
Pensemos sobre cosas y hechos. Intentemos poner entre paréntesis el pensamiento sobre las palabras. No es el momento de la retórica. El Congreso del PP ha sido muy importante. Todo sigue igual que antes. No es lo peor. No se han dicho muchas burradas. Ha habido algunos cambios relevantes en la dirección. Y la dirigente de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha tragado cosas duras, pero tampoco ha sido muy mal parada. Es lo mejor que se me ocurre decir sobre una asamblea que se ha centrado en el rollo de siempre: el centrismo. Pero no desesperemos. Hagamos de la necesidad, otra vez y las que hagan falta, virtud. No son tiempos de muchas esperanzas, mientras siga en el poder el jefe de los bandidos del PSOE.
Es menester colaborar, trabajar y persuadir a lo millones de individuos que mantienen aún en la poltrona a Sánchez para que cambien de voto o se queden en su casa. La tarea es hercúlea. Durísima. Pero llevadera, mientras vemos pasar por los juzgados y la prisión a los ladrones. Cualquier cosa debemos hacer, salvo refugiarnos en el pesimismo reaccionario; la impotencia del gritón, que se conforma con otra de gambas y una caña, sólo lleva al resentimiento, o sea, contribuye, sin quererlo, al destrozo de la nación y el Estado programado por los socialistas y los separatistas. Claro que debemos mirar y remirar con lupa lo sucedido en el Congreso del PP. Dejar de criticar aspectos de esa reunión sería tan irresponsable como pretender integrar a los millones de votantes de VOX en el partido de Feijóo.
Respetemos lo real. Pensemos, repito, sobre cosas, hechos y actuaciones, y también sobre su falta. ¡Hay algunas carencias que claman al cielo! ¿Cómo no extrañarse de que un partido alternativo, el PP, no mencione en una reunión nacional de ese calibre ni una sola vez al tercer partido del país, VOX? Me parece torpe el trato que el PP da a VOX. En una situación trágica, como la que vivimos los españoles, con todas las instituciones del Estado en almoneda por la cochambre socialista-separatista, no sólo se echan en falta unas conversaciones serias, públicas y transparente entre Abascal y Feijóo, sino que aún no se haya definido por parte del PP una estrategia clara y distinta respecto a VOX. El congreso del PP ha perdido una ocasión de oro para clarificar su política de pactos, o peor, se la ha dejado en el reino de la ambigüedad; pues que todavía hay dirigentes peperos que aspira a que el PNV y los de Junts hagan presidente a Feijóo. Malo.
Pero pasemos por encima de este asunto y creamos que, por fin, Alejandro Fernández, el valiente e inteligente dirigente del PP en Cataluña, ha logrado sacar adelante una "promesa"a Feijóo: el PP no pactará con los secesionistas. Tomemos en serio la promesa y no prestemos mucha atenciónEs menester colaborar, trabajar y persuadir a lo millones de individuos que mantienen aún en la poltrona a Sánchez para que cambien de voto o se queden en su casa a la declaración de Feijóo sobre que prefiere pactar con el PSOE antes que con VOX. No demos pábulo al pedigüeño óbolo que exige Feijóo a Emiliano García Page para salvar al PSOE del descalabro total: veinte (20) diputados; sí, eso ha dicho el dirigente gallego: si para alcanzar la mayoría absoluta necesitase veinte diputados, se los pediría a García Page… Corramos un tupido velo sobre esa declaración. El futuro político diseñado en el congreso del PP no es, pues, para tirar cohetes. Pero, ay, lo importante ahora es expulsar del poder al jefe de los bandidos y los separatistas. Tiempo tendremos de volver sobre las retorcidas y poco creativas ambigüedades del PP. Pronto, muy pronto, hallaremos la oportunidad de comprobar la determinación, el arrojo y, en fin, la virtud de Feijóo para defender lo mismo en todo el territorio nacional. Será, sí, la defensa de la lengua común, la defensa del castellano, en toda España la primera prueba para estar con el PP o, por el contrario, votar a VOX. Es solo un ejemplo, entre otros mil, para que los ciudadanos de España se decanten por votar a VOX o al PP.

