
El manifiesto se ha convertido en un subgénero literario más o menos respetable, no lo dudo –"Cada cual se corre como puede", que decía Cela–, en el que una cuadrilla previsible, repetitiva y peñazo que se cree superior al común de los mortales hace pública una declaración de, tal y como recoge el DRAE, "doctrinas, propósitos o programas". Funcionan estos escritos como mecanismos de inclusión en/refuerzo de pertenencia a una tribu y como presuntos ascensores sociales, en plan: "Jo, jo, jo, mi firma está emparedada entre la de Fulano de Tal y la de Mengano de Cual, qué importante soy, jo, jo, jo". Se hace pandi, vaya. Además, como siempre los provoca una causa justa, moral, noble…, etcétera, el rubricante se acaba sintiendo un híbrido de Manuela Malasaña y de Gandhi que, eso sí, remata su reivindicativa jornada en el Spa del Four Seasons de Madrid o en algún restaurante del centro, según sea la casta del galgo.
He leído el manifiesto Por avances en derechos sociales y políticos. Contra los intentos de involución, una declaración de amor a Pedro Sánchez y un panfletillo sulfúrico que se cisca en todos aquellos que no arrojamos pétalos de rosa por do mora el presidente del Gobierno. Reinventan y abrevian los firmantes Los protocolos de los sabios de Sión y les aplican un filtro progresista. Denuncian una "conspiración para derribar a un gobierno legítimo" en la que se han activado y movilizado "todos los sectores de poder, institucional o no, que existen en el ámbito conservador", o sea, el Senado, los jueces, la oposición, algunos medios, las redes y hasta la Iglesia. Lamentan que se oculten "los avances del Gobierno de coalición en materia económica y social" y, esta es buena –el sectarismo no está exento de cierta ternura, por patética que sea–, llegan a la sesuda conclusión de que "aquellos que solicitan que se celebren ya elecciones, sean de derechas o de izquierdas, lo único que desean es que llegue un gobierno de las derechas PP/Vox". Qué cosas tienen los fascistas. Finalmente, si bien reconocen que "los supuestos delitos cometidos por exsecretarios de organización del PSOE son graves y denotan crasos errores in eligendo e in vigilando", acto seguido, cómo no, estampan una locución adversativa: "Sin embargo, es inadmisible que un Gobierno, democráticamente elegido, caiga por un informe de la Guardia Civil".
Un centenar de avalistas respalda la referida soflama. Entre estos, los condenados Magdalena Álvarez y Manuel Chaves, otros ministros como Leire Pajín, Alberto Garzón o Manuel Castells, periodistas como Jesús Maraña y Rosa Villacastín, directores de cine como Almodóvar, reconvertido en bien inmueble del género, o Fernando Colomo, escritores como Manuel Rivas o el director del Cervantes, Luis García Montero, y cantantes como Serrat y los, como el cineasta manchego, inamovibles Miguel Ríos, Víctor Manuel o Ana Belén, quien hace unos días, compungida, pero no mucho, declaraba en ABC: "No sé si podemos seguir apoyando a Pedro Sánchez, no lo sé". Ya ha salido de dudas.
Inevitablemente, se acuerda uno de la Plataforma de Apoyo a Zapatero y de aquella canción, presentada el 9 de febrero de 2008, en la que los ya citados Miguel Ríos, Serrat, Víctor Manuel y Ana Belén, pero también Fran Perea, Miguel Bosé o Joaquín Sabina, cantaban el "Defender la alegría" de Benedetti y hacían con un dedo índice el símbolo de la ceja pidiendo el voto para el hombre que susurra a Nicolás Maduro. Ninguno ha tenido el cuajo de secundar el nuevo manifiesto prosanchista. De hecho, Bosé ha pedido, sin edulcorantes, la dimisión del presidente, y Sabina, hace dos años, señalaba: "Ahora ya no soy tan de izquierdas, precisamente porque tengo ojos y oídos para ver lo que está pasando".
Ni el autor de "Sevilla" ni el de "19 días y 500 noches" se sumaron tampoco al manifiesto ¡A las urnas las ciudadanas y los ciudadanos!, en el que "trescientas personalidades de la cultura, la política y el trabajo" llamaban a acudir "masivamente a las urnas" el 23 de julio de 2023 y apostar por las "opciones progresistas". Sí lo hizo entonces José Sacristán, mas no ahora. Hace unas semanas, preguntado por Koldo/Ábalos/Cerdán, sentenciaba el fabuloso actor: "La situación es terrible, sin paliativos, vergonzosa, y no es una solución el hacer comparaciones. Ya está bien del 'y tú más': eso no sirve absolutamente para nada. Esto es sencillamente impresentable y la solución tiene que ser terminante". Verás tú el traje que le va a hacer Gonzalito Miró, muyahidín ferracino permanente, como se entere. Sánchez vive, la lucha sigue. Pese a las deserciones.
