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Sánchez convierte a España en el socio paria de la OTAN y queda en el aire la factura por el veto al 5% en Defensa

Lo triste es que la reacción de los que están llamados a alternarse con el PSOE en el Gobierno de España no ha estado a la altura de la situación.

Lo triste es que la reacción de los que están llamados a alternarse con el PSOE en el Gobierno de España no ha estado a la altura de la situación.
Donald Trump y Pedro Sánchez. | LD/ Agencias

España no va a caminar la senda de la inversión mínima del 5 por ciento del PIB en Defensa que impulsa la OTAN. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lo anunció triunfante en una comparecencia en el Palacio de La Moncloa en la que estuvo absolutamente solo. No había periodistas, luego no había opción a preguntas incómodas. Una bocanada de aire fresco para un presidente cercado por los casos de corrupción.

La decisión del Gobierno español supone convertirse en el socio paria de la OTAN. En el aliado que no tiene problemas en romper la unidad y la unanimidad en las decisiones políticas, y que además lo hace de forma estridente, llamando la atención, festejando de forma pública que es el socio díscolo de la organización internacional. España no es el único país contrario al 5 por ciento del PIB, hay muchos más, pero sí el único que ha convertido su disensión en un show.

Sánchez podía haber ratificado el compromiso para que la OTAN pudiese mandar un mensaje de fuerza al mundo, especialmente a Rusia y China, pero España lo ha desbaratado. Podía haber dicho sí y luego haber incumplido, o dejar la responsabilidad en futuros gobiernos, es la táctica que van a usar otros países, de la misma forma que se ha venido haciendo con la senda del 2 por ciento desde Cardiff en 2014, pero ha optado por seguir el camino de la escandalera para anotarse un tanto interno.

Pedro Sánchez y, especialmente, su ministra de Defensa, Margarita Robles, han repetido de forma machacona en los últimos años que España es un socio "serio y fiable". La actitud que han mantenido durante los últimos años cuestiona seriamente esa afirmación y la actuación de la última semana –carta va y carta viene con Rutte– lo ratifica. La actuación del Gobierno tendrá consecuencias, pero todavía no sabemos cuál será el precio a pagar.

No cabe duda que el valor de las posiciones de España ante las cuestiones internacionales va a bajar unos escalones más. Seguramente la furia inicial por esta decisión vendrá liderada por Donald Trump, el espásmico presidente de Estados Unidos que se ha empeñado en fijar ese 5 por ciento como podía haber dicho el 7 por ciento o el 27 por ciento. Pero lo más doloroso del precio a pagar no será público y superará en el tiempo la presidencia de Trump.

La inversión en Defensa que pide la OTAN no va de pagar el 2 o el 5 por ciento del PIB nacional a la organización internacional para que te defienda, como apuntan algunos multiexpertos televisivos o algunos políticos excesivamente tuiteros. La financiación de la OTAN va por otro lado y no está en debate. Aquí se trata de que cada país invierta un mínimo en sí mismo, en su propia fortaleza militar, es su propia capacidad de defenderse ante sus principales enemigos.

España en un país con amenazas serias a su estabilidad y a su integridad territorial. Enemigos externos, no hablamos en estos momentos de los internos, que también los hay. Y tiene unas Fuerzas Armadas que han ido perdiendo capacidad durante muchos años y su material ha ido envejeciendo a pasos agigantados. Se necesitan más efectivos, más material y una estrategia de defensa clara, que a veces parece que no se tiene.

La decisión del Gobierno ha sido desoladora. España se ha apuntalado como un patito muy feo en el escenario internacional. El patito feo de su grupo de amigos. Y tendrá consecuencias que irán cristalizando con el paso de los años. Lo triste, lo más preocupante aún, es que la reacción de los que están llamados a alternarse con el PSOE en el Gobierno de España no ha estado a la altura de la situación.

"Ha acordado que España pague, pero cuando él ya no esté. Patada para delante", dijo Alberto Núñez Feijoó, el hombre elegido por el PP para liderar un próximo Gobierno. Una línea que siguieron durante la tarde-noche del domingo muchos otros prebostes del PP. Ya hemos aclarado que estos porcentajes no son de pago a la OTAN, sino de inversión en uno mismo. Y claro que se destinará dinero cuando Sánchez no esté, a menos que permanezca más allá de 2027 o 2029.

Lo sabe bien el PP porque ellos firmaron con Mariano Rajoy en La Moncloa el compromiso para el 2 por ciento que a Sánchez le ha terminado tocando cumplir y que todavía no ha cumplido. Y que el PP tampoco le dejó fácil, puesto que cuando Sánchez llegó a La Moncloa la inversión en Defensa era el 0,91 por ciento del PIB. El PP de Mariano Rajoy tiró casi cuatro años de posible aumento presupuestario a la basura.

Parece llamativo que el principal partido de la oposición no censure a Pedro Sánchez por desmarcarse de la OTAN, por ser el patito feo, por destrozar una parte del prestigio internacional que pueda o no seguir teniendo, sino que lo haga criticando un pago que no existe y censurando una supuesto compromiso a largo plazo que ellos mismos ya adquirieron y que hasta niveles cercanos al 3 ó el 3,5 por ciento no debería ser un problema para el PP.

Un partido que podría además llegar al Gobierno apoyado por Vox, un partido que votó en contra del rearme en Europa porque ese rearme viene dentro del contexto de la invasión rusa de Ucrania y a ellos sólo les preocupa Marruecos como enemigo y gran amenaza para España. Una gran contradicción, porque ese rearme español que no haría otra cosa que tener unas Fuerzas Armadas más fuertes para un posible escenario bélico con el vecino del sur.

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