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El asesinato de Kirk y la verdadera cara de la izquierda

El asesino de Kirk es un auténtico héroe para miles de jóvenes intoxicados por las consignas, ni siquiera ideas, de una izquierda que abraza las causas más delirantes y los eslóganes más bárbaros con el fin de imponer su agenda.

Las reacciones de la izquierda al asesinato del "influencer" trumpista Charlie Kirk desvelan el verdadero rostro de comunicadores, políticos y académicos de izquierda que lejos de condenar el atentado se dedican a esparcir la justificación de que la víctima era un "fascista" que merecía la muerte. Así funciona la izquierda, con una ausencia total de humanidad y de empatía, de un modo salvaje, abyecto, ferozmente criminal y totalitario. Resulta escalofriante escuchar a algunos personajes glosar la trayectoria de Kirk para acabar concluyendo que alguien como él se había buscado su trágico final por, otra vez, "fascista" y por defender ideas contrarias al "wokismo" hegemónico.

Que el asesino hubiera escrito en algunas balas fragmentos de la letra de la canción "Bella Ciao" o "Hey, fascista, a ver si la atrapas" no dan cuenta sólo de la radicalización de un criminal, sino que expresan con toda crudeza las consecuencias de los señalamientos y de los discursos de una izquierda que se arroga una especie de superioridad moral que desemboca en esta clase de actos. Quien es acusado de "fascista" pasa a llevar una diana en la espalda. Y todo vale contra él. Desde las calumnias y los insultos hasta las agresiones físicas y directamente el asesinato.

Las pavorosas reacciones de estudiantes estadounidenses alegrándose en redes del asesinato, bailando, cantando y celebrando la muerte violenta de quien sólo usaba la palabra son consecuencia del veneno moral e ideológico de una izquierda que es violenta, justifica sus crímenes y no contenta con la eliminación física del rival, exhibe sin el más mínimo pudor una miseria moral que remite directamente al cainismo más salvaje.

En España, los medios de comunicación afectos al Gobierno y a la izquierda ni siquiera se han molestado en disimular un poco. Kirk era partidario de Donald Trump, uno de sus más reputados propagandistas. Ergo merecía morir, él se lo ha buscado y que tomen nota quienes como Kirk cuestionan la superioridad moral de la izquierda. Forman parte de ese engranaje criminal que primero señala a la víctima y después justifica el asesinato. No es algo nuevo en España. En absoluto. Hay quien habiéndose dedicado al menester de señalar los objetivos a eliminar a una banda terrorista se sienta ahora en el Congreso como un más que presentable y homologable aliado del Gobierno.

La izquierda es especialista en la materia. Sus representantes no tienen ningún problema en llamar fachas, fascistas, ultras y nazis a quienes no opinan como ellos. Lo hacen en las tribunas de las instituciones y lo hacen hasta en las tertulias. Lo hacen siempre, es una dedicación obsesiva que tiene consecuencias de muy diverso rango y que van desde el ostracismo a la violencia física. Siempre tienen a mano ese calificativo para concluir una debate. No admiten que les lleven la contraria y cuando sucede lo inevitable le echan la culpa al muerto, tal es su ciego fanatismo y su falta de humanidad.

Y eso tiene consecuencias. El asesino de Kirk es un auténtico héroe para miles de jóvenes intoxicados por las consignas, ni siquiera ideas, de una izquierda que abraza las causas más delirantes y los eslóganes más bárbaros con el fin de imponer su agenda. Sería hora de poner freno a la impunidad con la que los ilustres representantes de la izquierda llaman "fascista" a cualquiera que les lleve la contraria y delate su impostura. Ya está bien, ya basta de señalar a los rivales y de justificar su asesinato.

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