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Madrid

Cuando ni es el momento ni el lugar

El deporte no es política ni debe ser el filón mediático para que no abran las portadas con lo que realmente importa: la corrupción que asedia al Gobierno central.

El deporte no es política ni debe ser el filón mediático para que no abran las portadas con lo que realmente importa: la corrupción que asedia al Gobierno central.
Belarra y Montero, protegidas por sus escoltas policiales, alentando las protestas en Madrid. | EFE

Para todos los que defendemos la libertad, los disturbios en Madrid que boicotearon la Vuelta a España nos abochornan. No es un incidente deportivo, es la muestra de cómo la máxima degradación institucional está instalada en España, con un Gobierno central dispuesto a destrozar la democracia, la justicia y la reputación de nuestro país para tapar su corrupción.

El sesgo ideológico de la izquierda de este país ha ido demasiado lejos. Y lo ha hecho contra una competición de primer nivel, que forma parte de los tres grandes eventos del ciclismo: los Grand Tours (junto al Tour de France y el Giro d’Italia). La Vuelta es parte del UCI WorldTour, con gran cobertura internacional y prestigio deportivo.

Además de lo que significa deportivamente, La Vuelta es un atractivo turístico para pueblos y ciudades. Es un reclamo que hace que muchos visiten municipios de Madrid, Galicia o Extremadura por donde pasan los corredores. Las imágenes de pueblos engalanados de España siempre han sido motivo de orgullo. Sin embargo, hay personas a las que les avergüenza esta marca, nuestra España, que durante años ha trabajado en el turismo más allá del sol y la playa.

Mientras tanto, el PSOE utiliza RTVE, financiada con el dinero de todos, para levantar una cortina de humo. Mientras hablemos de La Vuelta, no hablamos de la mujer del presidente, ni de su hermano, ni de cómo se financiaba el PSOE.

Todo ha sido una obra perfectamente orquestada: una rueda de prensa de Pedro Sánchez en los días previos a la protesta, intervenciones en los parlamentos regionales como en el Debate del Estado de la Región y un uso propagandístico de una prueba deportiva internacional. Una estrategia para hablar de conflictos internacionales que tapen las vergüenzas del Ejecutivo en el país que gestionan.

No se trata solo de deporte. Lo que está en juego es la confianza internacional, la imagen de un país seguro, miles de puestos de trabajo y millones de euros. Lo ocurrido en La Vuelta es un daño irreparable a la marca España.

La pregunta es: ¿qué culpa tiene el ciclista? Pues ninguna. El deporte no es política ni debe ser el filón mediático para que el 16 de septiembre no abran las portadas con lo que realmente importa: la corrupción que asedia al Gobierno central.

Los españoles merecemos otra cosa. Merecemos que nuestros deportistas sean ejemplo de esfuerzo y éxito, no víctimas de la propaganda política. Merecemos que La Vuelta sea una fiesta y no un escaparate de decadencia.

En la salida de la etapa, la presidenta de la Comunidad de Madrid estaba rodeada de ciudadanos, familias, ciclistas y aficionados celebrando una fiesta del deporte. España mostrando lo mejor de sí misma: una sociedad unida en torno al esfuerzo, al talento y a la pasión por La Vuelta.

En la otra cara de la moneda estaban los de siempre: la izquierda de este país, dispuesta a reventar cualquier celebración. Si ya boicotearon La Vuelta, ahora van también a por Eurovisión. Sus golpes, sus gritos y los heridos que dejaron en esta protesta contrastan con la sociedad madrileña que celebraba en paz.

Pero sabemos que Pedro Sánchez es capaz de todo con tal de estar unos meses más en el poder, refugiado en su búnker de la A6, mientras la Justicia sigue su curso, pero, por mucho que intenten taparlo con propaganda, la realidad ya no se puede ocultar: España está pagando un precio demasiado alto por un presidente dispuesto a todo menos a dimitir.

Isabel Vega es Diputada y portavoz del GPP en la comisión de Turismo y Deporte en la Asamblea de Madrid

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