
Tanto la imagen como la puesta en escena en comunicación política resultan imprescindibles para el mensaje que se quiere transmitir. La rueda de prensa de Pedro Sánchez el pasado jueves tras el escándalo que implica al Secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, es un ejemplo.
Sánchez lanzó a los españoles un mensaje victimista y confesó sentirse profundamente decepcionado con el que era uno de sus hombres de confianza. Y como las palabras y los gestos de aflicción no bastan, el maquillaje dio un extra y jugó un papel fundamental. El presidente llegó a Ferraz con los pómulos visiblemente marcados gracias a la técnica del contouring, que como su propio nombre indica, consiste en contornear o sombrear con tonos oscuros las zonas del rostro que se quieren resaltar.
Se trata de una técnica muy utilizada en maquillaje profesional que juega con las luces y las sombras para darle protagonismo a zonas como la mandíbula, la nariz, la frente y los pómulos. Al destacar con tonos marrones o bronces, se marcan más las facciones para hacerlas finas o hundidas, como el caso del presidente del Gobierno, que ofreció un aspecto muy demacrado, casi cadavérico, para dar una imagen de preocupación.

Las diferencias entre un día y otro son claras. Aunque el rostro de Sánchez es muy fino, es fácil de comprobar que el miércoles 11, durante la sesión de control en el Congreso de los Diputados no tenía la misma imagen que el jueves 12 en Ferraz y el posterior acto por el XL aniversario de la Firma del Tratado de Adhesión de España a las Comunidades Europeas en el Palacio Real.