
La nutria gigante (Pteronura brasiliensis) vuelve a nadar en aguas de Argentina, país en el que se había extinguido
El verano, momento en el que tantos ciudadanos disfrutan de sus vacaciones y tienen la oportunidad de tener cerca un Parque Zoológico, es el mejor momento para recordar la gran labor conservacionista que realizan estas instituciones, por cierto, no siempre comprendida por el radicalismo animalista.
El arca de Gerald Durrell
Una vez superado el concepto decimonónico de Casa de Fieras, como simple recinto de exhibición de fauna salvaje capturada en la Naturaleza, fue el naturalista británico bien conocido por sus encantadores libros sobre animales, quien concibió un nuevo concepto de Zoo como centro de reproducción de especies en peligro de extinción para obtener reservas de individuos que garantizaran la supervivencia de las mismas.
El zoológico de Jersey, fundado por Durrell tras superar toda clase de dificultades, administrativas y económicas, se convirtió en un nuevo referente mundial; fue el modelo que siguieron a partir de aquí todos los grandes zoos del mundo, entre ellos el Zoo de la Casa de Campo, inaugurado en Madrid en 1972 y evolucionado hasta el actual Zoo de Madrid que se viene apuntando éxitos notables en el terreno de la crianza de especies en peligro.
Por supuesto que no se trata de actuar en solitario; los verdaderos zoológicos trabajan en equipo, organizan programas conjuntos de crianza y se intercambian ejemplares de manera desinteresada cuando el establecimiento de parejas o colonias de reproducción así lo aconseja.
Dentro del programa para la salvación de la nutria gigante amazónica en el que se afana actualmente EAZA (Asociación europea de Zoos), el Zoo de Madrid ha participado de manera muy activa en la consecución del reciente éxito de la liberación de un grupo de nutrias gigantes amazónicas en un espacio natural argentino, el Parque Iberá; esta especie llevaba muchos años extinguida en aquel país.
Nima y Coco forman parte del grupo liberado para la reintroducción a que nos referimos, y son los componentes madrileños del mismo. Pero no son las primeras nutrias gigantes amazónicas de filiación madrileña.
Fue Félix Rodríguez de la Fuente quien nos presentó a Waika y Eteia, dos hembras jóvenes de esta especie que trajo a Madrid, con su equipo de Televisión Española con motivo de sus grabaciones de la exitosa serie "El hombre y la Tierra.
Las dos nutrias habían sido adquiridas a los miembros de una tribu amazónica de la selva venezolana que las mantenían como mascotas. Eteia aún mostraba en el cuello la marca del collar con que la mantenían sujeta los indígenas. Tuve el honor de contribuir a su aclimatación en Madrid y de presentarlas en Televisión, dentro del programa Zoo Loco en el que yo participaba, gracias a la cortesía del gran Félix, gesto que tantos años después sigo agradeciendo.
Las nutrias gigantes amazónicas, llamadas en sus países de origen, Brasil, Venezuela y otras áreas amazónicas, "lobitos de río", Waika y Eteia conquistaron muy pronto la popularidad entre los madrileños gracias a su carácter juguetón, porque al igual que las europeas, son animales comunicativos, inteligentes y juguetones. Madrid tuvo sucesivamente diferentes ejemplares de la especie hasta participar en el programa actual de AECMA que ha conducido a la reintroducción en Argentina.
Nima y Coco son pues sucesores de Waika y Eteia, las nutrias pioneras que aportó al Zoo de Madrid el Dr. Rodríguez de la Fuente.
Las nutrias pertenecen a la familia de los mustélidos, encuadrada en el orden carnívoros. La fauna española cuenta con especies de mustélidos muy conocidas, como la garduña. La marta, el armiño y el turón. O la pequeña y feroz comadreja.
En los ríos españoles las nutrias son habitantes de los cursos fluviales de aguas limpias y bien oxigenadas; suelen jugar de forma muy animada en las playas que forman los meandros del río; presenciar tales juegos es uno de los mejores espectáculos que puede disfrutar un naturalista.
Las nutrias amazónicas, a que nos referimos en esta ocasión, son de tamaño mucho más grande que las ibéricas, pueden llegar a los 30 kilos, sobre todo los maños, y poseen un pelo finísimo y muy tupido, que ha conducido la especie al grave peligro de extinción en sus países amazónicos de origen, a causa de la caza excesiva.
Bastante más sociables entre ellas que las europeas, suelen vivir y pescar en grupos de varios ejemplares, aunque en algunos casos se pueden producir peleas, especialmente cuando algún nuevo ejemplar pretende introducirse en una colectividad ya establecida.
Afortunadamente en estos momentos la población de nutria gigante amazónica en zoológicos y el éxito en la reproducción en cautividad parecen asegurar su conservación. La reintroducción de una de sus subespecies en Argentina es una excelente noticia.
Miguel del Pino, catedrático de Ciencias Naturales
