
Maravillosas casualidades de la vida. Escribo desde la cafetería del kilómetro 538 de la A6. En efecto: la gasolinera de Guitiriz. Alegoría inequívoca, junto a Don Angelo, de que el PSOE es un partido que limpia, fija y da esplendor. Leo otra gran exclusiva de Miguel Ángel Pérez en Libertad Digital. Y otra vez se confirma lo que todos sospechábamos: que Sánchez no ha hecho nada realmente limpio. Ni limpio, ni por sus méritos. Ser el yerno de Sabiniano no puede considerarse exactamente meritorio, sino más bien meretricio.
"Lleno de diésel, por favor, el más contaminante que tenga". Un poco de contexto. En 2006 Pedro Sánchez se casa con Begoña Gómez, y en 2009, entre sorprendentes eventualidades, se convierte en diputado, con Zapatero buscando brotes verdes en La Moncloa. En 2011, después del desastre del iluminado de la ceja, el PP regresa al poder con Rajoy, mientras el PSOE cae en una profunda crisis. Rubalcaba, icono de la vieja guardia, intenta en vano resucitar el partido. José Bono, que había sido ministro con Zapatero después de postulante misteriosamente fallido a la secretaría general, relaja su protagonismo político. En cuanto a José Blanco, figura emergente en el PSOE que parecía no tener techo, vino aquí a poner gasolina y su carrera política se fue al carajo. Porque no puso gasolina.
Josep Borrell venía de lejos: aunque ganó al oficialista Almunia las primarias del 1998, tuvo que renunciar al año siguiente. Razón: Caso Hacienda Catalana. Desde 2004 se dedicaba a europear y, tras alejarse de la primera línea política, a los dineros. Siempre tuvo un ojo puesto en una segunda oportunidad para liderar el PSOE. Nunca lo intentó.
Sánchez ganó las primarias en julio de 2014 frente a Madina y Pérez Tapias. Un recordatorio, Cerdán a Koldo el día de esas primarias: "Cuando termine, apuntas como que han votado esos dos que te faltan sin que te vea nadie y metes las dos papeletas". Koldo a Cerdán: "Ya está". Un partido limpio.
Empieza el mamoneo. Informe de Villarejo fechado cuatro meses después de las primarias: "Sánchez usó grabaciones en la sauna Adán de dos altos cargos socialistas con las iniciales JB para ascender". El informe, obviamente, se encarga antes de noviembre. JB no es Johnnie Walker. O al menos, no es Johnnie Walker solo.
Octubre del 2016. Tras un feroz acoso de su propio partido, Sánchez dimite y después entrega el acta de diputado. Toma las riendas una gestora con Javier Fernández. Josep Borrell se cae del unicornio, se convierte al sanchismo, y brama contra la gestora: "Si esto es un golpe de Estado, está organizado por un sargento chusquero".
El narciso desaparece un par de meses, estrategia que emplean ciertos mamíferos para amplificar la eficacia de su caza, y vuelve tras el turrón navideño montado en un Peugeot 407. Ahora es humilde. También en octubre del 2016: otro misterioso J.B. se hace famoso por el libro de memorias que publica La Veneno. Noviembre: La Veneno muere tras una caída doméstica. Extrañas circunstancias. Nunca creo en conspiraciones, pero a veces la vida no debería ponérnoslo tan difícil.
Bono fue de los más críticos contra Sánchez durante la crisis. Cuando el hombre del Falcon decide volver a presentarse, Bono apoya a Susana Díaz y llega a decir que Sánchez "solo ha acreditado que sabe perder". Decía la verdad. Por su parte, Borrell, subido a la baca del Peugeot con entusiasmo, proclama en Dos Hermanas la llegada de la "regeneración" de Sánchez frente al "aparato del partido" que Díaz representa. Tres meses después, ya es 2017.
Bono, también converso, reconoce la victoria "clara y contundente" de Sánchez, y pide a los susanistas que lo apoyen. Puñales traigo, señora. Exige a Sánchez que no se arrime a Podemos, algo que el presidente garantiza (inserte aquí su carcajada con muchas jotas).
Odio revisar la presión de los neumáticos sin guantes. Si notan manchurrones en el texto, ya saben. A propósito: está poniendo gasolina un coche oficial. Tentaciones de acercarme con un sobre y deslizarlo por la ventanilla.
Volvamos. Sánchez, con Ábalos y Cerdán de muñidores, se hace con el control del partido y llega la moción de censura-trampa del 2018. José Bono y Josep Borrell sobreactúan, respaldan tímidamente el plan, pero se muestran muy gallos contra el posible apoyo de los secesionistas. Bono le dice entonces a Sánchez que con Bildu o los secesionistas no iría "ni a misa". Es probable que sin ellos tampoco. Salta la "sorpresa": Sánchez se lleva a Borrell a su nuevo Gobierno.
En cuanto a José Blanco, por entonces, trabajaba ya en la creación de la fructífera consultora Acento, constituida en 2018, que empieza a operar en 2019. Bono, qué bello es vivir, se convierte administrador único de la consultora Joasa en 2018, y comienza a las gestiones para obtener nacionalidad dominicana. Chimpún. De Sánchez, de los nacionalistas, y de Podemos, ya saben.
Unos a La Moncloa, otros a ganar pasta, valga la redundancia. Felices los cuatro. Me siento en la cafetería de la gasolinera: "Otro JB, por favor". La vida puede ser maravillosa.
