustituir al que ocupa el Gobierno. Se dice que la única que funcionó fue la de Felipe González contra Suárez, porque dio a conocer a un presidenciable aún sin votos, pero serio. Falso. Se buscaba el voto disidente de UCD, el de los socialdemócratas de Paco Ordóñez, como ahora sueñan los chanquetes de Génova 13 con los del PNV y Junts. Pero ni aquellos se pasaron al PSOE ni éstos apoyarán a Feijóo. Aquella moción fracasó, igual que fracasaría ésta. UCD sobrevivió, igual que sobrevivirían ahora los socialistas.
La propaganda posterior vende como victoria aquella derrota, pero si uno se toma la molestia de revisar las sesiones parlamentarias, el programa del candidato González era de una insolvencia atroz. Baste decir que en las generales de 1982 todavía llevaban su propuesta estrella: crear 800.000 puestos de trabajo. Y lo que realmente crearon fue un millón de parados. Si la derecha no se hubiera fragmentado en UCD, AP y CDS, ni el PSOE hubiera tenido doscientos escaños, ni cien el primer partido de Oposición, ni hubiera durado catorce años el régimen felipista, modelo del de Sánchez.
Se dice, siempre pensando que el PSOE tiene enmienda, que, en esa moción de censura, Feijoó dejaría en ridículo la famosa superioridad moral de la izquierda, aunque, en el fondo, sea la que le concede la derecha. Y no le falta material, sobre todo como autoproclamado defensor de las mujeres. Por ejemplo, el diálogo de Koldo y Ábalos repartiéndose las putas que van a llevar a Bailén, sólo un mes después del famoso Infectódromo del 8M, en el que, en nombre del feminismo y a costa de la vida de miles de mujeres, se disputaron la calle las chicas de Pablo Iglesias y las de Sánchez, unas, de morado, con Irene Montero al frente, y otras, de rojo, con Begoña Gómez. En el bando de Sánchez, su mano derecha, Ábalos, y zurda, Koldo, dicen:
Koldo García: Mira, si vienen aquí, ya sabes quién va a venir, eso lo tengo claro. Si viene aquí, tienes a la Ainara ¿Cómo es? A la Ariatna (fonético), que está bien, que está recién, está bien, está perfecta.
José Luis Ábalos: Y la colombiana.
K.G: Y la colombiana nueva.
J.L.A: Y la otra (ininteligible).
K.G: No, si yo quiero la otra también, pero era porque cambiaras tú. Pero a ti te gusta más Ariatna (fonético).
J.L.A: No, sé, la Carlota (fonético), se enrolla que te cagas.
K.G: Pues, la que tú quieras. O Ariatna y Carlota, y a tomar por culo.
J.L.A: No, era por conocer.
K.G: Por eso te estoy diciendo. Bueno, yo pregunto y te digo. Ahora lo arreglo. Que hace falta también que puedan. Que aquí... ¿vale?
No hay discurso de Feijóo, ni siquiera de Cayetana, que supere esta cumbre del machismo macarra, el de Torrente y del nacido en Torrente, que Santiago Segura adivinó, de la alopecia a la panza, del ludibrio al bodrio. ¿Y cuánto queda por salir, cuántas conexiones, cuántas cuentas corrientes, cuántas sobrinas colocadas, cuántos diputeros sociatas, cuantísimas putas? Atengámonos a la Vulgata de la UCO, que ha dejado marcada con fotos y archivos sonoros, una documentación exhaustiva y sita ya en sede judicial.
El felipismo-madinismo frente al sanchismo-zapaterismo
Hay otra razón para la cautela. En los viejos cuarteles felipistas se percibe un movimiento de fondo que, tomando como punto de partida la mala situación de Sánchez, querrá acabar con el zapaterismo en el PSOE. Porque Rodríguez Zapatero es el padre político de Sánchez y su socio y heraldo en todas las corrupciones del Grupo de Puebla, Moscú y Pekín. Al tiempo de las revelaciones de la UCO, Felipe apareció en un homenaje a Rubalcaba –tan corruptor, si no tan corrupto, como el propio Sánchez–, y dijo que su candidato a la Secretaría General del PSOE "era y seguía siendo" Eduardo Madina. Me chocó que no pidieran la repetición de las primarias ganadas fraudulentamente por Sánchez y sus koldos, pero viendo cómo El País ha empezado a publicar en portada noticias que desacreditan por completo el discurso victimista del Gheiso, y cómo Ferreras era capaz de dejar en ridículo a la portavoz del PSOE por los gimoteos de Margarito Gautier, parece claro que la gran conspiración contra Sánchez ya está en marcha. Y que la derecha no debería aparecer como una pieza de ese cerco cuyo fin último es rescatar las siglas y el proyecto de izquierdas del PSOE del diluvio electoral que se avecina si Sánchez tarda en llamar a las urnas. Dejemos que los muertos de la izquierda entierren a sus muertos insepultos. Hasta que no caiga Pumpido, nada sustancial del sanchismo habrá caído.
¿Cómo es previsible que Felipe organice la sustitución de Sánchez por Madina? Pactando con el PNV y Junts la continuidad de la política que tan grandes beneficios ha traído al separatismo. Pero ¿quién puede aparecer como el tapado de Sánchez en esa sucesión forzada? Evidentemente, Illa. ¿Quién parece, hoy por hoy, como el mejor socio de los separatistas? Illa. Y ese es el verdadero problema para que el PSOE histórico eche a Sánchez. El ama de llaves de Manderley ya no es Ábalos o Santos Cerdán, sino Illa. Eso, sin contar con que el enfermo ya ha dicho que no piensa morirse.
El viernes, primera batalla
Por tanto, precaución, dejemos que el bicho vaya cociéndose en su propio jugo. Lamento tener que volver a asomarme a El País, pero así es la guerra. Uno elige a los enemigos, no a los aliados. Y si el gran enemigo es Sánchez, y sin duda lo es, no hay que hacer muchos ascos a ningún aliado circunstancial. La primera batalla será el viernes, cuando Santos Cerdán declare ante el Supremo y Pumpido declare legal la ley de Amnistía. Ahí veremos si Madina respira, si Illa aspira y, sobre todo, si la facción golpista del Tribunal Prostitucional sigue rendida, arrastradamente horizontal.
