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¡Todo irá a peor!

incluso la UE, que tanto ha protegido a Sánchez, empieza a verle las orejas al lobo sanchista, o sea, al eje del mal.

Estoy convencido de que todo irá a peor para los españoles tanto en su vida colectiva como personal. Es incalculable el robo material de este gobierno, pero es aún peor el destrozo espiritual causado por la coalición sanchista. Los niveles de vida material, permítanme expresarme de esta guisa sociológica, descenderán cómo no podíamos haber imaginado hace un par de décadas. Pero soy optimista. Es lo mejor que puedo decir en defensa de mi afirmación. Tienen que ponerse las cosas muy mal para que despierte la conciencia absolutamente dormida, más bien narcotizada, de un pueblo por la simpleza de que es menester seguir viviendo en este pozo séptico de corrupción y crimen que es hoy España. Todavía hay millones de individuos dispuestos a votar a una gentuza sin otro objetivo que seguir robando y matando. El crimen de guante blanco es la unidad de medida de un sistema político sin pies ni cabeza. ¡La cosa parece increíble! Pero es cierta. Real.

El abandono casi total de las bases espirituales de una nación es la principal enfermedad de nuestro tiempo. La mera defensa de la vida por la vida, sin importarnos su "calidad" espiritual, sus opacidades y perversidades es el acicate bárbaro para convertir España en el estercolero de Europa y, por supuesto, en uno de los principales países para engrasar y sincronizar el llamado eje del mal China-Rusia-Irán-Venezuela y el resto de dictaduras hispanoamericanas. Los nombres de Zapatero y Sánchez serán muy pronto notas a pie de página, peones importantes, en los libros de la historia del totalitarismo del siglo XXI. Y el nombre de España, desde 2004 hasta hoy, comprendido el período del impresentable Rajoy, formará parte de la nómina de países sin nación, o sea un gentío, que más contribuyeron a conformar un tinglado europeo sin otro objetivo que mantener a una casta política estúpida y criminal.

Sin embargo, nadie descarte que ese empobrecimiento material, aunque suene a paradoja, pudiera ser un estímulo para recuperar el principio de la moralidad, hoy por hoy, casi inexistente en la conciencia ciudadana. Pocos, sí, se privan de gritar: "todos son iguales". No es verdad que todos sean iguales en perversidad, pero, sin entrar en distingos, creo que en este juicio sumario contra los políticos españoles late un contenido de verdad, acaso de moralidad, que es necesario preservar como oro en paño. Es el último resto de una moralidad maltratada al que agarrarnos para levantar el vuelo. Es lo único que le queda a una sociedad absolutamente atomizada, desvertebrada y, sobre todo, sin valentía alguna para seguir viviendo con decencia. Ese tipo de afirmaciones, cuasi morales, señalan la dirección correcta. Son reales. Tenemos el deber de respetarlas. Sí, nadie en su sano juicio hubiera sospechado hace dos meses que se levantasen tanta voces críticas contra el conglomerado de Sánchez-Zapatero-Separatistas-Comunistas, incluso la UE, que tanto ha protegido a Sánchez, empieza a verle las orejas al lobo sanchista, o sea, al eje del mal.

No sé, en fin, si el empobrecimiento material del país pueda atajarse fácilmente, como ha dicho algún "socialista crítico" (un oximoron), pero creo que la maldad sanchista, es decir, la instalación de la miseria moral en toda la sociedad española, nos apremia, exige y obliga a todos los ciudadanos, o a quienes aspiren a serlo, a "ser valientes". Sí, "ser valiente" para enfrentarnos a nosotros mismos. Es la primera lección de la filosofía de Sócrates para aquí y ahora. En un mundo desquiciado, tan perverso como el que le tocó vivir a Sócrates, la valentía es una habilidad, una técnica, para conquistar, no a los otros, sino a uno mismo; el valor para ser sabios y justos, el valor para cultivar nuestra alma. Quien no hace esto no es libre, y una vida sin libertad, es una vida no sólo vacía sino condescendiente con la maldad. La apelación a una vida que es objeto y pauta a un mismo tiempo no puede ser otra cosa que un sin-sentido. Una vida absurda. Esto también le compete a los líderes de la Oposición, especialmente al señor Feijóo.

Si Feijóo no quiere ser tildado de cobarde en su lucha para sacar del poder a Sánchez, tendrá que "ser valiente" consigo mismo, hacer algo más que esperar que le llegue el poder por consunción del tirano. Tendrá que dar alguna muestra de valentía. O sea tendrá que dar un salto para sacar a Sánchez de La Moncloa. Entre las muchas acciones que le han sugerido la poca prensa crítica de este país, hay una que está al alcance de su mano: rompa de verdad, no de boquilla, todos los acuerdos que el PP tiene con los socialistas en España y, sobre todo, en la UE. Si no lo hace ahora, cuando la visualización del tirano es nítida en el mundo entero, entonces nunca lo hará. O sea tendremos que pensar que usted fue un obstáculo para acabar con el empobrecimiento espiritual de la sociedad española. Si usted rompiese o, simplemente, amenazase con salirse del grupo que gobierna la UE, es muy posible que la agonía sanchista, de España, tuviese sus días contados

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