
Nació en Londres el 3 de abril de 1934. Cuando murió el pasado 1 de octubre en Estados Unidos estaba preparando una de sus giras de conferencias en defensa de la biodiversidad y la protección de la naturaleza; a sus 91 años seguía mostrándose infatigable.
Goodall nació y creció rodeada de animales, entre ellos "Jubilee", un peluche de chimpancé que le regaló su padre cuando la niña Jane cumplió los dos años; posiblemente la encantadora figura de ese animal influyó decisivamente en su vocación y en su vida.
Tanto influyó que entre "Jubilee" y las historias africanas de "Tarzan", la adolescente tomó la decisión de trabajar en África en un inminente futuro, y en Tanzania se presentó a los 23 años, en concreto en Tanzania, para ofrecer su trabajo como secretaria al ilustre antropólogo Louis Leakey, que rastreaba nuestro pasado de homínidos buscando incansablemente fósiles de nuestra especie.
Milagros del verdadero feminismo
Provista solamente de su título de secretaria administrativa obtenido en Inglaterra, y, por supuesto, con el recuerdo de su querido "Jubilee", Goodall impresionó profundamente a Leakey por su vocación de naturalista y su entusiasmo, hasta el punto de que éste confió en ella para encargarle un durísimo trabajo de campo: estudiar la vida y las costumbres de los chimpancés salvajes de la selva tanzana de Gombe.
Nos admiramos aquí ante una doble manifestación de feminismo: en primer lugar el de la arrojada secretaria inglesa que no se asustaba ante las dificultades de ninguna empresa relacionada con su vocación naturalista; por otra parte el de Leakey, capaz de confiar en la inteligencia emocional femenina para encargarle una misión de semejante dureza.
De manera que Goodall se instaló en el Parque Nacional de Gombe, en Tanzania, junto al lago Tanganika, para ganarse la confianza de las tribus de chimpancés salvajes y así, lejos de tópicos y de leyendas, en la dureza de las condiciones selváticas, descubrir las verdades sobre su vida y su etología.
Las primeras noticias sobre los trabajos de Jane Goodall en Gombe causaron asombro en el mundo e impresionaron a National Geographic, que trasladaron equipos de fotografía y filmación para testificar lo que la secretaria, convertida ya en asombrosa primatóloga, estaba descubriendo.
Uno de aquellos fotógrafos, que compartió con ella las fatigas de la vida en la selva, el holandés Hugo van Lawick, se convirtió en su primer marido, del que se divorció diez años más tarde, tuvieron un hijo, Hugo Eric Louis (1967). En 1975 se volvió a casar, esta vez con el británico Derek Brycesson, quien falleció en 1980.
En la senda del hombre
En 1965 Goodall, la que llegó a Kenia en el 57 con su título de secretaria bajo el brazo se doctoró en etología por la Universidad de Cambridge; cuando murió era doctora honoris causa por 45 universidades del mundo, entre ellas la Complutense de Madrid, y había recibido más de un centenar de reconocimientos internacionales, como el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica en 2003 o, ese mismo año, el título de Dama del Imperio británico. En 2006 recibió la Medalla de Oro de la Unesco.
Goodall no sólo fue una gran investigadora sino también una divulgadora infatigable que escribió más de treinta libros que excedieron los límites universitarios y llegaron al gran público, no sólo a través de la lectura sino también de los documentales de National Geographic. Uno de sus libros, En la senda del hombre, puede ser considerado como el más importante del siglo XX a nivel de divulgación naturalista.
En sus libros y documentales nos cuenta la verdadera vida y costumbres de los chimpancés con los que convivió en la selva tanzana de Gombe. Hasta las investigaciones de la gran primatóloga primaba la falsa idea del chimpancé como un gran mono vegetariano y caricaturesco, seguramente como consecuencia de su imagen en los circos y zoológicos, especialmente a través de sus encantadoras crías de cara blanca, más parecidos al peluche de la infancia de Jane que a la realidad.
Aprendimos del infatigable trabajo de la primatóloga que los chimpancés son muchos más omnívoros de lo que creíamos, que cazan, que matan y que son aguerridos y feroces entre ellos, cuando los conflictos entre tribus así lo requieren; también que son capaces de sentir afectos, de respetar a los ancianos de la tribu, y hasta de besarse como señal de cariño.
En definitiva Jane Goodall descubrió a tres de nuestros humanos "jinetes del Apocalipsis"; no el hambre, ya que entre la riqueza en nutrientes y su capacidad depredadora no suelen padecerla, pero sí fue testigo de la guerra, cuando esta se desató bruscamente ante sus ojos entre dos de las tribus que estaba estudiando, también de la peste, al estallar una epidemia de poliomielitis que diezmó a sus chimpancés más queridos, y también ante la muerte y sus consecuencias psicológicas, cuando observó como una apenada madre se negaba a desprenderse del cadáver de su malogrado pequeño fallecido por la epidemia citada.
También admiró a la comunidad científica la capacidad del chimpancé para fabricar herramientas, como los palitos para buscar termitas entre la madera, y lo más asombroso todavía, de conservar los más adecuados, con una previsión del futuro más que sorprendente.
En definitiva nos ha dejado una de las eminencias científicas de los últimos tiempos: Jane Goodall simboliza muchas cosas, como la inteligencia emocional femenina unida a una asombrosa capacidad de trabajo y unas portentosas facultades para la divulgación; no se equivocó Leakey cuando confió en ella para encargarle un duro y complicado trabajo pionero en el terreno de la mujer: el estudio del chimpancé en su selvático ambiente natural.
Jane Goodall tituló su trabajo más conocido como "En la senda del hombre", desde el pasado 1 de octubre ella ha entrado en la senda de la gloria.
