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María de España

La España constitucional no debe estar gobernada por sus enemigos. Lástima que María San Gil, María de España, no sea candidata a presidir esa misión común.

Hace dos días que vi y escuché atentamente la entrevista que Jano García, colaborador de esta casa y comunicador independiente, le hizo a María San Gil. Antes de seguir les ruego encarecidamente que lo hagan. Pueden hacerlo clicando en este enlace. Me resultó no solo rememoradora de tanto dolor olvidado impunemente y emocionante, sino inesperadamente necesaria para esa España que no tiene quien la defienda. Si no tenían claro el problema de nuestra nación, lo tendrán y encontrarán pistas para su solución.

Un milagro civil, eso es lo que me pareció. Un milagro de patriotismo, claridad, sencillez y honradez personal y política. No estoy seguro de que la cara sea el espejo del alma, porque hay gente que ensaya para mentir mirándote a los ojos. Vestida de rojo, tal vez rojo muleta, María San Gil desprendía esa noble, elegante y bella entereza de quien ha sufrido intensamente pero que no se ha permitido que el deseo de venganza desbanque a la justicia y a la libertad de todos.

Se ha contado[i] que, lejana a la cultura de la muerte en cualquiera de sus manifestaciones, esta mujer, que crece cada vez más ante mis ojos, cantó La Internacional en el entierro del socialista Joseba Pagazaurtundúa. No era su himno, pero sí era su muerto, compatriota español y demócrata, y así le manifestó su respeto.

Muchos no la recuerdan. Deliberadamente han borrado su nombre de la historia de España como han tratado de eliminar la figura de Gregorio Ordóñez de la vida española. Digamos en restitución que ella era la jefa de gabinete del entonces teniente de alcalde de San Sebastián y candidato del PP a dicha alcaldía, con las encuestas muy favorables, además de diputado vasco y presidente del PP de Guipúzcoa.

Precisamente el día que ETA asesinó a Gregorio Ordóñez en el bar La Cepa, 23 de abril de 1995, María San Gil era una de las comensales que lo acompañaban junto a unos vecinos. Javier García Gaztelu, 'Chapote', Juan Ramón Carasatorre, 'Zapata', y Valentín Lasarte, cree la Justicia que fueron los autores del crimen. Dos de ellos andan libres por la calles de su ciudad y el primero, supuestamente el asesino que le disparó en la cabeza y por detrás, cobardemente, como siempre, puede salir pronto y amenaza con refundar ETA. Se han cumplido hace poco los 30 años de este asesinato a sangre fría y a bocajarro. Una de las casi 1.000 ejecuciones perpetradas.

Tomen nota de quién es María San Gil. En el juicio a los presuntos autores del asesinato de su amigo Gregorio, que presenció, se negó a mentir sobre la identidad del verdugo, a quien no reconoció. Pudo haber mentido y afirmar que el matón infame era García Gaztelu, Chapote. Todos los indicios apuntaban a su mano en el gatillo, pero ella, atenazada por el horror y la sacudida, no recordaba su cara y así lo testificó.

En honor a su memoria, quien no quería dedicarse a la política – nunca se dice, pero María se licenció en la Universidad Pontificia de Salamanca en la especialidad de Filología Bíblica Trilingüe (lenguas hebrea, latina y griega) -, terminó siendo presidenta del PP vasco y miembro de la dirección nacional del PP hasta su dimisión[ii] por diferencias imposibles de conciliar con el PP acéfalo de Mariano Rajoy en 2008.

Mucho de todo este gigantesco genocidio[iii] de españoles debería ser sabido y meditado por los nuestros jóvenes y no tan jóvenes, pero se les ha hurtado la memoria. Es más, se les han negado e incluso suplantado los recuerdos. Pero si todo ello es resucitado con toda sencillez y paz interior por María en esta entrevista absolutamente necesaria, igual de relevante es su análisis de la situación española actual que comparte con su amigo Jaime Mayor Oreja.

El declive de todos los valores éticos cívicos, la traición sistemática a la democracia y a la nación, el blanqueamiento de los asesinos por el PSOE, comunistas y separatistas desde la llegada al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero[iv] y la puesta en marcha de una disolución de España con el fin de asegurarse el gobierno, es expuesto con la naturalidad de quién sabe de lo que habla y ha arriesgado la vida por defender lo que defiende.

Lo que ha venido después no es más que la consecuencia de toda aquella prostitución política y moral. Pero tampoco olvida la indiferencia del PP de Rajoy hacia las víctimas y su culpabilidad manifiesta por acción y omisión ante el ataque inmisericorde a la Constitución y a quienes la defendieron con su vida (UCD, PP y PSOE, por ese orden de sacrificio político, que fue cuantitativamente menor que el sacrificio de otras muchas víctimas).

Hay que coincidir con esta mujer, para mí de bandera hasta el punto de que voy a llamarla desde ahora María de España, en que si no hay alternativa es porque ni el PP, ni Vox ni muchos otros, socialdemócratas entre ellos, que son conscientes del abismo en el que nos precipitamos, están a la altura de unas circunstancias que exigen un Norte nacional al que dirigir todas las energías para salvar el esfuerzo de generosidad y libertad que se hizo desde 1976 hasta 1978.

Esto no puede quedarse así. Asesinos y antidemócratas, racistas, odiadores de la libertad y disgregadores de una gran nación como la nuestra, deben ser denunciados, combatidos y desalojados de todo gobierno con la mayoría real, que la hay, en una mano y la ley en la otra mediante una reforma profunda de la ruta suicida por la que nos hacen caminar desde hace 20 años. La España constitucional no debe estar gobernada por sus enemigos. Lástima que María San Gil, María de España, no sea candidata a presidir esa misión común. Tendría mi voto y creo que muchos millones más.


[i] En el libro Memorias de Euskadi, de María Antonia Iglesias se cuenta esto y como fue maltratada sobre todo por sus antiguos compañeros del PP. Citaré sólo a uno, Leopoldo Barreda.

[ii] Acababa de superar un cáncer de mama, otra cita con la muerte que con ETA siempre la amenazó.

[iii] Genocidio es el "exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad". Por ser españoles, sencillamente, o por no ser nacionalistas vascos, fueron asesinados 853 personas, se causaron más de 7.000 víctimas y se obligó al exilio a 180.000 ciudadanos del País Vasco (gran ventaja electoral para el separatismo). Hoy dirigen el gobierno de Pedro Sánchez.

[iv] No menciona el ataque de Felipe González y Juan Luis Cebrián al pacto constitucionalista de Nicolás Redondo Terreros y Jaime Mayor como un hito previo.

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