El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y sus ministros, han mostrado su ya tradicional incompetencia en la gestión de los incendios, inversamente proporcional a su habilidad para reptar por el fango de la peor política, difundir bulos y esparcir miasmas. Es lo que hicieron durante la Dana de Valencia, durante el apagón, durante la pandemia y cada vez que las circunstancias han puesto a prueba al Gobierno.
Tras explotar al máximo todas las posibilidades materiales de su cargo, intensificar el uso de La Mareta, prohibir la navegación en el "dominio" marítimo de la residencia y dejar su huella climática con sus costosos desplazamientos habituales en el Falcon y en el helicóptero Super Puma, Pedro Sánchez se dispone a retomar la agenda presidencial, marcada por la corrupción en casi todas sus variantes.
El 11 de septiembre tendrá que declarar su señora, doña Begoña Gómez, a quien este mes de agosto le ha caído una quinta imputación, esta por malversación. Un récord y un hecho totalmente inédito tratándose de las esposas de los presidentes del Gobierno. El destino del fiscal general de Sánchez, Álvaro García Ortiz, también es el banquillo de los acusados. Y el del hermano de Sánchez, el músico. Santos Cerdán está en la cárcel y José Luis Ábalos aún no se explica cómo se ha librado de la prisión provisional. ¿Y qué decir de Koldo?
Pero habrá más casos y más nombres, siempre vinculados a Sánchez. La tercera autoridad del Estado, la presidente del Congreso, Francina Armengol, o el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, son algunos de los nombres que más suenan en las quinielas sobre futuros imputados.
Sánchez sabe además que no cuenta con el apoyo parlamentario suficiente para sacar adelante unos Presupuestos, cosa que aunque le importa más bien poco porque no afecta a sus gastos, supone no pocas dificultades en la gestión, como se ha demostrado en la falta de medios para hacer frente a los incendios. En política internacional el panorama tampoco es positivo, marginado de las iniciativas europeas y embarcado en una política exterior que le retrata con Maduro, con Petro, con Lula y muy cerca de la dictadura comunista china, es decir, con lo peor del mundo. Sin capacidad de reacción frente a las presiones de Marruecos y lastrado por la corrupción, que es la noticia de España en los principales medios internacionales.
A todo esto hay que añadir las presiones de sus socios de Sumar y de sus teóricos aliados de Junts y ERC, cuyos líderes sugieren que este otoño pasarán cosas que no han sucedido hasta ahora porque su apoyo a Sánchez no es estructural, sino coyuntural. El concierto económico para Cataluña, la oficialidad del catalán en Europa, el traspaso de las competencias de inmigración y fronteras son algunos de los peajes que Sánchez no ha logrado abonar. Si quiere agotar la legislatura, deberá dar pasos al frente en materias como la financiación o la inmigración que requieren validación parlamentaria.
Arranca el curso político con casi todo en contra de un Sánchez que ha hecho de aferrarse a la poltrona su actividad más reseñable, junto a la de comparecer en escenarios catastróficos dentro de una burbuja que le evite todo riesgo de contacto con la realidad.

