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¿Y si el Estado suspendiera pagos?

Lo más grave que pasa y que ha pasado siempre con estos temas es que hace mucho que nos mienten. No es, no ha sido nunca verdad, que haya dinero "español", dinero "vasco" y dinero "catalán".

Me da cada vez más dolor de cabeza el debate sobre la financiación autonómica. La de Cataluña y la de Matalascañas. No pensaba ni hablar del tema porque me desanima su irracionalidad. Es un campo de patatas y de mentiras.

¿A ustedes no les llama la atención que el acuerdo anunciado a bombo y platillo el pasado lunes entre Moncloa y Generalitat no le guste a nadie? Desde luego, no a los defensores de la caja común única que acusan a los separatistas catalanes de querer romperla. Pero es que resulta que estos tampoco están contentos. Acusan al gobierno de Pedro Sánchez de hacerles comulgar con ruedas de molino.

Por una vez y sin que sirva de precedente, todos tienen razón. Desde el punto de vista de los separatistas, el acuerdo es una tomadura de pelo. No hay absolutamente ninguna garantía de que lo que les han prometido se cumpla, porque requiere tales reformas legislativas -de la LOFCA, para empezar-, que los socios de Sánchez se pueden morir de viejos en sus escaños esperando. Si en la Moncloa querían blindar y hasta esclavizar sus apoyos de aquí al 27, sin duda han encontrado la manera.

Pero es que ni dando un golpe de Estado, oiga. La famosa "Hacienda catalana" son ahora mismo cuatro gatos y tres inspectores que si de repente tuvieran que recaudar ellos solos todo el IRPF en Cataluña, no sabrían ni por dónde empezar. Se verían en la situación del hijo que se va de casa de sus padres a un apartamento sin lavadora ni nevera, y tiene que volver todos los sábados a que su madre la haga la colada y le dé la comida de la semana metida en tápers.

Peor aún, porque en la práctica, hasta ahora, Cataluña no tenía cupo como los vascos, pero estaba abonada casi en exclusiva al Fondo de Liquidez Autonómica (FLA). Cuando no llegaba a fin de mes, venía el papá Estado a sacarle las castañas del fuego. Si el acuerdo del lunes se aplicara al pie de la letra, esto dejaría de ser así. Cuidado con el tema.

Por suerte para ellos, es más fácil que Elvis resucite que el acuerdo se cumpla al pie de la letra. Aquí no se está hablando de números sino de principios. De que el Estado asuma y haga suyo el mantra de que Cataluña necesita y merece una financiación singular. Una distinta del resto. Porque sí, porque yo lo valgo. Esa es la crítica de los detractores del acuerdo. Muchos de ellos a sabiendas de que el acuerdo es engañoso e inconsistente. Pero políticamente es verdad que sienta el precedente de que Hacienda no somos todos. O no por igual.

También es de traca todo el lío que se ha montado con la "ordinalidad". Los "catalanes" hacen tiempo que se quejan de ser de las primeras comunidades en contribuir y de las últimas en recibir. Eso es cierto. Tan cierto como que la Comunidad Madrid todavía contribuye más y recibe menos. Curioso, ¿no?

Otra mentira y de las gordas es la que dijo la ministra Pilar Alegría, aquello de que mientras haya "gobiernos progresistas" en España, ningún territorio gozará de privilegios. Pues el País Vasco y Navarra los gozan desde hace mucho tiempo. No sólo por el cupo, que nadie se atreve a discutir -ni la izquierda, ni la derecha- con la excusa de que está en la Constitución. Como si no supiéramos todos por qué está ahí. Y suma y sigue. Porque al País Vasco se le acaban de transferir las pensiones no contributivas, algo que es bastante más serio que lo que pide la Generalitat, aunque no se quiera fijar nadie.

Imaginen por un momento que el Estado llegara a quebrar o a declarar una suspensión de pagos. ¿Que eso no puede ocurrir? Oigan, miren alrededor. Miren como el Estado del bienestar hace aguas en países que parecían más aseados que el nuestro. Miren los recortes en Francia. ¿De verdad están ustedes seguros de que las pensiones se podrán pagar tal cual, indefinidamente, al paso que vamos? ¿Si se mantiene este nivel de gasto público, que no necesariamente social? Supongamos, sólo supongamos, que llegara un momento en que no se pudieran sostener las pensiones no contributivas en el conjunto de España…pero en el País Vasco sí, con el dinero de todos. ¿Ven por dónde voy?

Lo más grave que pasa y que ha pasado siempre con estos temas es que hace mucho que nos mienten. No es, no ha sido nunca verdad, que haya dinero "español", dinero "vasco" y dinero "catalán". La pelea no es entre territorios ni entre la gente que los habita y paga con el sudor de su frente los impuestos. La pelea es entre partidos políticos y Administraciones que se disputan el control de esos recursos. Los catalanes a secas, sin comillas, no vamos a ser más ricos porque la Generalitat recaude más impuestos, si luego no se los gastan en Sanidad o Educación, sino en embajadas y en procesos independentistas. Los cientos de millones de euros malversados en los últimos años en cosas así son ahora mismo la china en el zapato de la amnistía.

El verdadero quid de la cuestión, lo que de verdad tendríamos que valorar los ciudadanos de todos los rincones de Barcelona, Bilbao o Madrid, por lo que de verdad nos tendríamos que pelear, no es por la banderita que cuelga del llavero de la caja, sino por su buen funcionamiento. Si nos va mejor recaudando unos o recaudando otros. En qué se lo gastan. Qué nivel de servicios se nos retorna por nuestros impuestos.

Yo creo que parte de la incombustibilidad del PNV, todos estos años, se debe a que muchos ciudadanos vascos perciben que ellos salen ganando. Que disfrutan de ventajas que otros españoles no. Muchos votantes de Isabel Díaz Ayuso también lo son porque creen que ella defiende sus intereses mejor que el gobierno de Pedro Sánchez. En Andalucía seguramente también sacaron alguna lección del caso de los ERE.

Sólo en Cataluña, con la mala fama que tenemos, cuela lo de la honra sin barcos. La pelea identitaria por encima de la realidad de los números. Años de gobiernos cada vez más separatistas sólo han servido para arruinarnos más. Más dinero, peor gastado. ¿Puede eso empezar a cambiar con Salvador Illa? Esa es una de las incógnitas más interesantes, y de cómo se despeje van a depender muchas cosas en los próximos años.

De momento, y a modo de resumen: los errores de los cocineros se tapan con salsa, los de los arquitectos con plantas, los de los médicos con tierra…y los de los políticos, con dinero. Dando más dinero, no siempre a quien lo va a gastar mejor ni mirando más por el bien común. Los que ponemos el dinero deberíamos estar mucho más vigilantes porque un día el dinero, nuestro dinero, se puede acabar. Y entonces será tarde para pedir cuentas.

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