Menú

El muro de Trump

Siempre se omite que el muro fronterizo con México fue ideado, construido e instalado por el muy progresista Bill Clinton.

Siempre se omite que el muro fronterizo con México fue ideado, construido e instalado por el muy progresista Bill Clinton.
Soldados estadounidenses patrullan por el muro de la frontera con México en Santa Teresa (Nuevo México). | Europa Press

Ese muy rotundo y humillante 15 a 0 que le acaba de encajar Estados Unidos a sus muy serviciales colonias europeas ya sitúa oficialmente a Bruselas por debajo incluso de Sudamérica, el histórico patio trasero de los yankis (países periféricos de esa región como Paraguay, Perú o Argentina, por ejemplo, solo han sido castigados con aranceles del 10% por la Casa Blanca). Sin embargo, el gran escándalo noticioso de las últimas horas no remite a la crónica de esa obediente sumisión comercial de los "socios" del viejo continente, sino a un asunto de capas de pintura negra en el muro fronterizo con México.

Pues, como todos los telediarios se están encargando de difundir en bucle, Trump habría ordenado tiznar de ese color la valla para así provocar su calentamiento por efecto del sol, lo que sumará una dificultad añadida a los inmigrantes ilegales que pretendan saltarla. Y huelga decir que en las informaciones siempre se designa tal instalación fronteriza defensiva como "el muro de Trump". Por supuesto, en todos los casos se omite mencionar, ni siquiera de pasada, que el famoso muro del malvado Trump resulta que fue ideado, diseñado, construido e instalado sobre el terreno por el muy progresista Bill Clinton durante sus ocho años en la presidencia.

En concreto, y puesto a medir con rigor aritmético la escala de las perversiones, procede acusar recibo de que los demócratas, con Clinton al frente, izaron en su día un total de seiscientos kilómetros lineales de esa valla interminable, mientras que el perverso hombre naranja apenas añadió durante su primer mandato la mitad, trescientos kilómetros. Antes que él, Bush júnior había sumado doscientos adicionales; mientras que Obama, el beatífico Nobel de la Paz, puso otros ciento quince. Pero el malote es Trump y solo Trump. Si no se puede airear la verdad ni sobre una valla de metal en medio de un desierto, ¿cómo hacerle saber a la opinión pública que la política arancelaria de Trump resulta ser fiel continuadora de la tradición de los Estados Unidos en esa materia desde hace la friolera de dos siglos? Imposible.

Temas

En Internacional

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas
    • Buena Vida
    • Reloj Durcal