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¿Qué lobo viene?

La diferencia es que ahora no lo vamos a leer en los libros o ver en las películas. Vamos a ver venir el lobo, los lobos, en tiempo real.

No es que a mí no me preocupe el auge del extremismo de derechas. Es un serio motivo de preocupación. Pero de verdad creo que debería haber también más gente preocupada, e incluso escandalizada, de la que hay, por el no menos creciente y todavía más desacomplejado auge del extremismo de izquierdas.

Suelen quejarse los "fachas", con indisimulada amargura, de que los "rojos" siempre han tenido mejor cartel y mucho mejor marketing. Hicieran lo que hicieran. La capacidad de la izquierda extremista para reembellecer su propio relato no deja de pasmar, cuanto más historia lees y aprendes.

Pero nada me había preparado, sinceramente, para ver a Pablo Iglesias entrarle a saco a María Corina Machado y a su merecido Premio Nobel de la Paz. Llamarla lo que la ha llamado, y quedarse más ancho que largo. Hasta hace relativamente poco, esta gente cuidaba las formas. No reconocían abiertamente, por ejemplo, que Podemos y sus terminales mediáticas hayan estado financiadas por la Venezuela narcobolivariana y por Irán. Se ofendían si se lo recordabas. Igual que se indignaban si cuestionabas el plan quinquenal de nacionalización de medios de comunicación anunciado por Citizen Iglesias mucho antes de que Pedro Sánchez se atreviera a empezar a hablar de "pseudomedios".

Ahora es que ya ni se cortan de hacerse fotos con el Partido Comunista Chino, el mismo que te mete en la cárcel si publicas un horóscopo adverso de Xi Jinping. O sea, se puede poner a parir a Donald Trump por su efectivamente deplorable ataque contra Jimmy Kimmel, pero luego pedir que les quiten la licencia a cadenas privadas enteras, que en el Congreso no pueda entrar la prensa que a ti no te gusta y encima presumir de que tu modelo de comunicación es pues eso, el chino. Del que te vas a hacer eco y altavoz (de pago) con fruición.

Algo ha cambiado. Antes estas "contradicciones del sistema" se llevaban con más discreción, más garbo e incluso encanto. No se presumía de ser un desalmado o de aspirar a serlo. A este paso, sinceramente, no sé qué va a ser peor, si el trumpismo o este tipo de antitrumpismo. ¿Estamos fatalmente condenados a que el uno o el otro nos hielen el corazón?

No es la primera vez que ocurre, saben. Ya la República se fue a donde se fue por estas cosas: machacada por el levantamiento militar de Franco, pero también por el puño comunista, el que no dejó que el experimento republicano llegara a ningún sosiego, el que priorizó la revolución sobre la libertad, el que acabó con Andreu Nin. Ha sido sin duda un gran éxito de propaganda de los herederos de aquel comunismo -que no republicanismo- quedar como unas víctimas, incluso como unos héroes, hasta ahora. Hasta hace unos quince minutos.

La diferencia es que ahora no lo vamos a leer en los libros o ver en las películas. Vamos a ver venir el lobo, los lobos, en tiempo real. La derecha autoritaria, xenófoba y sin contemplaciones sube en todas partes. La izquierda estalinista, hamasista, madurista y de todo menos progresista, también. Los unos echan la culpa a los otros de sus excesos. ¿Ideas para los que estamos en medio? Yo no quisiera acabar como Manuel Chaves Nogales, oigan.

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