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Un Nobel tan merecido como oportuno

El Comité Noruego del Nobel asegura que "cuando los autoritarios toman el poder, es crucial reconocer a los valientes defensores de la libertad".

No todos los años, es más, casi ningún año el Nobel de la Paz es para alguien que lo merezca tanto como María Corina Machado, una mujer que ha dado al mundo un ejemplo increíble de convicciones democráticas, de valor, de capacidad de resistencia y también, y no menos importante, de auténticos deseos de reconciliación en un país que tan necesitado está de ella.

María Corina, a la que el Grupo Libertad Digital lleva años apoyando con orgullo –no en vano fue nuestro Premio Libertad el pasado mes de junio– no sólo merece el premio como pocos de los premiados sino que, de hecho, es ella la que le devuelve al galardón un prestigio que en no pocas ocasiones parece que se empeñan en arrojar por la borda.

Además, a nadie se le escapa que el galardón es un castigo muy duro, e igualmente merecido, a la dictadura bolivariana, no sólo por la concesión en sí, que ya sería suficiente, sino también por el contundente comunicado con el que el Comité Noruego ha explicado la concesión del premio y en el que descalifica al régimen de Maduro, "brutal y autoritario", al que acusa de "fraude electoral, persecución legal y encarcelamiento" de la oposición.

"Cuando los autoritarios toman el poder, es crucial reconocer a los valientes defensores de la libertad" dice también el texto, toda una bofetada no sólo para el régimen bolivariano, sino también a sus defensores en otras partes del mundo, como por ejemplo España.

Porque tanto el Gobierno de Pedro Sánchez como su ministro oficioso de Exteriores, José Luis Rodríguez Zapatero, son de los grandes humillados por este galardón: su postura a favor de la dictadura y sus relaciones inconfesables con el dinero del petróleo y el narco quedan ahora más en evidencia que nunca. El premio Nobel deja claro, por si no lo estaba ya suficiente, que la posición de España respecto a Venezuela es mucho más y mucho peor que una excentricidad: es una inmoralidad, una vergüenza e incluso un crimen.

Finalmente, a nadie se le escapa que este galardón llega en un momento especialmente oportuno: más de un año después de que el régimen robase las elecciones alevosamente, las evidencias de la actuación criminal de Maduro y los suyos les han llevado a un aislamiento cada vez mayor y, en este sentido, la posición más dura de Estados Unidos –entre otras cosas– hace que la continuidad del régimen esté más en entredicho que nunca.

Sería muy inocente pensar que el Nobel va a tumbar un régimen que lleva 26 años masacrando a los venezolanos, pero está claro que es un paso en ese sentido y un revulsivo para los que luchan por esa liberación desde cualquier lugar del mundo y también a los que les hemos defendido.

La prueba de ello es la reacción llena de ira de los grandes defensores y amigos de Maduro en España, que han reaccionado regurgitando cantidades tan enormes de bilis que queda clarísimo que, por una vez, el Comité Noruego ha dado en la diana.

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