
Sostiene Andrés Trapiello en su último libro, Próspero viento (La Esfera, 2025), que dos minorías arrastraron a la Guerra Civil a una mayoría de españoles: "La minoría compuesta por socialistas, comunistas y anarquistas, y la minoría de fascistas, militares y oligarcas, una y otra, habían atraído a su bando a punta de pistola a todos los demás. Ni Falange Española ni el Partido Comunista tenían al principio de la guerra más de veinte mil militantes". Según el autor de Las armas y las letras, el último homenaje masivo patrio a Caín no fue más que "la determinación de dos Españas minoritarias y extremas para acabar con otra, la mayoritaria tercera España en la que podían haberse integrado gentes de toda condición, edad, clase e ideología".
Salgo del Palacio de las Cortes pensando que el país, como nunca en medio siglo, transita por una senda parecida. No gemela, tampoco quiero pecar de tremendista, pero sí melliza. Un Gobierno sitiado terriblemente por la corrupción pretende anular por lo civil o por lo criminal al principal partido de la oposición, que es el primero en votos, para que la legislatura desemboque en un supuesto armagedón entre el inmaculado progresismo que encarna el yerno de Sabiniano, el de las saunas, y el temible nacionalfascismo sionista de Feijóo, Abascal o el difunto Lambán, en paz descanse, a quien los diputados de las Cortes de Aragón no aplauden cuando Azcón le entrega a título póstumo un premio. El ministro ministril, Félix Bolaños, le agradecía "de corazón" a Miguel Tellado que esté "engordando a Vox y haciendo que el PSOE cada vez tenga más apoyos electorales": "España merece dos partidos centrados y ustedes, hoy, están en manos de la ultraderecha". Centro centrado, ni Stalin ni Casado. Como en aquella canción.
En la sesión de control de este miércoles, Elías Bendodo le decía a la visepreci Montero: "Cree que los españoles somos tontos". A ver, alguno hay. O bastantes. Bueno, qué narices: abundan como la descendencia de Abraham –que se lo cuenten a Santi González, experto en la materia–. Y si algo tienen los tontos es que son muy peligrosos. Como me cuenta Emilio Lara, un fabuloso escritor: "El tonto es como la termita, no descansa nunca. No sabes por dónde va a venir. Y si a la tontuna le sumas un poco de mala leche o mediocridad, estás perdido". Pedro Sánchez es consciente de ello y, sabiendo que a una gran parte de su electorado debe "hablarle en necio para darle gusto" (Lope), ha ascendido a los cielos sulfurosos del trending topic con una gilipollez supina.
Alberto Núñez Feijóo aprovechó la sesión para –¿urgido por las últimas encuestas?– anunciar que el Doctor Begoño será citado "en la comisión de investigación del Senado", a donde tendrá que acudir este mes y en donde "está obligado a decir la verdad", porque "es imposible haber delinquido sin usted". "Es el máximo responsable de todo", concluía, "está tan pringado como ellos". Quien dice ellos, ya saben, dice el hermano del presidente, la mujer del presidente, Ábalos, Cerdán, etcétera. A Sánchez, eso, o sea, la realidad, se la trae al pairo y, en su primera intervención, hablaba de los fallos de coordinación en el cribado de cáncer de mama en Andalucía –omitiendo que se remontan a 2012, con el PSOE gobernando en la Junta– y del aborto: "En Portugal, el 70% de los abortos se hacen en la sanidad pública; (…) en la Comunidad de Madrid, el 1%". Una diputada, a voz en grito: "¡En Castilla-La Mancha también!".
Diez segundos se dejó el líder del Ejecutivo para responder al de la oposición en su segunda réplica de tal manera: "Ánimo, Alberto". Se desconoce si el chiste es de cosecha propia o si se inspira en un mensaje de Rajoy a Bárcenas en el que el primero le decía al segundo: "Nada es fácil, pero hacemos lo que podemos. Ánimo". El presidente del Reino de España creyóse Broncano y tomó al Parlamento por el plató de La Revuelta, donde la caterva se parte la caja –bro, es que son tan graciosos– con chistes de porros y machaca a Mariló Montero por defender la tauromaquia. El "Ánimo, Alberto", chulesco y matón, me supo no ya a un insulto a la institución, sino a la inteligencia. Al mismo tiempo, los tifosi de las redes y los tertulianos de la sincronizada celebran la ocurrencia como si se tratase del certificado de defunción de Feijóo, a quien ya comparan con Casado por amortizado. Sánchez les ha dado un meme, y esta gente está tan contenta, en plan: "Jo, jo, qué pachacho é el Perrochanche", y derivados. Cuánto acertó el Fénix de los Ingenios en su Arte nuevo de hacer comedias, aunque estas, más de cuatro siglos después, no tengan maldita gracia. Sigo con Próspero viento, que es un libro muy inspirador.
